Tengo varios años de casada con mi marido; como toda pareja, tenemos nuestros días buenos y malos; pero sexualmente, creía que no nos faltaba nada. El único problema es que él es muy dependiente de sus amigos; esto provocó lo que voy a contar.
Cierta ocasión, el llegó a casa con uno de sus amigos; me dijo que era su cumpleaños y que estaba festejándolo. Se tomarían un par de cervezas y se iría a su casa. Se quedaron en la sala viendo un partido y platicando, yo me subí a mi habitación. En un momento, bajé por agua y vi que hablaban en voz baja. De repente, mi marido me dijo que si no quería tomarme un trago con ellos; pude ver de reojo que ponía algo en el trago que me ofrecía. Le dije que sí y me acerqué a ellos. Sin que lo notaran, cambié mi vaso por el de mi marido.