Infiel a mi novio con extranjero de una verga enorme

Después de aquella experiencia con esos cuatro sementales venezolanos, mi vida cambió, la relación con mi novio ya no me satisfacía, no era mal amante, pero le faltaba esa pasión, esa creatividad, esa forma de moverse tan candente y esa profundidad, eso era realmente coger, con mi novio era simplemente sexo, extrañaba esa tremenda cogida que me habían dado esos machos, pero no me atrevía a buscarlos nuevamente, me sentía culpable con mi novio e intentaba que todo regresara a la normalidad.

Las semanas pasaban y no podía quitármelos de la cabeza, extrañaba sobre todo a Nelson, el líder y el que más rico me cogió, tenía con frecuencia sueños eróticos que me despertaban a la mitad de la noche y no podía dormir hasta que me masturbaba o me ponía boca abajo con una almohada entre las piernas y me apretaba contra la cama y las sábanas imaginándome ser poseída por Nelson o alguno de sus amigos.

Habrían pasado unas 5 o 6 semanas, era mediados de diciembre, justo había iniciado el llamado Maratón Guadalupe-Reyes, la temporada de fiestas más larga de México que inicia el 12 de diciembre y se prolonga hasta el 6 de enero, la noche anterior mi novio y yo habíamos asistido a una posada al salir del trabajo y llegamos tarde, mi novio tenía que ir a estudiar y trabajar y se acababa de despedir de mí, en cambio, era mi día de descanso y pensaba quedarme un rato más en cama, cuando recibí una llamada de mi compañera de trabajo, me preguntó dónde había dejado las llaves del archivo clínico, ya que no las encontraba, tampoco recordaba, pero me levanté y busqué en mi bolso, allí estaban, no podía creer mi estupidez, por mi apuro por salir del trabajo e ir a la fiesta había olvidado guardar las llaves en su sitio, le dije a mi compañera que por error me las había traído, pero que me daba un baño rápido e iba a dejarlas.

Me bañé rápidamente, maldiciendo ser tan bruta y salí apresuradamente rumbo al metro para llegar al hospital.

Una vez que entregué las llaves me dispuse a tomar el metro para regresar a casa y descansar un poco, cuando veo a Nelson en el andén, su varonil figura era fácilmente reconocible, llegó el tren y abrió sus puertas, la hora pico había pasado y al entrar al tren observé que me vio, había asientos disponibles y me senté en el primero que encontré, lo vi acercarse y mi corazón empezó a latir, su mirada estaba fija en mi cuerpo, me veía de pies a cabeza como si me desnudara con los ojos, cuando llegó frente a mi, me vio descaradamente las piernas y me dijo:

– Hola, chama, ¿me puedo sentar?

Afirmé con la cabeza, estaba en shock y apenada por la forma en que me veía, pensé que llamaría la atención de la gente, pero también me excitaba tremendamente su descarada forma de mirarme.

– ¿Me recuerdas?- señaló.

Claro que lo recordaba, como podría olvidar la increíble cogida que Nelson y sus amigos me dieron, había sido la mejor cogida de mi vida, me dieron con todo y por todos mis agujeros, lo que ni en sueños imaginé, pero me quedé callada.

– Veo que estás molesta y tienes razón, te dimos tremenda culeada mis panas y yo, pero me cortó una bola si no gozaste un puyero.

– Sabes, desde aquel día me tienes arrecho, estoy empepao contigo, nunca había conocido una catira tan caliente- agregó.

– Lo que pasó, pasó, no puede volver a ocurrir- señalé.

– ¿Y por qué?, ¿acaso no estuvo chévere?

No respondí, me daba pena que los demás pasajeros escucharán.

– Anda, vamos a soplar el bisté, no te arrepentirás, chama.

Seguí sin responder, pero me quedé pensando, ese chico me atraía mucho y me gustó muchísimo como me cogió.

– Vamos, solo un polvo y ya – insistió

– Mira, eres muy atractivo, pero estoy arrepentida de lo que pasó – por fin respondí.

– Acaso no gozaste chama?, si gemías y gritabas como loca.

