Mi mamá es mi novia a escondidas de papá

Manuel se miraba al espejo mientras se afeitaba cuidadosamente.

Detrás de la cortina floreada su esposa Marcela, una hermosa mujer de unos 39 años se bañaba.

Siempre tuvo un cuerpo deslumbrante, buenas caderas con un culo redondo y paradito. Y sus tetas no se quedaban atrás, bastante grandes, apenas caídas.

Su cabello castaño caía hasta la cintura y lo cuidaba tan bien como el resto de su cuerpo.

Sin embargo, Manuel no tenía el más mínimo interés en el cuerpo de su esposa, a sus 54 años ya poco le interesaba el sexo.

Tenían un hijo en común, Marcos de 18 años, era lo único que los unía.

Marcos se llevaba bien con su madre, cosas que Manuel agradecía ya que le permitía que se esposa no estuviera tan pendiente de él.

A Marcela no parecía importarle ya el tener intimidad, parece que la pobre mujer se había resignado a masturbarse cuando dormía su marido o cuando sentía la necesidad.

Marcela soltó un gemido de placer que no disimulo para nada, su marido ni siquiera se inmuto ante el sonido.

“¿Te estas masturbando?”

Marcela agitada respondió a su marido.

“Sabes que me gusta tocarme, ahhh, cuando estoy tomando un baño”

Siguieron los sonidos de placer de Marcela.

“¿Lo viste a Marcos?, no estaba en su habitación”

Un segundo de silencio.

“Creo, ahhh que rico, creo que se fue a la casa de su amigo Pato”

Manuel termino de afeitarse.

“Por casualidad ¿no me deje la crema para después de afeitar ahí?, ¿puedo ver?”

“Nooo, quiero decir acá no está querido. Seguro se te termino y la tire eso es todo”

A Manuel le llamo la atención que su esposa le gritara, nunca lo hacía.

“¿Estas bien?, o acaso te da vergüenza que tu esposo te vea desnuda”

“No es eso querido, es que me estoy metiendo un pepino y bueno, eso si me da vergüenza, cosas de mujeres”

Su marido pareció entenderlo, tampoco es que le interesara mucho que hacía su mujer para satisfacerse.

Manuel salió del baño mientras su esposa se seguía autosatisfaciendo.

“¿Un pepino mamá? Se te hubiese ocurrido algo mejor para inventarte, papá podría haber abierto la cortina y vernos cogiendo”

Marcela era mala inventando excusas, además no pensaba que su esposo iba a entrar a afeitarse, menos mal que golpeo y le dio tiempo a cerrar la cortina.

“No te burles de tu madre, ahora seguime cogiendo que ya me estoy por correr y además quiero sentir tu lechita caliente dentro”

A Marcos le encantaba cogerse a su mamá en la ducha de parada, ver como el agua caía por su cuerpo maduro. Su padre era un estúpido por desperdiciar semejante hembra.

Mientras pensaba en eso, empezó a eyacular, dejando el interior de su madre lleno como ella pidió.

Se besaron, a Marcela la calentaba lo rápido que su hijo había pasado de ser inexperto a dar unos besos franceses de película porno.

El baño era el lugar mas seguro para coger de la casa cuando su marido estaba. Sino tenían sexo en cualquier parte, la cocina, el comedor, incluso una vez cogieron en la reposera del patio.

Marcela había encontrado la llama de la pasión que se apago con su marido, en su hijo de 18 años.

Le encantaba como la miraba, como si de la diosa griega afrodita se tratara, contemplando cada palmo de su cuerpo y sus curvas.

María cerro los ojos, disfrutando como el semen de su hijo comenzaba a salir por el lugar donde lo dio a luz, bajando lentamente por sus piernas.

Marcos la contemplaba en silencio, amaba verla hacer eso, sentir su leche saliendo.

Marcela se limpió la concha, mientras su hijo se vestía y se iba despacio a su cuarto sin hacer ruido. Tenía que esperar un rato, mientras le daba tiempo a que su pelo se seque, sino parecería sospechoso.

Dos días mas tarde Marcos invito a su madre a merendar a un lindo lugar, estaba ganando buena plata como ayudante de cocina.

Cuando su mamá se sentó, Marcos le tomo las manos como si de una pareja se tratará y le pregunto que tal le parecía el lugar.

“Es hermoso hijo, no recuerdo la última vez que fui a un lugar así”

Marcos sonrió y le dio un suave beso en los labios.

Marcela miro preocupada a todos lados, para luego devolverle una mirada severa.

“Tranquila, estamos muy lejos de casa para que alguien nos pueda reconocer, además hay una tienda a la que me gustaría ir después”

La intriga de Marcela era demasiada.

Merendaron y fueron a pasear por las tiendas tomados de la mano.

