Hace cuestión de un mes atrás, se me acercó el dueño de la tienda que se encuentra al lado de mi oficina, pidiéndome que lo orientara en algo de índole personal, ya que a su criterio yo soy una de las pocas personas que conoce, que tiene una basta cultura sexual, y para halagarme me recordó el sin número de veces que estando en mi oficina, ocasionalmente había visto a mis secretarias tomando mensajes dejados por muchas de mis amigas, en los cuales confirmaban una cita o manifestaban estar contentas de haber pasado la noche o el día anterior conmigo.