– Ya baja la voz que te van a oír-exclamé

– Mira chama como me tienes.

Tomó mi mano y la llevó a su entrepierna, sentí su trozo de carne en mi mano, caliente y grueso, mi cuerpo se estremeció y retiré mi mano al instante.

– Espera, que haces, nos pueden ver – reclamé.

– Vamos, chama, acompáñame a mi apartamento, vamos a rellenar la arepa.- insistió mirándome a los ojos, con su sonrisa pícara y encantadora.

No soltó mi mano, quedó entrelazada con la suya y recargada en su pierna, debí retirar mi mano, no lo hice, la acariciaba suavemente, el suave contacto de su piel sobre la mía me ponía la piel de gallina, mi coñito estaba empapado, estaba ardiendo en deseo y mis defensas se derrumbaban rápidamente.

Acercó su boca a mi oído y me susurró:

– Anda chama, anímate, te voy a dar la cogida de tu vida.

Mi corazón latía a mil por hora, quería que ese guapo chico me cogiera, pero no quería ir a su pequeño departamento y encontrarme con alguno de sus amigos o que llegara de imprevisto, llegando a la estación Copilco, se levanta y jala mi mano para levantarme, me rehusó y le digo con un hilillo de voz.

– No, mejor vamos al mío, vivo sola. – mentí.

Una sonrisa se dibujó en su cara, una sonrisa de triunfo al saber que estaba en sus manos, no se volvió a sentar, quedó parado frente a mi, su verga ya formaba una gran carpa, que me tenía hipnotizada.

La estación Universidad era la siguiente y la última de la línea, todo mundo se bajó, veía que algunas mujeres e incluso algunos hombres se le quedaban viendo el enorme bulto que se le había formado, pero no parecía importarle, caminaba orgulloso, conmigo agarrada de la cintura con su enorme bulto balanceándose a un lado y a otro, estaba nerviosa, sentía que todo mundo se daba cuenta que aquel hermoso macho me llevaba para ser empalada.

Caminamos rápidamente el trayecto hasta llegar a mi departamento, todo el trayecto no dejó de decirme cosas y acariciar mi cintura y nalgas.

Tan pronto entramos al departamento, nos dirigimos al dormitorio sin escala, me besó apasionadamente mordiendo mis labios suavemente y me fue quitando la ropa sin dejar de acariciarme, me recostó en la cama y siguió besándome de una forma extremadamente excitante, su lengua entraba y salía de mi boca, recorriendo mi lengua y paladar.

– Te extrañé chama- susurró en mi oído.

Siguió besándome con pasión, nuestras bocas se fundían, sus manos acariciaban mis tetas y pellizcaban suavemente mis pezones, sentí su verga dura y gruesa entre mis muslos, la punta suave y caliente escurría su viscoso líquido sobre mi piel, cuando su mano tocó mi entrepierna sentí un espasmo que recorrió mi cuerpo de pies a cabeza y un gemido escapó de mi boca.

– Cógeme – alcancé a exclamar.

Su boca bajó a mis tetas, las recorrió besando cada centímetro de mi piel, el tibio aire de su respiración me hacía cosquillas, abrió su boca y empezó a succionar uno de mis pezones como un bebé, mis pezones se pusieron erectos al instante, mis manos fueron a su cabeza y acariciaba su pelo, siguió con mi otro pezón, lo lamió y mordisqueó un rato antes de succionarlo, mis pezones se hincharon, su saliva escurría por mis tetas.

