Me follé a la madre de mi amigo

Siempre he sentido mucha admiración por la madre de mi amiga, la señora Mariana. Es una mujer muy guapa, de aspecto joven, pelo largo y liso y ojos grisáceos. Cada vez que la veía, me sentía atraído por ella y me preguntaba cómo sería estar con ella.

Un día, cuando iba a visitar a mi amigo, encontré a la Sra. Mariana sola en casa. Mi amigo había salido y ella estaba allí, sola, y me invitó a tomar un café. Salimos al jardín de la casa y empezamos a hablar. La conversación fluyó con tanta naturalidad que nunca antes habíamos hablado tanto. Me contó su vida y me dio algunos consejos.

No podía dejar de mirarla. Por más que lo intentaba, no podía apartar los ojos de ella. Era tan guapa, tan sensual. Mientras hablábamos sentí que había algo entre nosotros. Entonces se acercó a mí y me dio un beso.

En ese momento, me perdí. No podía dejar de besarla. Era tan intenso, tan excitante. Nuestros cuerpos estaban pegados y nuestras lenguas se tocaban. No podía creer lo que estaba pasando.

La señora Mariana tiró de mí hacia el interior de la casa y nos dirigimos a su habitación. Cuando llegamos, me tumbé en la cama y ella se sentó a mi lado. Empezó a besarme y a acariciarme por todas partes. No podía creer lo que estaba pasando, me había follado a la madre de mi amigo y había sido increíble.

Empezó a quitarme la ropa y yo estaba tan excitado que apenas podía respirar. Empezó a besarme más intensamente, pasando su lengua por todo mi cuerpo. Me acariciaba y me excitaba aún más. Sentía el calor de su cuerpo a mi lado.

Me sentía tan vulnerable, pero al mismo tiempo tan seguro con ella. Me levantó y me puso encima de ella. Comenzó a penetrarme lentamente y sentí que mi corazón iba a explotar de excitación.

Me levantó y empezó a besarme de nuevo. Luego procedió a acariciarme por todos lados. Me excitó aún más y empecé a moverme con más intensidad.

No podía creer lo que estaba pasando, me estaba follando a la madre de mi amigo. Era increíble. El placer era tan intenso que no podía controlarme. Ella me abrazaba con fuerza y nos movíamos como si fuéramos una sola persona.

El calor que emanaba de nuestros cuerpos era increíble. Nuestras bocas se encontraron y nuestros cuerpos se unieron como si estuviéramos hechos el uno para el otro. Fue tan intenso que no pude contener mis gemidos.

Cuando llegamos al clímax, no podía creer lo que había pasado. La experiencia fue tan increíble que nunca la olvidaría. Me follé a la madre de mi amigo y fue la mejor experiencia sexual de mi vida.

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