La fiesta no fue tan intensa como imaginamos, pero si con muchas miradas sobre Leylia. Ante las cuales, ella y yo nos respondíamos intercambiando sonrisas cómplices sobre nuestro secreto, dado que todo lo que pudieran imaginarse estas personas, sin que ellos lo supieran, había realmente sucedido esa tarde. También hubo bastantes comentarios sobre su sexual disfraz.
Hablamos bastante con algunos amigos y otros desconocidos, bebimos bastante y bailamos un rato. Luego nos acercamos a una mesa para comer algunos bocados ya que teníamos verdadero apetito. Lo mejor de la fiesta vendría luego de esta pequeña cena y habiendo pasado no más de hora y media que estábamos allí. Ya con algo en los estómagos y con el más mínimo recuerdo de la increíble follada de esta tarde, nos alcanzaba para sentirnos, “bien arriba”.