Por más de que apenas nos llevemos 3 años de edad, la diferencia entre mi primo Jonathan y yo es abismal en cuanto a actitudes y formas de ser. Como él es menor que yo, siempre lo vi de forma tierna y como si fuese mi hermano pequeño.
Ambos vivimos juntos en la casa familiar por mucho tiempo, junto a mis hermanos y su madre. Él siempre fue muy callado y tímido, al punto de ser diagnosticado con dificultades para socializar.
Yo, por el contrario, siempre fui extrovertida y sociable; por lo que muchas veces era yo quien trataba de integrarlo en las conversaciones o grupos, pero él siempre elegía quedarse callado en un costado.