Mujer tiene sexo en un jacuzzi

Esta historia comienza el día en que con mi marido fuimos a la casa de su amigo a comer un asado con él y su mujer. Allí vi por primera vez un jacuzzi y me enamoré de esa cosa, era lo que necesitaba en mi vida. Con él podía relajarme mientras me daba un baño, tocarme debajo del agua y fantaseaba con hacer el amor allí dentro. Era el objeto que quería tener en nuestra casa, pero mi marido no me lo compro porque lo considero bastante caro y poco útil.

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Infidelidad al límite

¿Ya tenía que no escribí por aquí verdad? Ando sin trabajo y me es difícil sostenerme sola, ya estoy a finales de mi carrera y lo único que pienso es en regresar a CDMX. Por suerte ya tengo novio, es algo formal y creo que por eso me despediré de aquí o eso creo…

Toda mi juventud he disfrutado mi sexualidad. Al principio no sabía si compartirlo ya que, hace tiempo a uno que solía ser mi amigo le confesaba lo que hacía cuando cogía con x o y personas y eso hacía que lo excitara (como a ustedes quiero creer) pero aparte de él a mi también me excitaba, de solo recordar como me sentía en ese momento me ponía demasiado caliente por eso comencé a escribir en este bonito medio.

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Mamada en el estacionamiento

Hola a todos. Les contaré las historias que he tenido con mi amada Viyulieth, ella es una rica mujer de 1.67, piel clara, unas tetas deliciosas 38D con pezones claros, concha muy rica y depilada, así como unas ricas piernas con un culo que da ganas de azotar.

Esto sucedió cuando íbamos en la universidad, en aquel momento éramos amigos y solo habíamos tenido chats cachondos y había visto sus ricas tetas solo en fotos, recuerdo la primera vez que las vi en fotos, se veían increíbles, las más ricas que he visto (para darse una mejor idea son parecidas a las de Lena Paul).

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Con la suegra de mi primo

Mi primo Juan me invito a ver un partido de la Libertadores a casa de sus futuros suegros ya que ellos si tenian cable. La novia de mi primo es muy guapa, pero cuando vi a su mama, sinceramente para mis gustos se la mata. Es una señora como de 40 años rubia, pero con un cuerpo de campenato, unas tetas grandes sin exagerar y un culo redondito que se antoja. Además llevaba una falda arribita de las rodillas que resaltaba su culo. Una blusa roja escotada que dejaba ver su sujetador y las dimensiones de sus tetas. En fin pasamos y saludamos el padre de la novia de mi primo era un señor gordo que resultaba dificl crer que estuviera casado

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La búsqueda (Cap. I)

En el subterráneo

La tarde era calurosa. En un vagón del subterraneo, casi vacío, Moní escuchaba a Isa. Ella le contaba, entre risas, cómo había terminado su última “búsqueda” (como ella las llamaba): después de comer, el tipo la había llevado a su casa y habían terminado en un cuarto grande, espacioso y blanco. Isa recordaba el techo. El tipo se jactaba del buen tamaño de su miembro (y más o menos tenía razón), pero cogía sólo para él, a lo bestia y sin ritmo, se detenía de la nada y daba bufidos muy extraños, como si todo el tiempo fuera a desfallecer.

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Me enamoré de una cuarentona

Yo estaba estudiando medicina, tenía 23 años y mientras hacía el servicio en un hospital de Baja California, tenía una amiga que trabajaba en la oficina del seguro popular, ella me presentó a su compañera de nombre Any, era una mujer de 43 años, blanca y cabello castaño, de cuerpo delgado, con un trasero no muy carnudo pero sexi, pero su cintura y sus pechos eran divinos, lo que hacía a esta mujer más atractiva era su carácter siempre alegre y atenta. Con Any empecé a entablar amistad gradualmente, pasamos de los saludos y comentarios triviales a tener platicas cada vez más amenas, unas 2 o 3 veces a la semana platicábamos, ella tenía un hijo adolescente, no sabía yo si era casada o soltera o si tenía alguna relación amorosa.

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Una mamada en el carro es insuficiente

Al día siguiente Joaquín volvió a llamarme y aunque deseaba volver a ser suya sentí que debía tomarme las cosas con calma. Ese hombre se estaba obsesionando, pensé, lo mejor era mantenerlo a cierta distancia, que fuera yo quien marcara las pautas.

Le dije que no podía, que estaría ocupada, no recuerdo bien ni qué excusas le puse pero que la semana siguiente me llamara.

Me arrepentí. Le hubiese dicho que sí y lo extrañé esos días pero también pensé que era lo mejor, por muy perra que soy debo darme mi espacio y mi tiempo para otras cosas, sé que él esperaría el momento.

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