Borracha con tres hombres después de la posada

Este relato lo acabamos de vivir en una posada que fuimos invitados, somo Fernando, tengo 25 años y mi esposa Priscilla, que tiene 24 años.

Trabajamos en una oficina que da soporte a empresas, así que, en una de las empresas que damos soporte, nos invitaron a la posada, yo tengo buenos amigos ahí, aunque la mayoría señores casados que no se cansan de querer invitarme a table y cosas así, pues piensan que somos muy chicos, lo que no saben es todo lo que hacemos mi esposa y yo, si no creen, lean nuestros otros relatos.

La posada fue buena, hubo rifa y todo lo normal. En nuestra mesa, estaban sentados varios matrimonios, entre ellos un amigo, Raúl y su esposa Mónica, ellos tienen alrededor de 40 años; también estaban Marco y su novia Nallely, ellos de unos 36 años aproximadamente.

La noche paso muy bien, todos bailamos y bebimos bastante, yo notaba que cada que bailaba con mi mujer, Raúl y Marco no dejaban de verla, ella que es bajita, delgada, con pechos y nalgas pequeñas, pero bien paraditas por el ejercicio, era la sensación. Priscilla vestía un vestido color plata brillante de noche, pero era corto y sin tirantes, por lo que lucía muy sexy.

Al terminar la posada eran apenas la 1 de la mañana, así que las tres parejas decidimos ir a bailar a un antro, ahí seguimos bebiendo y platicando de todo; Priscilla con las copas que había bebido se había puesto caliente y comenzaba a besarme y bailarme arrimándome su colita.

A las 3:30 de la madrugada Raúl no dejaba de decirme que mi esposa era muy hermosa y tenía un cuerpo delicioso, yo noté como en sus ojos no dejaban de ver a mi esposa, intencionalmente abracé a Pri y levanté un poco su vestido, sus nalguitas se asomaron y Raúl abrió sus ojos, él ya estaba muy borracho, pero no se le notaba pues tenía callo para tomar, por otro lado, Marco estaba muy prendido que sin pensarlo tomó con su mano a su novia y con la otra a Pri y comenzaron a bailar.

Marco les daba vueltas y ambas mujeres se reían, Pri olvidaba lo pequeño del vestido y dejaba ver de vez en cuando sus nalguitas que parecían ir sin nada por la diminuta tanga negra.

Cuando las mujeres empezaron a decir que era hora de irse, Raúl me dijo que le siguiéramos, pero su mujer ya le hacía caras para irse, así que les dije que mi casa estaba disponible. Los 6 nos fuimos a nuestras respectivas casas con la promesa de seguirla el día siguiente.

Al llegar a casa Pri se quitó sus tacones y se me lanzó, yo la lleve a la cama, pero me pidió una cerveza, yo sabía que con todo el alcohol que había bebido, Pri quedaría tumbada con la cerveza, sin embargo, la acompañé.

Mientras ambos bebíamos, fajábamos hasta quedar Pri en tanga y yo en bóxer; yo chupé sus pequeños pezones y después bajé hasta su conchita, estaba tumbada en la cama así que solo hice a un lado el triangulito negro de la tanga y comencé a lamer sus labios, su rajita pequeña estaba muy mojada, tenía un aroma a sudor y a algo dulce por la ducha y perfume que usaba, metía mi lengua y mi dedo índice en la conchita y ella gemía de placer.

Cuando estaba por quitarme el bóxer sonó mi teléfono, era Raúl, me decía que estaba afuera de mi casa, cabe aclarar que la casa es más un departamento dentro de un “fraccionamiento” pequeño de otras casas, así que le abrí el portón con mi celular y entró en su coche, dejé tumbada a Pri en la cama y me puse algo de ropa para abrir.

Salí en short y noté que Raúl venía con Marco, seguían bebiendo y venían algo ebrios, al verme en vestido en pijama se disculparon por la molestia, pero les dije que no era problema, que podían pasar.

Dentro me invitaron de sus cervezas, y platicábamos. Raúl me decía que disfrutara de mi mujer porque éramos muy jóvenes y que es la mejor etapa, además de que estaba muy buena, yo solo reía, pero quise subir el tono así que comenté “y tiene un coñito pequeño, depilado y apretadito que sabe cómo caramelo”, ambos hombres pusieron cara de lujuria y a la vez de sorpresa, así que reímos.

