Mi sobrino sabe cuidarme

Un día estaba en mi casa, estaba muy aburrida, eran como la una de la tarde, era un día entre semana. Como siempre mi vagina estaba muy mojada, deseando que algún macho la llenara de su hermosa carne. Había pensado en hablarle algún amante, pero no tenía ganas de salir de mi casa, así que no podría ser cualquier amante, pues no a todos los dejo entrar a mi casa, y muchos de ellos no saben dónde vivo.

Después de pensarlo un rato decidí llamar a mi sobrino Juan Carlos, tenía la esperanza de que ya hubiera salido de la escuela.

P –Hola Juan Carlos, ¿cómo estás?

J –Hola tía, bien y tú ¿cómo estás?

P –Bien gracias, oye ¿estás solo?

J –En este momento sí.

P –Muy bien entonces puedo hablar como nos gusta, estoy muy caliente, tu puta te necesita, ¿no quieres venir a darme una súper cogida?

J –Estoy con dos amigos, tenemos que hacer una tarea de la escuela.

P -¿Y tardaras mucho?

J – No mucho, pero ellos son de confianza, no te gustaría que ellos también te cogieran.

P –Sí claro, tres vergas son mejor que una.

J –Es más les voy a decir que primero vayamos a tu casa y después vayamos a lo de la tarea.

P –Muy bien mi amor, aquí los espero.

Yo traía un pantalón negro muy pegado, mi culo se veía muy rico, sabía que con eso era suficiente para volver loco a cualquiera. Una media hora después que se me hizo como si fueran meses, llegó Juan Carlos con sus dos amigos.

J –Hola tía, ellos son Gabriel y Alfonso.

P –Hola guapos.

A cada uno les di un pequeño beso en la boca, a mi sobrino le di un beso un poco más largo, él hizo que me diera vuelta.

J –¿Qué les parece este culo?

G –Culo, es un culazo.

A – No mames, que nalgas tiene.

Yo al sentirme tan deseada me calenté más de lo que ya estaba.

P -¿Ellos saben que deben de guardar el secreto verdad?

J –Claro, pero pues vamos a la recamara no, a eso venimos.

P –No quieren tomar algo antes.

J –No tía lo que nos urge es cogerte ya, que buenísima estas.

Juan Carlos me tomó de la cintura y me llevó a mi cuarto, me hizo ponerme en cuatro sobre la cama, ahí los tres empezaron a nalguearme, cosa que me prende bien rico. Yo daba pequeños gemidos, sabía que la iba a pasar muy bien con ellos, los tres no paraban de decirme lo mucho que les gustaban mis nalgas.

P –Desvístanse quiero ver sus vergas.

Ellos inmediatamente obedecieron, al verlas la de Juan Carlos era la más grande, le seguía la de Alfonso y por último la de Gabriel, al verlas tres frente a mí, bien paradas sentí como mi vagina y mi ano se abría llenos de deseo por ser llenados.

Me hinqué enfrente de ellos, tomé el de Juan Carlos, me lo metí a la boca, y le di una mamada al principio desesperada por mis ganas de verga, pero después baje el ritmo, para disfrutar cada parte de ese trozo de carne. Mientras se la chupaba tomé las otras dos, con mis manos y los masturbe lentamente.

Los tres gemían, el escuchar tan entregados a mis machos me hizo desear sentirlos adentro con desesperación.

P –Ya cójanme.

Alfonso se acostó por orden de Juan Carlos, a mí me ordenó que agarrara la verga de su amigo y me la metiera en la concha, una vez que lo hicimos, le dijo a Alfonso que me abrazara pero que permitiera que mi cabeza se ladeara para poder mamar la verga de Gabriel. Hicimos la prueba cuando Gabriel se acostó en la cama, dejando su verga cerca de mi boca, comencé a chupársela. Juan Carlos me escupió en el ano, después lo hizo en sus dedos, de forma no muy delicada me metió el primer dedo, cuando estuvo bien adentro, me metió un segundo dedo, cuando este terminó de entrar me los sacó rápido para inmediatamente meterme tres dedos, yo di un pequeño grito, él comenzó a moverlos buscando que mi agujero trasero estuviera bien abierto, cuando pensó que ya sería más fácil meter su verga, la acercó a mi ano, la metió con un poco de trabajo.

P –Así mi macho, lléname de rica carne.

Cuando la tuvo toda adentro de mí, pidió que no nos moviéramos, yo lo agradecí pues al permitir que me acostumbré a la verga que tenía metida en el ano, me iba a dar un enorme placer, paso como un minuto cuando yo empecé a moverme lentamente. Gabriel empezó a cogerme la boca muy rápido.

J –Espera Gabriel, deja que sea mi tía quien marque el ritmo en que la cogeremos.

Gabriel dejó de moverse y yo con ella en mi boca, la acaricié con mi lengua, su sabor no era muy rico, pero bueno era la verga era lo que yo necesitaba. Juan Carlos y Alfonso se movían lentamente al igual que yo, Gabriel ya no se movía solo daba pequeños gemidos por las suaves caricias que le hacía a su verga con mi lengua, así estuvimos algunos minutos. Yo necesitaba más placer así que aceleré mi ritmo, mi cadera se movía cada vez más, mi boca ya exprimía el pito de Gabriel.

Los tres machos que tenía dentro de mí, ya estaban gritando, yo quería gritar pero la verga que tenía en la boca me lo impedía. Comencé a chuparla más rápido, sabía que con eso lo haría acabar y podría gritar lo que quisiera.

