Dos parejas en una boda

Era la boda de unos primos, literalmente, son primos carnales entre ellos y míos… Bueno en la familia de mi madre son muchos hermanos así que ese tipo de putiferio no es que fuera frecuente pero tampoco era el primer caso. Ni sería el último y nadie se extrañaba ya. Allí conocimos a una pareja, amigos de la familia de mi tía pero nos llevamos bien, desde el principio. Coincidíamos en gustos, aficiones, edad.

Tras presentarnos empezamos charlando de las típicas chorradas. Conociéndonos mejor y dándonos detalles de nuestras vidas, pero aún no lo más íntimo, lo típico, trabajo, aficiones y cosas así. Con las copas en la mano, durante el cóctel, se nos iba soltando la lengua poco a poco.

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Follada por varios en una fiesta

Resulta que un día mi amiga que conocí en internet me invita a una fiesta casual en su casa.

Con esa amiga yo ya había tenido sexo, (contaré eso en otra ocasión) y es por eso que decidí vestirme bien sexy a ver si de paso nos echamos unas tijeras o algún cunnilingus en el sofá.

Ese día llevé una falda corta blanca, una tanga mini debajo y un top.

La fiesta comenzó, mi amiga me saludó y comenzamos a bailar. En una de esas pierdo a mi amiga que hacía un momento estaba a mi lado.

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Un Lindo amor por mi tía

Pues mi tía siempre la he visto como una mujer muy atractiva y desde que ya era un puberto me masturbaba pensando en ella. Yo soy hijo único.

Mi tía es por parte de mi mama y ellas son solo dos mi tía es la mayor y mi papa eran él y otros dos hermanos ellos se fueron para el extranjero así que solo tengo un familiar que es mi tía. Ella también vive aparte.

Y claro cuando era más chico y mi tía iba de visita y como solo había un baño yo a lo que ella terminaba de bañarse entraba rápido a bañarme ya que ella dejaba la ropa interior en el baño y yo aprovechaba para olerla lamerla y masturbarme con ella ya que la dejaba a un lado y no la mojaba con agua.

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Que no se entere tu madre

Andrea tenía 16 años cuando Stella y yo nos fuimos a vivir juntos en una casa de un barrio cerrado por las afueras de Buenos Aires. Estaba terminando el colegio y pensaba estudiar medicina, como yo. Stella no es médica, pero trabaja como recepcionista en una clínica. Ahí nos conocimos hace diez años y hace seis que vivimos juntos.

Andrea ahora tiene 22 años y le falta uno para recibirse y empezar con la residencia. Hizo una carrera ejemplar, con un promedio de 9 y una dedicación envidiable. Ni yo, que era bastante estudioso, le había dedicado tanto tiempo a los libros. Era muchísimo más alta que Stella, medía 1.75, tenía las piernas largas y unos muslos torneados perfectos, como de revisa de moda. Tenía los pómulos ampulosos y una boca carnosa que cuando se pintaba los labios la convertían en una fruta prohibida.

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