Raúl me pidió el baño así que le indiqué donde estaba, pero frente al baño estaba la puerta abierta del cuarto, donde estaba tumbada semi desnuda Priscilla.

Unos minutos, noté que ya se había oído la puerta del baño, pero Raúl no venía, así que fui a ver qué pasaba y noté que Raúl miraba desde la puerta del cuarto a Priscilla, ella estaba dormida sobre la cama, sus piernas abiertas solo con su tanguita negra, el triangulito cubría su rajita, pero sus pechos pequeños mostraban lo duro de sus diminutos pezones.

Raúl se tocaba el bulto que al parecer estaba algo a erecto, lo observé y le dije “es preciosa verdad”, Raúl giró rápido, pero sus ojos de borracho no me enfocaban, solo me respondió “está buenísima, mira su cuerpecito”, y acto seguido caminó hacia mí, lo detuve y le dije que esperara.

Entre al cuarto y le hice seña de que hiciera silencio, yo me arrodillé y jalé un poco de las piernas a Pri, comencé a lamer su estómago, subí a los pezones y después comencé a sobar su conchita sobre el triángulo negro de la tanga, Raúl nos miraba y no parpadeaba, aunque algo tambaleante por el alcohol, se recargo en el marco de la puerta.

Tras unos segundos, Pri comenzó a hacer sonidos, pero no despertaba, estaba derrotada por el alcohol. Metí la mano en la tanga y comencé a meter mis dedos despacio, dejándome empapados y viscosos los dedos, me levanté y me acerqué a Raúl, le puse los dedos cerca de la cara y le dije que oliera, él así lo hizo y solo me dijo que olía muy rico.

Raúl, que era un hombre de 40 años, cuerpo fuerte, un poco alto, de tez moreno claro, me dijo que se había puesto muy caliente, le pregunte “¿te la cogerías?”, él me miró y sonrió, pero no sabía exactamente qué decir, hasta que me respondió si lo dejaría hacer algo así, le dije que sí, el caminó hacia la cama e inclinándose hacia Pri le levantó las piernas, sus pequeños pies quedaron en su cara y Raúl comenzó a lamer sus pies, a chupar sus dedos, frotaba los chamorros de mi mujer y ella ni en cuenta.

Tras un rato, Raúl giró buscándome, yo estaba sentado masturbándome en una esquina de la cama, el volvió a preguntar si de verdad podía hacerlo, yo le dije “si no te regaña tu mujer, adelante”, él solo se rio, después se quitó la camisa y el pantalón, llevaba unas trusas blancas que dejaban ver su pene, era grueso y algo largo, lo primero que pensé es que Priscilla disfrutaría mucho.

Raúl se colocó sobre Priscilla, comenzó besando su boca, luego su cuello, tocaba con fuerza y decisión sus pechos pequeños y con sus dedos apretaba sus pezones, luego los chupo y con unos movimientos torpes se quitó su trusa, dejando salir su pene, él se escupió en una mano y colocó su saliva estirando hacia atrás el prepucio y dejando libre la cabeza que brillaba por el preseminal y la saliva.

Se masturbo y frotó su pene en el cuerpo dormido y tibio de Pri, después bajo hasta su parte y estiró la tanga hasta las rodillas de Pri, ahí el comenzó a masajear la rajita y con sus dedos la abrió, se inclinó y comenzó a lamer y meter su lengua en la conchita, su mano derecha frotaba el pequeño clítoris rosado de mi mujer, ella se mojaba, pero solo gemía.

Olvidé que Marco seguía en la sala, me levanté de la cama y asomándome le dije en voz algo baja “Marco”, el volteó y le hice la seña de que se acercara, así lo hizo y al dirigirse al cuarto, él también ya estaba borracho, se acercó y cuando miró puso cara de susto y sorpresa, me miró incrédulo de ver al señor ahí comiendo a mi mujer, y no emitió sonido, yo solo le dije “¿gustas?”, él no sabía que hacer, estaba como asustado, pero preguntó si habría problema, yo solo reí y negué con la cabeza; me pasó su cerveza y se acercó a la cama, se subió comenzó a besar a Priscilla mientras tocaba sus pechos y Raúl comía la conchita.