Su mano seguía en mi entrepierna acariciaba suavemente mi clítoris y mi vagina seguía poniéndose ya chorreaba, recorrió mis labios vaginales, lubricando sus dedos con mis fluidos y apartando mis nalgas con sus manos, empezó a acariciar con la yema de uno de sus dedos mi apretado esfínter, no pude evitar dar un respingo al sentir la suave caricia en mi zona más íntima, me miró a los ojos con una sonrisa maliciosa y sin dejar de mirarme empujó su dedo y se fue introduciendo lentamente en mi interior, muy lento y suave, me llegó muy profundo y lancé un gemido ahogado, debí poner cara de placer, porque sonrió satisfecho, empezó a moverlo en círculos, besó mi vientre y fue bajando hasta llegar a mi sexo, abrí las piernas entregando mi tesoro y su lengua se hundió en mi coño, recorrió mi rajita hasta alcanzar el botoncito de mi clítoris y lo lamió pasando su lengua en forma circular, mordisqueándolo suavemente y succionándolo, sin dejar de mover su dedo dentro de mi culo, mis gemidos aumentaron de intensidad y mis fluidos ya escurrían, cerré mis ojos y en ese momento metió un segundo dedo en mi culo, me ardió ligeramente, pero pronto sentí placer, su boca se apoderó de mi vagina y empezó a succionar mis líquidos vaginales, ya no pude aguantar más, espasmos empezaron a recorrer mi cuerpo y me corrí dando un alarido de placer, fue un orgasmo larguísimo, mi esfínter se contraía apretando sus dedos y mis líquidos fluían abundantemente, los mismos que recogía con su boca y bebía golosamente, mi respiración se agitó y daba bocanadas de aire, me desplomé en la cama tratando de recuperar mi aliento.

Sacó sus dedos de mi culo y se incorporó, me miró y luego miró a su hinchada verga, no hicieron falta las palabras, era mi turno de darle placer, me acerqué a su hermosa verga, dura y gruesa y con esa cabeza tan roja y brillante, la tomé con mi mano, estaba caliente y palpitaba, abrí mi boca y recorrí con mi lengua la suave y sedosa piel de su hinchado hongo, el olor a macho llenó mi nariz, abrí mi boca lo más que pude y su enorme nabo se introdujo en ella, saboreé su sabor, un sabor salado y ligeramente ácido inundó mi boca, líquido preseminal salía por la punta y lo succioné con glotonería, me encantaba chupar esa enorme verga, la seguí mamando un largo rato, lo escuché gemir y succioné con mayor ímpetu, me agarró la cabeza con sus grandes manos y comenzó a mover su cadera hacia atrás y adelante, la cabeza de su verga me llegaba a la campanilla, eso me provocaba arcadas y aguanté las ganas de vomitar, deseaba darle todo el placer que pudiera a mi macho, respiraba con dificultad atragantada de la verga de Nelson, llegó un momento que ya me dolían las mandíbulas, hasta que dando un golpe de cadera y dando un gruñido lanzó el primer chorro de su caliente y espeso semen directamente en mi garganta, era tan espeso que casi me atraganto, tuve que sacarme su verga de la boca para lograr tragarme su semen, los demás chorros se estrellaron en mi cara, usando la cabeza de su verga como cuchara, recogió los restos de su corrida y la metió nuevamente en mi boca, mirándolo a los ojos chupé los restos de semen y los degusté, dejándole la verga limpia y brillante.

Una vez que terminé de limpiar su verga con mi lengua y tragarme todo su semen me levantó y me dio un beso largo e intenso, un beso con sabor a semen, nuestras lenguas se entrelazaron y me fue recostando en la cama, besó mi cuello y lo lamió, fue subiendo su lengua hasta alcanzar mi oreja y la metió dentro, mi cuerpo se estremeció con esa inesperada y húmeda caricia, sentí entre mis piernas que su verga se ponía nuevamente dura, me abrazó y me apretó contra su cuerpo ambos de costado, nuevamente buscó mi boca, me besaba y acariciaba mi espalda, bajó mis manos a mis nalgas, las acarició y apretó suavemente, su verga ya estaba totalmente erecta y acariciaba mis labios vaginales, mi coño palpitaba y mirándome a los ojos empezó a presionar, sentí como su enorme instrumento se abría paso, disfruté cada centímetro de su largo y grueso trozo de carne, hasta que sentí sus huevos chocar con mi vagina, me sentía tan plena, tan llena de carne, la sacó hasta dejar solamente la cabeza dentro y me la volvió a meter hasta el fondo, empujaba fuerte y movía sus caderas en forma circular, haciéndomela sentir en lo más profundo, así lo hizo un innumerable número de veces, siempre mirándome y besando mis labios y mi cara, sin acelerar, tomando su tiempo para disfrutarme y gozar, el tamaño y grosor de su verga me estiraba la vagina al máximo y sentía riquísimo como se movía y estimulaba mis paredes internas.

