Actualmente soy soltero. Tengo 34 años, divorciado, con un hijo de 6 años. Mido 1.83 y soy algo robusto, barba abultada y pene regular, pero bastante grueso.
Como mencioné, soy soltero, llevo 2 años divorciado, por problemas de infidelidad míos, que tal vez en un futuro cuente. Yo decidí ser honesto y contar todo a sabiendas de las consecuencias. Ya no era feliz y buscaba en otras mujeres serlo, y no era por ahí. En fin, el trabajo me mantiene ocupado de gallo a grillo. Trabajo en ranchos con ganado y en ocasiones ayudo a la empresa con los cultivos de diferentes tipos. Solo los domingos los uso para descansar. Y por descanso me refiero a contratar a escorts, traerlas a mi casa y follar.
Estoy cansado de ese juego de seducción entre dos extraños que muchas veces termina en nada, solo quiero satisfacer mi deseo sexual. Ya tengo varias chicas de las que me he vuelto cliente frecuente, pero ese domingo estaban ocupadas a la hora de siempre. Buscando en varias páginas de la ciudad encontré una chica que me llamó la atención. Obviamente su cara no se veía, pero tenía el cuerpo como me gusta. Delgada, pero con carnita en donde debe tener. Piel clarita y de buen culo. Solo 20 años. Dije venga, es momento de probar algo nuevo. Le mandé mensaje y pregunté si atendía a domicilio, contestó que si, me dio sus precios y quedamos para las 2 de la tarde. Me levante, me duche, pode el árbol y me dispuse a esperar a esta nueva chica.
Prepare una bebida y veía algo de fútbol en la sala de la casa mientras esperaba. A las 2:05, sonó el timbre. Me levanté y con bebida en mano abrí la puerta. Al instante los dos quedamos atónitos, «¿Bere?» Dije con voz incrédula mientras veía el entallado vestido negro que usaba «ay no es cierto» dijo casi llorando. Ella era Berenice, la hermana menor de mi ex esposa. Aproximadamente 1.60 de estatura, pechos medianos, piel blanca, rasgos orientales, cabello largo y negro, caderas dignas de salma hayek y un culo para chuparse los dedos. Gran cuerpo ya que siempre practicó algún deporte.
Entró a la casa, mas que nada por las miradas de algunos vecinos. Se sentó en una silla de la cocina. Yo detrás de ella veía lo rica que se veía en ese vestido. «¿Qué haces trabajando de escort?» Le pregunté. Sus papás estaban bien económicamente, vivían en un fraccionamiento de gente de dinero y a ella no le faltaba nada. Al ser la menor, prácticamente fue la mas mimada. Sin mirarme a la cara y entre dientes me dijo «el dinero». Y que sabes hacer, pregunte ya con la lujuria nublándome el pensamiento. «Pues lo que tú quieras» con la mirada al piso. Me acerque, con mi mano tome la suya y le indique que se pusiera de pie, le di un tierno beso en la boca, beso, que correspondió casi por instinto. La tome de la mano y nos dirigimos a la sala.
Me senté en el sillón y le dije «báilame» puse una canción y ella comenzó a bailarme, se repegaba a mi, sentía mi pene crecer, ella despojo el vestido y quedo en lencería, una tanga y un bra de encaje negro que dejaba poco a la imaginación, que delicia, nunca la había visto así, con ojos de lujuria, mi cuñada se había transformado en toda una bella mujer que pudiera conquistar a cualquier hombre. Ella se subió sobre mi, ya había cedido ante la excitante situación. El pudor ya no importaba, los dos queríamos esto. Se subió sobre mi y comenzamos a besarnos apasionadamente, saqué mi pene mientras nos besábamos, lo vio y dijo «no me va a caber, nunca me habían tocado así» la tranquilicé y le dije que iríamos despacio, mi pene quedo entre mi estómago y el de ella y mientras nos besábamos ella me masturbaba lentamente con su mano, podía sentir la humedad de su vagina ya traspasando aquella tanga y se respiración acelerada.
Francamente su olor era intoxicante, sus labios carnosos y nuestras lenguas bailaban un vals del pecado. Yo no podía creer que esta chica me estaba poniendo al borde del orgasmo solo con besos. Ella tal vez presintiendo mi clímax comenzó a mover sus caderas de atrás hacia adelante, masajeando mi pene. Apreté sus firmes nalgas y le dije excitadísimo «¡espérate, espérate!» Y sin poder contenerme me corrí, llene su vientre y mi panza de semen caliente. Mientras me corría yo veía su cara, volteando hacía mi pene y veía como mordía sus labios y cómo apretaba con una de sus manos uno de sus pechos.
