Mi putita personal

Yo no buscaba amante, aunque no estaba al cien con mi esposa no había necesidad de una relación extramarital. Pero el destino me tenía una sorpresa y me la dio en la fiesta de fin de año de la empresa.

Ella llego al evento sin su uniforme habitual, una minifalda tableada le hacía lucir unas hermosas piernas, su blusa escotada me atrapo la mirada.

De inmediato me lancé para sacarla a bailar y no la solté hasta que termino la fiesta. Me despedí, pero ella me tomo de la mano y me dijo que la llevara a su casa, ya que era muy tarde. Su minifalda no la defendía mucho y al sentarse se asoma un poco de su ropa interior.

Realmente no le puse atención a que me platicaba, al hacer los cambios le rozaba su pierna y apenas podía disimular mi erección. Los wiskis y la cachondez me dieron valor. Le tome la mano y la coloque en mi pene sobre la ropa. Guardo silencio unos segundos, pero sin quitar la mano.

Creo que por darme un raid hasta mi casa a esta hora es un pago justo, me dijo en lo que me baja el cierre del pantalón, mi pene no podía estar más listo, sus besos en la puntita predecían una rica mamada, la cual hacía de una manera más que sublime.

-Vente en mi boca mi amor, no te preocupes no te voy a dejar ni gota que te ensucie, me los voy a tragar y te voy a lavar hasta los huevos con mi lengua, me decía entre mamada y mamada.

Tenía un par de meses sin nada de sexo y la cantidad de semen que le vertí en la boca fue descomunal, toda una experta se traga cuanto chorro eyaculo. Mi gemido lo escucha el tráfico alrededor y por fortuna abro los ojos a cinco metros de chocar con un árbol de un parque. Ella ni se dio cuenta seguía limpiando mi pene y mis huevos con la lengua provocándome una nueva erección.

-Oye sí que necesitabas una buena deslechada ya vas otra vez.

Me estaciono en el lugar más oscuro del parque, la parte de atrás de mi camioneta no tenía asientos ya que la ocupo para trasportar cajas, las ventanillas polarizadas me dieron más confianza.

-Pásate para atrás le dijo mientras le ayudo tomándole del brazo, una lejana lámpara me da la suficiente luz para verle una tanga cachetero que adorna un trasero más que apetitoso.

La coloco en cuatro restregándole mi pene sobre la tanga.

-No creas que soy así, pero hay algo en ti que me tienes loca y vuelvo a ignorar lo que me dice, ahora soy el que le da una lengüeteada de arriba abajo, metiéndole la lengua en su vagina, en su culito, mamándole el clítoris.

La penetre de una sola estocada ella grito y se trató de zafar, mis manos se aferraron a sus caderas y mis embestidas cada vez más profundas no se lo permitieron.

-Eres la mejor puta que me he cogido.

Las palabras resultaron mágicas y ella se empezó mover deliciosamente. Si papi soy una puta, dime puta, por favor dime puta. Le escupí en el culo y le dejé ir mi dedo índice hasta el fondo.

-¿Te gusta la doble penetración mi putita?

-Si papi haz lo que quieras con tu puta!

Un orgasmo le arranca un grito bastante fuerte por lo que le meto el dedo que tenía en su culo en la boca, lo mama y lo muerde, grito y le doy una bofetada para que me suelte. Lo que le excita aún más.

-Eso papi castiga a tu puta, fuerte, muy fuerte.

Una nalgada suena en la camioneta, le tiro del cabello obligándole hacer la cabeza para atrás, unas cachetadas hacen que empiece a llorar junto otro orgasmo.

Casi a punto de correrme ella se gira y se mete mi pene en la boca recibiendo otra eyaculación tan abundante como la primera, lo traga gimiendo, me vuelve a limpiar con su lengua.

Pese a la oscuridad ella ve que me guardo su tanga en mi bolsillo del pantalón.

-Te ganaste ese premio papi y sirve para que no se te olvide que ya tienes una puta para ti solito.

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