– ¿Te gusta?, me encanta tu cuca tan estrecha, aprieta bien rico mi verga, y es tan suave y caliente que te estaría cogiendo día y noche sin parar.

Me excitaba escucharlo, no paraba de hablar mientras me penetraba, su acento caribeño se me hacía tan seductor, después de estar penetrándome un largo rato se incorporó y me dio vuelta.

– Ahora es el turno de gozar tu divino y blanco culito, chamita hermosa.

Me puso en 4 patas, con el culito bien levantado, me incliné hasta apoyar mi cara en una almohada para levantar más el culo y abriendo mis piernas, decidida a entregarle mi orificio en sacrificio, sabiendo el tamaño y grosor de su verga, recordé que en un cajón tenía un tubo de lubricante, del que se usa en el hospital y le señalé donde encontrarlo:

– Abre ese cajón, ahí tengo un botecito de lubricante.

Sonrió y extrajo el tubo de lubricante.

– Bien, chama, estabas preparada para darme el culito, que bien, me gusta.

Me tomó de la cintura y sus manos separaron mis nalgas y dejó mi apretado y tembloroso esfínter al descubierto, colocó su cara entre mis nalgas y su lengua hurgó en mi entrada trasera, todo mi cuerpo se estremeció y mi piel se puso de gallina al contacto, siguió lamiendo mi esfínter un par de minutos, introduciendo la punta de su lengua y moviéndola en forma circular, sus dedos encontraron mi clítoris y lo acariciaba suavemente, abrió el tubo de lubricante y aplicó una generosa cantidad en sus dedos, y empezó a masajear mi arrugado anillo de carne en forma circular, hasta que presionó y mi esfínter se abrió, su dedo me acaricio por dentro y lubricó mis paredes internas.

– Relájate chama, afloja el cuerpo, tienes el culito muy estrecho y tenemos que abrirlo bien para que te entre mi verga.

Pronto fueron dos dedos repletos de lubricante en mi interior, y cada que los sacaba aplicaba mas lubricante antes de volverlos a meter, sentía mi colita cada vez más dilatada, sus dedos entraban y salían con facilidad, entonces se embadurnó la totalidad de su verga con el lubricante y se incorporó, sus manos me tomaron fuertemente de la cintura y sentí el ardiente trozo de carne deslizándose en la raja entre mis nalgas, pronto encontró la punta de su verga la entrada de mi culito, intentó penetrarme un par de veces, sin éxito, su verga era demasiado gruesa y salía disparada hacia arriba.

– Relájate chamita, relájate, entrégame tu culito.- me decía.

Aplicó más gel lubricante en mi orificio y nuevamente sentí la sedosa y caliente cabeza en la entrada, abrió mis nalgas lo más que pudo y volvió a empujar, cada vez mi anito se abría más hasta que la cabeza lo traspasó y apreté el culo dando un grito de dolor.

– Relájate chama, relájate- intentaba tranquilizarme.

Dejó la cabeza dentro un rato, sin moverse, esperando pacientemente que mi culo se adapte al visitante, efectivamente el dolor disminuyó y me relajé completamente, entonces siguió presionando y me la fue metiendo toda, lento, pero sin detenerse hasta que sus huevos chocaron con mis nalgas, dí un largo gemido que debió escucharse por todo el edificio, me sentía tan llena, una sensación de que estaba a punto de explotar y tan plena a la vez, mi mirada se nubló y mi cuerpo vibraba de placer combinado con punzadas de dolor, se quedó un rato quieto esperando pacientemente que mi culo se adaptara al diámetro y longitud de su instrumento, el dolor nuevamente disminuyó y se lo hice saber, iniciando un mete y saca, lento y profundo, en cada estocada mi cuerpo temblaba y daba una bocanada de aire mordiendo la almohada para ahogar mis gemidos, sus manos me sujetaban fuertemente de la cintura y me empalaba con potencia, hasta el fondo, pero sin aumentar su lento ritmo, cuando la tenía hasta el fondo me apretaba contra su cuerpo y se movía en forma circular, restregándome bien su verga en mi interior y haciéndome ver estrellas, daba gritos de placer, era un experto, de cuando en cuando se detenía y me la dejaba enterrada hasta el fondo sin moverse, de esa forma prolongaba su orgasmo.

