El bukkake de mi novia

La escena que estaba contemplando con mis propios ojos la había visto millones de veces en la Internet, la diferencia que ahora la protagonista no era una estrella porno, sino que era mi preciosa y espectacular novia. Ella, una flaquita rubia con un tremendo culo, yacía arrodillada y despojada de su ropas, rodeada por cinco hombres que también estaban sin ropas. Sus manos chiquitas y delicadas sostenían a la vez dos penes enormes y venosos que se los metía en su boca de forma intercalada. Sus pequeños senos eran tocados y manoseados por un centenar de manos que cambiaban constantemente y sus pezones eran pellizcados y estirados hacia fuera.

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Una follada antes de cocinar

Me encontraba preparando una receta de galletas, quería que cuando mi esposo terminara de ducharse, pudiera sorprenderle con un rico postre. Le habían dado un descanso de una semana, y aunque ya teníamos planes para los siguientes días, decidimos que hoy permaneceríamos en casa para que él pudiera descansar.

Me encontraba leyendo el recetario cuando Keev bajó a la cocina, me rodeó la cintura con sus brazos y repegó su dura verga entre la división de mis nalgas.

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El día que volví al mundo swinger

Hola queridos amigos mi nombre es Yami. Luego de 2 años de estar lejos de mi esposo por cosas de la vida, finalmente pudimos reencontrarnos.

Mi esposo y yo esperábamos este reencuentro con mucho amor y deseo, no veíamos la hora de volver a vernos y estar juntos. Llego el tan anhelado día y nos amamos con la misma pasión de siempre y gracias a Dios para siempre.

Pasaron los días y una noche mi esposo me pregunta que si me gustaría volver a nuestro estilo de vida swinger y le conteste que sí, acto seguido abrimos en internet la página swinger en la que estamos inscritos hace algunos años ya. Comenzamos a revisar la página durante una hora aproximadamente, visitamos varios perfiles interesantes y actualizamos nuestro perfil.

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Sexo con una mujer casada

En esa época yo tenía unos 18 años, era un estudiante universitario, que tuvo que mudarse a la fuerza porque se había vendido el departamento donde vivía. Conseguí otro alquiler un poco más retirado, pero en fin lindo y con estacionamiento, era la condición que ponía mi papá para poder ingresar su auto cada vez que venía de visita.

Llegué y el primer día se acercó mi vecina de unos 26 años a decirme que la inquilina anterior le dejaba guardar su auto en el estacionamiento ya que el departamento de ella no contaba con uno, no le vi ningún problema salvo cuando vendría mi papá a visitarme.

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En el Uber

Pues una vez, iba yo a un bar, muy arregladita por cierto… Ya sabes mini falda, escote tacones altos, maquillada, perfumada, joyitas, pedí un Uber.

-Mar… verdad?- pregunta el conductor 5 minutos después.

-Así es! Soy yo!

El tráfico de un viernes por la noche de quincena… Pfftt! El caso es que el taxista me ofreció un cigarrillo porque iba a fumar el mientras arribábamos, acepte.

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El cuñado

Sentada en el balcón de su departamento, Alicia disfrutaba del suave murmullo de la ciudad al anochecer. Había llegado temprano de su trabajo y decidió pasar la noche leyendo. De repente, escuchó voces provenientes del apartamento contiguo. Normalmente, el edificio era tranquilo, pero esta noche algo parecía estar pasando.

Se inclinó ligeramente hacia la barandilla, su curiosidad despertada por el sonido de risas apagadas. Fue entonces cuando los vio, parcialmente ocultos por las cortinas, pero claramente visibles para ella. Era Carlos, el esposo de su hermana, y la vecina del piso de abajo, Elena. El roce de sus cuerpos y la forma en que se miraban no dejaban lugar a dudas sobre lo que estaba ocurriendo.

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Mi putita personal

Yo no buscaba amante, aunque no estaba al cien con mi esposa no había necesidad de una relación extramarital. Pero el destino me tenía una sorpresa y me la dio en la fiesta de fin de año de la empresa.

Ella llego al evento sin su uniforme habitual, una minifalda tableada le hacía lucir unas hermosas piernas, su blusa escotada me atrapo la mirada.

De inmediato me lancé para sacarla a bailar y no la solté hasta que termino la fiesta. Me despedí, pero ella me tomo de la mano y me dijo que la llevara a su casa, ya que era muy tarde. Su minifalda no la defendía mucho y al sentarse se asoma un poco de su ropa interior.

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