Priscilla comenzaba a retorcerse en la cama y, yo me bajé el short y el bóxer, comencé a masturbarme viendo aquella escena, dos hombres probando a mi mujer. Cuando noté que Raúl se estaba preparando para coger a Pri, me acerqué y saqué los condones, se los coloqué en la cama, él tomó uno y se lo puso batallando por lo borracho, estiró con una mano la tanga y se la quitó. Marco aprovechó y se inclinó sobre Pri hasta su conchita, la sobo y luego le pasó su lengua rápido.

Raúl levantó las piernas de Pri, se puso de rodillas y despacio empezó a meter su pene, “está muy apretada y bien caliente” exclamó, yo estaba muy excitado que no respondí, solo miraba. Marco se desnudó y le puso su pene largo y moreno en la boca, lo metía a su antojo pues Priscilla solo se quejaba un poco, Marco era un hombre de 1.70 metros aproximadamente, aperlado, algo robusto, su pene era delgado moreno.

Mientras Raúl estaba apoyado en la cama con las piernas de mi mujer en sus hombros, aprovechaba para chupar sus pequeños pies, Marco sobaba el cuerpo de Pri, y yo disfrutaba de aquel acto, luego de un rato, Raúl salió de Pri y se quitó el condón, pensé que se deslecharía, pero solo lo hizo para cambiar de lugar y darle a mamar su pene a mi mujer, ahí estaba Pri, con dos penes en su boca, pero ella solo podía abrir la boca y sacar la lengua.

Marco se levantó y se puso un condón, se acercó a Priscilla e imitó a Raúl, puso las piernas de mi mujer en sus hombros y procedió a clavarla, ambos estaban disfrutando de ella a placer, Marco me habló y me pidió mirar, ella estaba escurriendo de su conchita, estaba empapada, yo solo me seguía masturbando.

En la habitación que estaba algo oscura solo con poca luz de las lámparas de noche, se escuchaban los gemidos de mi mujer y los ruidos de animal que emitían por su esfuerzo ambos hombres. Raúl le pidió quitarse a Marco, este le hizo caso y Raúl giró a Priscilla, se recostó y se colocó otro condón, la puso de lado y comenzó a metérsela, me preguntó si se la podía meter por la cola, yo le dije que a ella no le gustaba, él me dijo que ni cuenta se daría, así que despacio, bajó, escupió en el hoyo de mi mujer y con lengua frotó la saliva y después le metió la verga.

Marco se colocó de frente y empujó a Priscilla sobre Raúl, ella sintió el dolor de tener una verga de golpe y se retorció, pero Raúl la apretó con fuerza, después Marco le metió su verga en la conchita, “le entra rico por lo mojada que está”, me dijo, yo le dije que así era ella.

Estuvieron un rato, pero noté que Raúl apretaba a Priscilla pues esta se quería zafar, pero seguía adormilada, Marco se salió dijo que le faltaba poco para correrse. Raúl tomó a Priscilla y se volvió a colocar de misionero, y le empezó a clavar con más fuerza, hasta que se salió, aventó el condón y chorreó un buen de leche sobre la pelvis de mi mujer, todo ese semen escurrió hasta la vagina, el cabrón antes de quitarse y después del orgasmo de haberse venido, comenzó a frotar su cabeza en los labios de mi mujer embarrando su leche.

Se quitó y se limpió con su trusa, después Marco se acercó y masturbándose abrió las piernas de Pri que estaban levantando las rodillas y también aventó su chorro de leche. Su conchita estaba muy cubierta de leche, después se quitó y se inclinó para besar a Pri en la boca, y después pasarle el pene por la boca de mi mujer, dejando un poco de semen en ella.

Al ver eso me prendí, me acerqué a mi mujer, le levanté su pierna derecha y mientras chupaba su talón y luego sus dedos, aventé un chorro de leche sobre la vagina, combinando nuestro semen, y luego comencé a metérsela, metiendo todo lo que se había juntado, ellos dos hombres estaban sorprendidos.

Tras terminar todos contentos, Raúl y Marco se fueron a sus casas, yo limpié a Pri con una toalla y luego la abracé para quedarme dormido junto a ella.

Al día siguiente amanecimos bien calientes pues me puse a platicarle todo lo que había pasado y ella me comentó que le gustaría hacerlo consiente la siguiente vez.

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