Después de un largo rato cogiéndome lentamente fue acelerando sus movimientos y se recostó sobre mi cuerpo, abrazándome y apretando mi cuerpo al suyo, me embistió con fuerza, como si quisiera clavarme a la cama, mientras mordía, lamía y besaba mi nuca, mi cuello y mis orejas , me deshacía en sus brazos y giré mi cara para darnos un beso húmedo y cachondo.

Me estaba cogiendo con todo su vigor y ya no aguanté más, mis piernas se tensaron, empecé a retorcerme en la cama, mis ojos se pusieron en blanco y un orgasmo intenso y largo sacudió mi cuerpo, sentí escurrir mis fluidos y mojar las sábanas, su aguante era impresionante, siguió cogiéndome como si nada hubiera ocurrido, con toda su fuerza, con toda su potencia otro largo rato, llegó un momento que pensé que me volvería loca, ya tenía el culo al rojo vivo de tan larga cogida y empecé a culear apretando mi adolorido culo, lo escuché gruñir y seguí, aflojaba el culo para que entrara toda y apretaba el culo al salir, quería darle el máximo placer posible y al mismo tiempo acelerar su orgasmo, lo escuchaba gruñir de placer y funcionó, aceleró sus movimientos y me empezó a coger a un ritmo bestial, mis gritos y gemidos aumentaron de intensidad y eso lo excitaba más, prácticamente me estaba taladrando el culo, su pelvis chocaba con fuerza y rapidez contra mis nalgas sudadas, nuevamente estaba próxima al orgasmo, en ese momento susurró en mi oído.

– Ya no aguanto chama, me vas a sacar la leche, tu culo es fantástico.

Pude sentir como su verga se engrosaba y lanzaba su primer chorro de leche ardiente en la profundidad de mi culo, al instante mi cuerpo empezó a temblar y me corrí también entre intensos gemidos, todo mi cuerpo convulsionaba, siguió lanzando chorro tras chorro de su ardiente néctar, llenando mi culo de leche, hasta que se desplomó sobre mí espalda, mi cuerpo quedó tendido con su cuerpo sobre el mío.

Nos quedamos así un largo rato, en silencio, con su cuerpo pegado al mío, sudorosos y con su verga todavía metida en mi culo, la sentía palpitar, hasta que fue perdiendo la erección, nos incorporamos, fui al baño a asearme con semen escurriendo por mis nalgas, tenía el culo tremendamente adolorido pero me sentía satisfecha y feliz, me aseé y al salir del baño ya se encontraba vestido, afortunadamente ya se iba porque no tardaba mucho en llegar mi novio.

Se despidió y me dio su número telefónico y yo le di el mío, apenas había cambiado las sábanas y puesto un short y blusa, cuando llegó mi novio y salí a recibirlo.

Esa noche mi novio también me cogió, tenía miedo que se diera cuenta que estaba recién cogida, pero ni cuenta se dio, al contrario, me cogió en una forma muy intensa y me dijo que ese día tenía mi coñito bien rico y jugoso, que me entraba bien rico su verga y que le gustaba mucho lo caliente que estaba.

Había vuelto a serle infiel a mi novio e incluso había llevado a un desconocido a cogerme en la misma cama, me había vuelto a dejar llevar por el deseo y no había pensado bien las cosas, aquel extraño pero guapo extranjero ahora sabía dónde vivía, algo riesgoso, no sabía que esa falta de prudencia provocaría que mi vida y la de mi novio dieran un giro radical e inesperado, pero eso se los cuento en el siguiente relato.

Me encanta que me escriban y me cuenten sus experiencias y fantasías, me pueden escribir a [email protected].

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