Encuentro de despedida en el hotel
La habitación del hotel estaba con ventanas y persianas cerradas que bloqueaban cualquier rastro del mundo exterior. Las luces del techo y las lámparas de mesita estaban encendidas, bañando cada rincón en un resplandor cálido y crudo que exponía cada detalle. Luci quería verlo todo, y yo también. El silencio era absoluto, roto solo por los sonidos que pronto llenarían el espacio: jadeos, gemidos, el choque de sus cuerpos. Me senté en un sillón clásico de hotel, de tela beige con patas de madera, justo frente a la cama, con una vista directa a la acción. Mi corazón latía con fuerza, una mezcla de excitación ardiente y un nudo de celos que me apretaba el pecho.