La última mamada al novio de Carla

El finde fue intenso intenso. El sábado acabé en casa del musculitos de la discoteca que me dio placer, pero a la mañana siguiente, cuando ya desperté en la residencia, volví a pecar. Me desperté casi al medio día. La resi ya estaba empezando a estar medio vacía, muchos se habían ido a sus pueblos o a sus ciudades y yo estaba alargando mi estancia un poco con las ganas de disfrutar el verano.

Me duché, me arreglé. Me quité todas las pruebas de la locura de la noche anterior y parecía que el día iba a ir normal, sin mayores incidencias hasta que al ir a comer me encontré al novio de Carla con la maleta.

Me vio y enseguida se puso a hablar conmigo. No lo había visto desde la última vez. Los dos manteníamos nuestro secreto con nuestras parejas, quizás yo mejor guardado. Quizás eso es lo que nos hacía un pelin cómplices.

Hay que admitir que dentro del cuerpo de tío que me pone, el novio de Carla no entra para nada y aun así le dejé follarme y se la chupé otro día como una loca. Lo que sí que me gusta es mandar, ponerlo nervioso y ser un poco guarra con él. Será que aun no está acostumbrado a las tías mandonas, pero esta vez me sorprendió él.

– Tengo que decirte que tienes la misma cara que después de nuestro encuentro. ¿Noche entretenida?

– Ala bestia. Para nada.

– No me engañes…

– ¿Se lo has contado a Carla?

– Sabes que no. Al igual que sabes que he estado pensando en ti.

– Por favor. En mi boca has estado pensando.

Me fui, dejándolo con la maleta y el silencio en la boca. Pero volvió.

– Igual también he pensado en tu boca. En ti. Y en todo lo que pasó las dos veces. Y también se que tienes novio y que te encanta hacer locuras. Que te callas muchas cosas pero que esta noche has estado desnuda. Y que si no fuera porque me voy, te desnudaría otra vez.

Admito que eso me puso un poco cachonda. Las veces anteriores era yo la que se ponía mandona, pero esta vez parecía que se había envalentonado.

– ¿Qué pasa, no te la chupan bien?

– Joder Teresa, estás muy agresiva conmigo.

Tal vez lo estuviese, aunque por otro lado estaba pensando en qué pasaría si se la chupo. Una mamada antes de que se fuese. Pero, ¿estaba realmente cachonda? Dios, si acababa de follar hace nada. ¿Cuantas viernes he acabado y he repetido el sábado? ¿Y ahora en verano iba a ser igual? ¿Le iba a dejar mi boca?

Estábamos casi en el hall principal, algo apartados pero seguía siendo un sitio público y aun así mi mente estaba pensando y fantaseando en qué pasaría si se la chupo…

– Podemos subir a mi habitación, Tere.

– Anda que no eres listo tú. – Aun así, me lo estaba pensando. Joder, qué me estaba pasando que aun así, de verdad que me lo estaba planteando.

– Tengo que intentarlo antes de irme…

¿Fue la Teresa guarra o su último intento por hacerme subir? No lo se, pero subí. Entre en su cuarto. Llevaba unos vaqueros cortitos y una camiseta y decidí volver a domarlo un poco.

– ¿Con qué has fantaseado? – Le pregunté mientras desabrochaba mi pantaloncito y le dejaba entrever mi tanga.

– Dime si estoy en lo cierto. ¿Qué has hecho esta noche?

– ¿De verdad es importante para ti?

– Quiero saberlo…

Se estaba acercando a mi poniendome cachonda y yo a la vez no paraba de mirarlo fíjamente. Quería derretirlo y con esa respuesta pretendía ser totalmente sincera con él.

– Me han follado.

Se quedó de piedra. Helado. No sé si no esperaba esa respuesta, o al revés, sí la esperaba. Tuve que acercarme yo. Le cogí de la mano derecha y la puse sobre mi ombligo, descubierto que dejaba el recorrido hasta la goma de mi tanga.

Bajó poco a poco hasta que su mano se metió por dentro de mi tanguita y estaba totalmente en contacto con mi coño. Sus dedos apartaron mis labios y me empezó a acariciar. Me empezó a entrar el placer poco a poco y las ganas de que sus dedos me entren.

