El día que perdí mi virginidad

Estaba ansiosa, llena de expectativas. Había llegado el momento que tanto esperaba: cómo era mi primera vez con mi novio. Apenas podía creer que por fin hubiera llegado ese momento tan esperado.

Nos conocíamos desde hacía tiempo, pero con el paso del tiempo nos fuimos haciendo más íntimos. Cuando empecé a sentirme más cómoda a su lado, me di cuenta de que mi corazón latía con más fuerza y de que mis sentimientos hacia él estaban cambiando. Empecé a enamorarme.

Cuando decidimos estar juntos, supe que se acercaba el momento de la primera vez. Quería que la experiencia fuera increíble, pero también tenía miedo de no estar a la altura de mis expectativas.

Pasamos mucho tiempo hablando de sexo, de nuestros gustos y de los límites de cada uno. Cuando estuve segura de que estábamos preparados para la primera vez, decidimos quedar en su casa.
El día que perdí mi virginidad

Cuando llegué, me recibió con un abrazo y un beso. Sus caricias me ponían más cachonda por momentos. Me moría de ganas por ver qué pasaba a continuación.

Me cogió de la mano y me llevó al dormitorio. Todo estaba preparado para nuestra primera vez juntos. Había colocado velas por todas partes, esparcido flores por la habitación y encendido un sonido relajante.

Me sentía segura en sus brazos, pero también muy ansiosa. Quería que todo fuera perfecto. Me miró a los ojos y me dijo que me quería.

Empezó a besarme, primero con ternura y luego con más intensidad. Movió sus labios por mi cuerpo, excitándome cada vez más. Sus caricias me volvían loca de placer.

Entonces empezó a desnudarme, besando cada parte de mi cuerpo que descubría. Mis gemidos aumentaban a medida que su boca recorría mi cuerpo.

Finalmente, llegó el momento más esperado. Se colocó entre mis piernas y empezó a explorarme. Su lengua me proporcionó un placer intenso, llevándome a otro nivel de excitación.

Después de volverme loca de placer, se colocó encima de mí. Su cálida piel en contacto con la mía me llevó a otro nivel de placer. Nuestros cuerpos se movían al unísono, provocándome intensas oleadas de placer.

Cuando nos corrimos completamente juntos, sentí que era el momento de dejar que el placer se apoderara de mí. Me besó con pasión mientras me daba más y más placer.

Nuestros cálidos cuerpos se movían juntos en perfecta sincronía. Mi placer crecía cada vez más hasta alcanzar su cúspide. Cuando llegó, tuve la certeza de que había sido la mejor experiencia de mi vida.

La noche fue maravillosa y desde entonces ha sido lo mejor de mi relación. ¿Cómo fue la primera vez con mi novio? Increíble, es la única palabra que se me ocurre.

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