Relatos Eróticos

Soy una madurita muy traviesa que le hizo un duro anal a mi sobrino de 20 años que se metió bien y me penetró el culo con rabia tal y como a mí me gusta. Mi esposo últimamente tenía una polla muy blanda, subió mucho de peso en los últimos años y ya no podía mantener su polla dura y durar mucho tiempo en la cama. En diez minutos estaba cansado y la única posición que hicimos fue que yo me sentara en su polla, que ya no estaba dura. Y ya me estaba molestando, porque no quería engañarlo, pero se estaba haciendo difícil no hacerlo.

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Tuve sexo cachondo con mi suegra traviesa que realmente quería mi polla dentro de su culo y su coño. Mi nombre es David y tengo 18 años, estoy saliendo con una hermosa joven que estudia en la misma escuela que yo. Su nombre es Gabriela, llevamos 2 años saliendo y recientemente desde hace unos 4 meses tengo sexo con su madre, Claudia, una mujer madura viuda de 49 años. Un día de estos me vio meando en el baño, también fue mi culpa, se me olvidó cerrar la puerta. Ella pasaba y me vio meando y se excitó por el tamaño de mi pene. Después de eso nunca me dio tranquilidad, seguía queriendo besarme por los pasillos de la casa.

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Y ella también soñó con un orgasmo múltiple teniendo sexo conmigo. Y te fliparás cuando sepas cómo sucedió todo esto entre nosotros, madre e hijo cabrones practicando un delicioso incesto mientras el padre, el manso cornudo, estaba en el trabajo. Confieso que me dio un poco de pena unos días, pero luego todo volvió a pasar y tuve que volver a tener sexo con mi propia madre. Se estaba convirtiendo en parte de la rutina tener sexo con esa vieja perra de grandes tetas. Y te diré cómo terminó pasando entre nosotros.

Todo esto fue hace 3 años, cuando aún vivía con mis padres. Pero hoy estoy casado y vivo con mi esposa y mi madre todavía está enamorada de mí. Pero no puedes hacer nada más porque nadie puede enterarse de lo que hicimos. Yo tenía 19 años en el momento en que esto sucedió. Estaba tranquila en casa estudiando cuando escuché unos gemidos un poco fuertes y fui a ver qué era. Cuando abro la puerta de la habitación de mis padres, mi madre tiene un consolador enorme en el coño y el dedo en el culo y sigue gritando como una perra.

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