Soy una mujer corriente de 30 años, estaba felizmente casada y mi vida no era diferente a cualquier mujer. Desde hacía unos años, mi trabajo en un colegio me había permitido vivir junto a mi marido, al que amo sobre todas las cosas. Desde hace unos años, Simón y Marta, compañeros de trabajo, se habían convertido en mi más íntimo grupo de amistades; en especial Simón, con el que había surgido una química especial, aunque lejos de lo que se pueda pensar.
Aquel día Simón no vino a trabajar, se había pedido el día, me avisó el día anterior, nada inusual. Como cualquier día normal, hice lo que tenía planeado con los niños, al mediodía comí con los compañeros y después fui a la biblioteca del colegio, necesitaba terminar unos trabajos antes de salir a tomar el café. Mientras colgaba en el corcho unos dibujos infantiles, vi como Simón entraba por la puerta y la cerraba.