Un día estaba en mi casa, estaba muy aburrida, eran como la una de la tarde, era un día entre semana. Como siempre mi vagina estaba muy mojada, deseando que algún macho la llenara de su hermosa carne. Había pensado en hablarle algún amante, pero no tenía ganas de salir de mi casa, así que no podría ser cualquier amante, pues no a todos los dejo entrar a mi casa, y muchos de ellos no saben dónde vivo.
Después de pensarlo un rato decidí llamar a mi sobrino Juan Carlos, tenía la esperanza de que ya hubiera salido de la escuela.