Me estuve comiendo a mi sobrina por 2 meses. Aprovechando las clases de Estadística que le daba, me la cogía rico, sin tabúes ni prejuicios. Estaban claras las reglas, por su vagina con condón, por su culo sin condón. Fueron meses deliciosos, volver a casa, a dar clases y coger gratis. Indudablemente una situación perfecta, casa, comida y culo, como decimos en Perú.
Una tarde de sábado, estaba en mi cuarto, descansando, me tocaron la puerta con timidez. Sabía que no era mi mamá, que se metía al cuarto sin pedir permiso ni ningún protocolo, a sacar la ropa para lavar, limpiar u ordenar, o cualquier cosa que como madre sintiese fuese su obligación. Tampoco mi papá, que cuando quería algo conmigo se ponía al otro lado de la puerta y gritaba mi nombre.