El profesor de mis hijas me enseña a dar el culo

Mi nombre es Karen, casada desde hace 12 años y madre de 2 niñas gemelas que van en quinto grado de primaria.

Me casé joven, tengo 32 años, tez blanca, pelo castaño y largo, ojos café claro y me considero guapa, he cuidado mi figura y tengo buen cuerpo, piernas torneadas, culito redondo, paradito y respingón, tetas medianas, pero firmes y me gusta vestir sexy, sin llegar a lo vulgar.

Mi esposo es agente aduanal y trabaja en una ciudad fronteriza a unas 6 horas de distancia, por lo que viene a casa cada dos o tres semanas.

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Mi compañera de universidad solo necesitaba buen sexo

Estoy cursando la universidad, tengo a varias compañeras muy guapas y sexys, me he follado a un par, pero la historia que quiero contar ahora, es una que me enorgullece mucho, ya que mejoró el ánimo de una de ellas como no tienen idea.

Regina, es una chica bisexual, cabello muy corto, no tiene una cara demasiado bonita ni unos pechos muy grandes, pero el trasero está buenísimo, levantado, redondo y firme, ella tiene su novia y llevan un buen tiempo juntas. Regina estuvo casada anteriormente, tuvo un hijo (el cuál se queda 1 semana y 1 semana), sin embargo se separó de su esposo porque, en sus propias palabras, el esposo le pedía tener mucho sexo, y ella no estaba muy dispuesta a hacerlo, por lo que se separaron. Con lo anterior, es normal pensar que la chica es muy cerrada, metafórica y quizás literalmente, y es poco probable lograr algo ahí.

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Cuando me quede a solas con mi amada madrina

Era tarde cuando llegué a tu casa. Había salido del trabajo varias horas después de que el último tren del metro hubiera pasado por la estación cercana. Pude haber tomado un taxi, pedido un Uber o rentar una habitación de hotel, pero en más de una ocasión me ofreciste tu casa para alojarme por una noche cuando mi jornada se extendiera.

Abriste la puerta y un gesto de sonriente sorpresa se dibujó en tu rostro. Te veías hermosa, llevabas unos shorts y una blusa deslavada. Entramos en tu hogar y me abrazaste con fuerza, haciéndome sentir tus pechos mientras mis manos acariciaban tu cintura, notando aquellos pequeños excesos de carne que solamente te hacían ver más apetecible a mis ojos. Pedro se había marchado algunos minutos antes; una fiesta, algo propio de su edad, y también lo sería propio de la mía si hubiera elegido un mejor camino.

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Me atraen demasiado los hombres casados

Ayer por la tarde me encontraba un poco aburrido y decidí volver a entrar en grindr sin muchas expectativas.Las charlas fueron como siempre muchos perfiles en los que la conversación no lleva a ningún lado hasta que apareció un perfil que si llamó mi atención.

Me describo antes de nada por si no has leído mi anterior relato, tengo 23 años, 1’87cm, complexión fuerte y vello por todo el cuerpo, estoy contento con mi tamaño de pene no considero que sea mal tamaño aunque en este relato hago poco uso de ella jeje.

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Tuve Un Orgasmo en Su Boca

Nos tomamos un respiro, pero solo fue para acomodarnos mejor, yo me incorpore sobre mis rodillas y la deje a ella echada en la cama boca arriba. Ella me miraba quieta actuar sobre su cuerpo, yo me puse encima de ella con las piernas abiertas, recogí su pelo y tomando su dorso por los costados la acomode más abajo entre mis piernas, me fui sobre ella, subí mis piernas más arriba como gateando alrededor de su cuerpo; decidí ponerme al revés entonces me desmonte de ella y me voltee de tal manera que mis piernas se abrieron alrededor de su cabeza con mis nalgas hacia arriba, al apoyar mis manos a sus costados pude ver su vagina enrojecida y percibí ese su aroma a sexo que tanto me gustaba.

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En el baño con mi primo

Nunca había tenido la necesidad de explotar las ganas de tocar mi cuerpo, de acariciarlo, de disfrutar de mis manos sobre él. Hoy al despertar de un sueño que se volvería un recuerdo, me insitó a ser yo mi propio primo. Sí, mi sueño intimo había pasado limites. Mi sueño se veía tan real que desearía que fuera así. Sentir las manos de Jorge vagando por todo mi cuerpo y disfrutando de ese momento tan perverso que mi mente estaba formando. Eran las 8 de la mañana. Afortunadamente era un sabado, pero no como cualquier otro. Mi sueño me decía que aún faltaba algo más. La excitación que invadía mi cuerpo no se había esfuemado del todo. Me dirigí al baño. Bajé mi pijama y mi calzoncito blanco de flores, y planté mi trasero blanco en la tasa. Me sentía aún excitada, no dejaba de pensar como las manos de Jorge acariciaban mis piernas, subiendo lentamente hacia mi zona intima, metiendo sus manos en mi short con el que según dormía. Solo con pensarlo deseaba más. Tocaban el timbre y alcancé a escuchar un «hola». No lo podía creer era Jorge. Había

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Sexo con la secretaria

Luis tomó un poco de café y dejó la taza encima del escritorio.

– Sara. – dijo con voz profunda mirando a la mujer que tenía enfrente.

La aludida permanecía de pie, firme, esperando instrucciones, apoyando el peso de su cuerpo sobre la rodilla derecha. El cabello oscuro recogido en una coleta, gafas de montura negra, vestido de una pieza del mismo color. Piel pálida, estatura mediana, algo entrada en carnes, trasero generoso, ligeramente temblón y tetas de buen tamaño.

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