Como agradecimiento a mis padres por mantenerme mientras terminaba la universidad sin dejarme trabajar, les había conseguido con mi primera prima un viaje al mar.
Pero no pudieron ir, porque mi padre se enfermó, nada grave, pero tampoco iba a poder aguantar cómodamente un viaje.
Traté de posponerlo, pero en la agencia de viajes me dijeron que ya era muy tarde y me tocaría pagar una multa de casi la mitad.
Mis padres muy comprensivos me dijeron que aprovechara para no perder ese dinero y que más bien luego nos desquitábamos con otro viaje.