G –Sí que rico la mamas, sííííííííí.

Su leche joven lleno mi boca, su sabor no era algo delicioso, pero no estaba mal, me tragué la leche y empecé a gritar.

P –Así mis machos, cójanse a su puta.

Ellos entraban y salían, sus gemidos eran fuertes, respiraban sobre mi cuerpo, el cual empezaba a tensarse pues me estaba llegando un rico orgasmo.

P –Que rico me cogen, me estoy viniendo.

Mis jugos empaparon el pito de Alfonso, Juan Carlos me besaba la espalda, eso me prendió más. Mi sobrino sabía cómo hacerme sentir placer, sabía satisfacerme.

A –Antes de venirme quiero darte por el culo Pamela, vamos a cambiar Juan Carlos.

Juan Carlos me la sacó, yo me paré para sacarme la de Alfonso, le sonreí.

P –Así que quieres mi culo.

J –Para que lo disfrutes al máximo Alfonso, cógetela tú hasta que te vengas en ese rico ano.

Juan Carlos me hizo ponerme en cuatro, yo saqué lo más que pude el culo, aunque con lo grande que lo tengo no era necesario, pero me gusta que mis machos vean muy bien lo que se van a coger.

Alfonso me tomó de las nalgas y apunto su pito a mi culo, cuando lo iba a meter Juan Carlos le dijo.

J –Espera, tía se una buena puta y pídeselo.

P –Vamos mi macho, mete esa verga en mi ano, necesito sentirme llena de tu carne.

Alfonso muy excitado la metió toda.

P –Así que rico, como me llenas.

A –Que delicia Pam, eres un sueño hecho realidad.

P –Dime puta, eso quiero ser.

A –Toma puta, siente como te cojo.

El entraba y salía a gran velocidad, yo me movía de atrás hacia adelante, buscando darle el mayor placer posible y aumentar mi placer.

P –Que rico me coges, sigue así, dame más.

El no aguanto mucho y sentí como mi ano se llenó de su semen caliente. Yo me recargue en la cama para descansar un poco, cuando Gabriel cayó en la cama, Juan Carlos lo había aventado, le quito el celular y le dijo que no me podía grabar, Juan Carlos borró el video, él estaba muy enojado, Alfonso tuvo que calmarlo, yo mientras me acerqué a Gabriel y le dije.

P –Papi, se supone que ustedes son discretos y si por una imprudencia esto se sabe, todos tendremos muchos problemas.

G –Perdón Pamela.

Alfonso le dijo a Juan Carlos que mejor se iba con Gabriel, que ellos hacían la tarea y que al siguiente día se veían en la escuela. Los dos se vistieron, se despidieron de mí.

G –Gracias Pam, otra vez perdón.

A –Estuvo increíble, jamás me había cogido a una mujer tan rica como tú, ojala podamos repetir algún día hermosa.

P –Que buenos que hayan venido espero verlos otra vez.

Me quede sola con Juan Carlos.

P –Mi amor no te enojes, debes de ser más calmado.

J –Es que no soporto que nadie se quiera pasar de listo con mis putas.

Al escuchar eso me sentí muy excitada.

P –Papi que bueno que sepas cuidar a tu zorrita, sabes que este culito necesita a su macho protector.

Mi sobrino me tomo de la cabeza y me hizo meterme su verga en la boca, yo necesitaba que mi macho me volviera a llenar. Lo chupe rápidamente, él gemía y me acariciaba el cabello. Me la saqué y le dije.

P –No te vayas a venir, quiero sentirte en mi concha.

Él me acostó en la cama, jaló mis piernas y las puso sobre sus hombros, apunto su verga a mi concha y me dijo.

J –Toma puta, siente mi verga en tu rica concha.

La metió toda, sentí como ese pito todo caliente me llenaba, me sentía su puta, deseaba que me la diera duro.

P –Cógeme sobrino, soy tu puta, tú eres mi macho, no me la saques, dame duro.

Él me cogió más rápido, los dos gemíamos, estábamos entregados a nuestro placer, nos sonreíamos, sabíamos que éramos una gran pareja, que el sexo entre nosotros era increíble.

J –Tía que rico lo haces, que concha más mojadita tienes.

P –Siempre está mojada, pero cuando tú me coges mi amor se moja más, sabes cómo darle mucho placer a tu puta.

Él me tenía tomada de la cintura, el golpeteo de nuestros cuerpos se escuchaba muy fuerte, el olor a sexo ya era muy fuerte, sentí como mi vagina se empezaba a contraer, mi orgasmo estaba llegando, él al darse cuenta me comenzó a coger más fuerte aún.

P –Síííííííííííí me vengo, que rico sííííííííí.

Él no aguanto más, sentí como su verga palpito más rápido y como su semen caliente me llenó la concha.

J –Toma puta, eres la mejor tía, que rico me haces venir.

Cuando termino de venirse, me la sacó, yo me acomodé en la cama, para recobrar el aire, él se fue al baño. Cuando regresó le pedí que abriera las ventanas, necesitaba que el olor se fuera, mi marido no debía de saber que su esposa era una simple puta, que vivía para ser cogida por casi todos los machos que conocía.

Mi sobrino se fue y yo me arregle, me puse muy bonita e hice la cena, para esperar como una buena esposa fiel a su amado esposo que ya no tardaría en llegar a la casa donde creía que su esposa era incapaz de siquiera engañarlo con el pensamiento, ojala que no se entere que soy la más puta de las mujeres.

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