Hice un sabroso anal con un repartidor de pizzas que vino aquí a mi casa y me volvió loca de lujuria. Estaba muy emocionada porque mi esposo había viajado a visitar a su padre enfermo y me dejó aquí sola llena de ganas. Porque sabe que me encanta el sexo y necesito follar casi todos los días. Porque soy una bella mujer de 34 años que sigue encima de todo y con unas ganas de sexo enormes. Y un viernes por la noche pedí una pizza y cuando llegó era un motoboy delicioso, nunca había visto un repartidor de pizzas tan guapo como ese jovencito que solo tenía 20 años.