Hasta que llegaron donde Marcos quería, un pequeño sex shop. La cara de su madre estaba entre aterrada y completamente excitada, su marido nunca la hubiese llevado a un lugar como ese en la vida.

Era llevar el nivel de perversión a otro nivel, se le empezó a mojar la tela de la tanga blanca.

“¿Entramos mi amor?”

Beso a su hijo de una manera completamente salvaje y agarrándolo del brazo lo arrastro al interior de la tienda.

Miraron consoladores de todos los tamaños, formas y colores, muñecas sexuales y hasta accesorios menos convencionales.

Marcela agarro un collar rojo con tachas negras.

“Podría ponérmelo y me paseas desnuda como perrita por la casa”

La cara perpleja de su hijo era tan linda, amaba lo inocente que podía llegar a ser. Su mamá ciertamente era mas pervertida de lo que él pensaba.

Marcos apareció con un plug anal plateado con un corazón, seguro estuvo un buen rato debatiendo si mostrárselo o no.

“Me encanta amor, siempre quise uno de estos, sirve un montón para ir dilatando el ano y disfrutar mejor del sexo”

Marcela se acercó al oído de su hijo.

“Además hijo ¿sabías que una mujer puede pasar varias horas del día con un plug metido?, podría llevarlo al trabajo y hacerlo menos aburrido, muchas mujeres lo hacen”

Marcela se acercó a un estante y tomo dos lociones.

“Pero, además, necesitamos un buen lubricante, ¿te gusta mas sabor frutilla o chocolate?”

El muchacho del mostrador, un joven de no mas de 25 años, escuchaba completamente caliente la conversación de Marcela y Marcos. Quizás sentía un poco de envidia que él tuviera a una pareja tan lasciva.

“Trajes, que te parece un traje, puede ser de enfermera, mmmm, quizás colegiala no se”

Marcela miró al joven de la caja.

“¿Me veo muy grande para usar un traje de colegiala?”

La cara de sorpresa del vendedor ante la pregunta.

“Es broma, vamos mi amor, veamos esos trajes eróticos”

Salieron de la tienda luego de comprar varias cosas, Marcos no veía la hora de empezar a usar esos juguetes sexuales con su fogosa madre.

Se sentaron en un parque cercano bastante lindo, no había nadie cerca por lo que Marcela aprovecho para cumplir una de sus más profundas fantasías.

“Mira que no venga nadie hijo”

Marcela estaba usando un hermoso vestido blanco, despego el culo del asiento apenas unos centímetros, se subió el vestido y se quitó la tanga en un rápido movimiento.

Se la dio a Marcos, quien por instinto se la llevo a la nariz para darle una buena olfateada.

Marcela le abrió la cremallera del pantalón, y le saco la verga.

Enseguida se erecto y Marcela se sentó en el regazo de su hijo, bajando lentamente, enterrándose la verga en toda su mojada vagina.

“Siempre quise coger en un lugar público, me masturbaba largas noches con esta fantasía. Obvio que tu papá nunca me la cumplió, es irónico que su semilla terminara dándome mas placer que el progenitor”

Marcos la tomo da la cadera, y haciendo movimientos pélvicos empezó a cogérsela, tomándola por sorpresa a la madre haciendo que suelte un fuerte gemido de placer.

“Me encanta la química que tenemos en la cama, no podría haber pedido a nadie mejor para que fuera mi madre. Sos una mujer hermosa y te mereces disfrutar plenamente del sexo, yo te voy a hacer realidad tus fantasías”

Siguieron cogiendo, cada vez más intenso y coordinado.

Todo era perfecto, hasta que escucharon ruidos detrás de los arbustos y apareció un oficial de policía.

“Disculpen, ¿está todo bien?, espero que no estén haciendo nada indecoroso”

Mamá miro al oficial, y sin perder tiempo tomo su cartera.

“Para nada oficial, estábamos sentados contemplando el hermoso lago, mi hijo es muy sentimental con su madre, acá están los documentos de ambos para que corrobore el parentesco”

El policía le hecho un rápido vistazo a los DNI, pidió disculpas por la confusión y se retiró algo avergonzado.

El corazón de Marcos iba a mil, la adrenalina de casi ser descubiertos.

“Mamá eso fue muy arriesgado, creo que no fue tan buena idea después de todo”

Marcela le dio un pico en los labios.

“Puede ser, pero, ¿Quién se corrió cuando dije que éramos madre e hijo? Igual creo que nos corrimos al mismo tiempo, menos mal que el oficial se fue sino se iba a empezar a sentir el olor a semen y flujo, mas en un lugar abierto”

Marcos estaba por levantarse cuando su mamá le pidió que se quedaran un poquito mas así, que quería sentir la verga dentro más tiempo.

Comprobaron que no hubiera nadie a la vista.

Rápidamente Marcela se puso un apósito femenino y la tanga para contener el semen, y se fueron a buscar el auto sonriendo de forma cómplice.

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