Nunca pensé que el mensaje de Anita esa noche me cambiaría tanto las cosas.
“Che, ¿qué hacés esta noche? Euge y yo estamos tomando algo. Si te pintan unas birras, venite…”
Nada fuera de lo normal. Habíamos salido los tres varias veces. Euge, su novia, era intensa, de mirada filosa y sonrisa pícara. Siempre me había parecido increíble. Morena, tatuada, con ese aire desafiante que te hace dudar si querés hablarle o que te hable ella primero. Sabía que era lesbiana de toda la vida, pero cada vez que me miraba más de la cuenta, me costaba no imaginar cosas.