A los 19 años, era una chica disfrutando de la vida: me había mudado a la capital para estudiar, entrenaba en el gimnasio para mantener un buen cuerpo y ganaba algo de dinero en un trabajo de medio tiempo. Mientras, mis padres me pagaban el departamento y los estudios.
Durante las vacaciones decidí ir a pasar unos días a la casa familiar, antes de emprender rumbo a la playa con mis amigas.