Como ya lo han leído en mis anteriores relatos mi vida se había transformado a partir de lo complaciente que era mi esposo conmigo, mi marido me halagaba constantemente y al mismo tiempo me permitía seguir con Edgar y Julio, mis amantes en turno; durante más de seis meses, ya fuera uno de los dos de mis amantes me visitaban en casa dos veces a la semana y me cogían a su antojo mientras mi marido oculto nos veía y disfrutaba de verme empalada por alguno de ellos y al momento que se marchaban de casa, mi esposo salía de su escondite, me lamía el esperma que escurría de mis entrañas y me penetraba también como ya era nuestra costumbre.