Se acercó a mi y de pronto me los metió. Empecé a notar como los movía y como se golpeaban contra las paredes de mi coño a la vez que mis otros labios empezaron a emitir pequeños gemidos.

– ¿Ya te han follado el coño?

– Mmmmm mmmmm mmmmm – Ignoré su pregunta, pero me volvió a insistir.

– ¿Te lo han follado esta noche?

– Mmmmm… Siiiii

Sus dedos se intensificaron y decidió llevarme contra la mesa y apoyarme en ella. Intenté bajarme el short pero fue en vano hasta que él me sacó sus dedos para estirarlo para bajo y que se me caiga por las rodillas. Volvió a apartar mi tanga y me volvió a introducir sus dedos.

-Mira, mira. Mira como se te mueven dentro.

Bajé la mirada y me entró aun más gusto. Podía ver mi coñito estirado hacia él, mientras veía parte de su mano como se movía y sentía como me golpeaba por dentro.

Gemí, gemí y gemí hasta que noté que sus dedos y su mano empezaba a mojarse más y más y poco a poco empezaba a despertar entre mis piernas lo que sería un gemido más grande.

– Aah, aah, me corro, aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaah.

– Mira que mojada estás.

Me enseñó su mano y efectivamente, le había dejado sus dedos y parte de su mano brillantes.

– ¿No te la sacas? – Le dije buscándosela. – ¿No me habías traído para eso?

– Y para hacerte dedos…

– Sácala…

Me puse en modo mandona y al instante ya tenía su polla fuera. La cogí con la mano y le saqué la puntita hasta ves que él también se había mojado un poco.

Pasé mi dedo por la puntita recogiendo sus flujos y empecé a masturbarlo suavemente. Le sacaba la punta con fuerza que empezaba ya a estar brillante.

– ¿No me vas a decir que te la chupe?

– Teresaaa…

– Me has hecho subir para que chupe, ¿o no es así? – Estaba un poco cachonda presionándole. Me estaba poniendo con ganas y sabía que acabaría metiéndomelo en la boca, pero quería hacerlo sufrir.

– ¿Quieres chupar?

– Yo ya he hecho una mamada esta noche… – Le puse mi cara más guarra al contestar.

Se quedó sin palabras y decidí ser yo la que se arrodillase. Me la puse a la altura de mi cara, con su punta mirándome fijamente, cerré los ojos y me la metí.

Se deslizó por dentro de mi boca, pasando por mis labios, recorriendo mi lengua hasta meterse la puntita hasta casi mi garganta. No tenía un pollón descomunal y me lo podía meter facilmente, asique empecé a chupar.

Mis labios recorrían su rabo y a ratos miraba hacía arriba para ver como estaba. Notaba su mirada fija que seguía mis movimientos, sin tocarme ni empujarme. Seguí sin parar hasta que noté el sabor de las primeras gotas que me llenaban.

– ¿Podrás aguantarte? – Le miré hacia arriba con mi carita de putita, mientras dejaba mi boca abierta para provocarle.

– No me puedes preguntar eso Teresa.

– ¿Por qué no?

– Me muero de ganas de no aguantarme…

Le sonreí y me lo volví a meter. Esta vez me lo deslicé dentro y me lo dejé metido unos segundos, para que disfrutara de toda mi boca. Lo sentí dentro y por unos segundos noté esa falta de aire cuando está toda la polla metida hasta que me la volví a sacar. Estaba dura y mojada. Se la cogí con la mano, la apreté fuerte mientras sacaba toda su puntita y me la volví a meter. Se la empecé a chupar muy rápido mientras que con mi mano le masturbaba un poquito.

Apretaba su puntita con mis labios mientras me la metía y me la sacaba, a la vez que mi mano le masturbaba la polla. Me pasé su puntita alrededor de mi boca cuando volví a notar que estaba mojado para ponerlo más cachondo y seguir…

– Teresa, Teresa, Teresa, Teresa…

Cerré los ojos y empecé a notar como su semen salía a chorros mientras seguía metiendo y sacando su puntita…

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