«Te gusto?» Me preguntó mientras yo estaba agitado recuperando el aliento, por un momento me regreso a aquellas veces cuando en tus primeras ocasiones teniendo sexo pasas alguna vergüenza de este tipo. Me reí y le dije ¿tu que crees? Ella se levantó y saco de su bolsa unas toallas húmedas, se limpió y me limpio a mí. ¿Y ahora? Me dijo mirando mi flácido pene. «Ahorita despierta» y la tomé fuertemente de la cintura y besé sus labios, nuevamente fundidos en un beso, mis dedos buscaron su cueva de placer y fui introduciendo lentamente dos dedos, ella se retorcía, mordía con fuerza mi labio y en ocasiones mi lóbulo. «Ya, ya, ya» dijo rápidamente mientras sentí sobre mis dedos su vagina apretarse y su piel ponerse como gallina.
Se había corrido, sus piernas perdieron fuerza y la sostuve contra mi, me abrazo y después de haber pasado, me vio a los ojos y se rio nerviosamente. Yo ya tenía el pene erecto nuevamente, una erección vigorosa que hacía que me doliera un poco. «Ven» le dije y subimos las escaleras al segundo piso y entramos a mi cuarto. La acosté y me puse sobre ella, la besé y deje que mi pene pasara por su vagina, daba pequeños empujones y ella se retorcía con cada uno de ellos, probe meterla sin condón, pensando en que me detendría. Pero al contrario se preparó para recibir mi grueso falo y abrió mas sus piernas. «Despacio» me dijo mientras yo abría esa vagina como Moisés al mar Rojo.
Me apretaba fuerte con sus brazos, estaba realmente apretada, al final logré introducir todo, ella estaba entre una mezcla de dolor y placer, comencé a bombear, lentamente y subiendo el ritmo gradualmente. Ya los gemidos inundaban el cuarto, el golpeteo de mi cuerpo contra el suyo. El sudor ya bañaba nuestros cuerpos, cambiamos de posición y se subió sobre mi, nos besábamos mientras ella me cabalgaba, que placer tener esa apretada vagina solo para mí. Se detuvo, y al hacerlo comenzó yo a bombear desde abajo en un frenesí de embestidas. Ya no gemía, ya eran gritos que trataba de ahogar mordiéndome el pecho o con su mano sobre su boca. «Me voy a venir» le dije mientras no bajaba el ritmo «los quieres adentro?» Dije al borde del orgasmo «sí, sí, dámelos donde quieras papi» y no pasaron mas de 5 segundos cuando deje salir todas mis bendiciones dentro de ella. Que orgasmo, me vacíe completamente dentro de ella.
Nos quedamos inmóviles, solo nuestros cuerpos tratando de jalar aire se escuchaban. Se levantó y un chorro de semen salió inmediatamente, se fue al baño y regresó unos momentos después. Yo seguía acostado, con la verga de fuera y flácida, ella salió con una toalla se acostó a mi lado y comenzó a besarme nuevamente, bajo y con su lengua recorrió mi pene, lo introdujo en su boca y me puso al 100 nuevamente. Round 3 dije mientras ella dio una sonrisa de emoción y se puso en 4, indicándome como quería ser follada.
Me posicioné y de golpe introduje mi falo, ella dio un grito y en seguida comencé a bombear. Recordé un monólogo de un comediante mexicano, donde decía que el en el acto, cuando estaban de perrito aplicaba la técnica del 100-15-100, que consiste en dar 100 bombeadas a toda potencia y velocidad (o las que aguantes) parar y dar 15 a un ritmo tranquilo mientras tomas aire y volver a repartir otras 100 y decidí que hoy sería bueno intentarlo. Así que, lo hice. Ella se retorcía de placer, se corrió, yo seguía en ese frenesí, me pedía que parara, que tenía que ir al baño, y empuje aún con mas fuerza y logre que hiciera un delicioso squirt.
Ella temblaba ya de placer, se separó de mi y se tiro en la cama, tratando de recuperar aliento, las sábanas y el piso estaban mojados, me tumbe a su lado, levante su pierna y la penetre se retorcía, mientras buscaba contorsionarse para besarme. «Cógeme, cógeme» me decía. No aguante mas y ante esa petición solté una vez mas mi semen dentro de ella. Sintió mis espasmos, se dio vuelta y tiernamente me beso.
Platicamos un poco después de eso, bromeaba sobre porque su hermana (mi ex) siempre andaba feliz después de verme, yo le conté que me masturbé varias veces pensando en ella y ella me contó que acababa de empezar en esto y yo era su segundo cliente apenas. Le pagué y la llevé a comer algo y de ahí la deje en casa de sus papás.
Repetiríamos varias veces más pero ya es para otra ocasión.