Sexo casual de una noche

Esto sucedió hace aproximadamente dos años, donde actualmente vivo arriendo una pieza en la casa que comparto con otra persona, habitualmente se hacen convivencias donde el dueño invita amigas y gente.

Esto sucedió una noche donde el dueño de la casa me pidió si podía preparar un asado para una amiga de su novia que vendría de visita, cuando ella llego me saludo de forma muy normal y yo igual, se puso a fumar cerca de la parrilla y empezamos a conocernos hablar de temas cotidianos, yo le serví una copa de vino y la compartíamos mientras yo terminaba de hacer el asado.

Leer más

Abriendo puertas

Hacía tiempo que yo lo pensaba.
No era una obsesión, pero de vez en cuando, en esos momentos en los que la piel aún arde después de hacer el amor, le dejaba caer alguna insinuación. Un comentario, una fantasía dicha en voz baja, como si fuera un sueño absurdo.

—¿Te imaginas… otro con nosotros? —le había dicho una noche, sin mirarla directamente.

Carol siempre reía, un poco nerviosa, y cambiaba de tema. Me conoce lo suficiente como para saber que no era solo una broma, pero durante mucho tiempo se mantuvo en una especie de dulce resistencia. Hasta que, sin mucho aviso, empezó a dejarse llevar. Quizá porque me veía sincero, o quizá porque, en el fondo, a ella también le picaba la curiosidad.

Leer más

Nuestra primera noche en un club swinger

Esta es la historia de la primera vez que visitamos un club swinger con mi esposa.

Aquella noche nos entregamos por completo: tríos, intercambios, orgías y todo tipo de excesos calientes.

Todo empezó alrededor de las 23 h, cuando nos dimos de una ducha de a tres (mi esposa, otra mujer y yo), nos enjabonábamos, besábamos y tocábamos intensamente (esa historia la contaré en otro momento).

Después de esa ducha ardiente, mi esposa comenzó a vestirse. Se puso una tanga diminuta que apenas cubría su concha recién depilada, tan suave y provocativa que parecía pedir ser lamida. El hilo que se perdía entre sus nalgas; luego, un short negro tan corto que apenas le tapaba las nalgas, y una remera de red que dejaba sus tetas prácticamente al descubierto con los pezones duros marcándose.

Leer más

Le enseño fotos de mi novia desnuda a mi amigo

Llevo un año y medio de relación con mi novia. Ella se llama Mia tiene 25 años y ella es chaparrita, no es gorda pero tampoco delgada, es de piel blanquita, tiene poco pecho lo suficiente para cuando usa escote se le vean ricos sus pechos, pero no los tiene grandes, ella es de cabello rubio, lo que más me gusta de su cuerpo y lo que más resalta es su culo, tiene un culo grande, las nalgas se le mueven delicioso y unas caderas bien formadas.

Tiene buenas piernas y una personalidad muy agradable cuando la conoces, pero cuando no le hablas se mira muy arrogante y mamona. Mi historia con ella es que la conocí en la universidad, no hablábamos demasiado, pero al finalizar la carrera empezamos a hablar cada vez más. No íbamos en el mismo salón por lo tanto solo nos conocíamos de vista y teníamos amigos en común.

Leer más

Trío esperado con mi pareja y un amigo

Los días siguientes al trío inesperado con mi amigo, mi pareja algo incómoda me preguntaba qué había pasado. Yo, también algo incómodo, evadía la conversación. Luego no volvió a tocar el tema.

Retomé el contacto con mi amigo luego de un par de semanas, sin mencionar lo sucedido. Tampoco nos volvió a visitar por un tiempo.

Había pasado algo más de un mes, y mi pareja mencionó que le parecía raro que mi amigo no había vuelto a visitarnos. Le respondí que seguramente estaba muy ocupado con su trabajo.

Leer más

El mejor sexo de mi vida

Durante algunos años usé un app de citas en el que en su mayoría había maduras de ahí había que filtrar a las que se mantuvieran bien conservadas.

Hice match con Sandra, de 50 años, yo tenía 31 en ese entonces.

Empezamos a platicar y poco a poco tomó confianza, no era muy extrovertida.

Tengo varios tatuajes en los brazos y me dijo que los quería ver, eso propició a que le mandara fotos sin playera.

Leer más

Una madura y atractiva mujer

Como estaba repodrido de la gran ciudad decidí mudarme a un pueblo tranquilo. Encontré uno junto al mar, a medio mundo de mi casa natal y allí decidí quedarme. Todo era nuevo para mí. Excepto los bares. Siempre hay vida de bar en los pueblos y es allí donde se cuecen las habas.

Encontré un lugar en el centro del pueblo, que de todos los existentes reunía las condiciones de buen gusto, buena música y gente linda que una persona como yo necesita como entorno para que la cerveza, el vino o el café no le causen retortijones de estómago. Y de allí me hice parroquiano.

Leer más