Termine obsesionado con mi amada nieta

Cuando mi mujer me dijo que sería divertido poner una piscina en el jardín, pensé que quería decir diversión de verdad… es decir, sexo. No me enteré de que se refería a darnos baños y jugar en el agua, hasta que estuvo hecha y el dineral ya gastado. Si no fuese por las olas de calor típicas del verano, nunca hubiera metido un pie en esa charca construida con engaños.

Podría haber merecido la pena si por lo menos la hubiera aprovechado nuestro hijo, pero a mi mujer no se le ocurrió la idea hasta que el muchacho tenía ya veinte años y una novia formal con la que pasaba todo el tiempo. Cada vez que miraba la piscina, en lo único que podía pensar era en la fortuna que me costaba llenarla de agua y en lo ridículo que era tener que ver a mi señora nadando como un perrillo moribundo.

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Iniciando a mi cuñada

Sucedió hace unos días. El calor era extremo y tan solo el agua de la piscina y una cerveza fría conseguían aliviar la tremenda temperatura que nos azotaba. Mi novia estaba trabajando y yo, que ahora estoy en paro, me quedé en casa como de costumbre, aunque esta vez en compañía de su hermana pequeña, que justo acababa de cumplir 18 y está en su pleno esplendor corpóreo. Debido al calor decidimos ir a la piscina así que, como de costumbre, fui a la nevera a por unas cervezas frías antes de meterme en el agua. Para cuando volví a la piscina, mi cuñada ya estaba allí. Se había puesto un bañador muy ajustado, que realzaba enormemente su prieto culo y sus pequeños pechos, que en contacto con el agua habían decidido manifestarse con un endurecimiento de los pezones.

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Navidad con mi suegro

Como seguramente ya se dieron cuenta, esto me ocurrió previo a la noche de navidad, en casa de mis suegros.

Al igual que muchas familias solemos reunirnos en casa de los suegros para tener una cena navideña la noche del 24 de diciembre. En esta ocasión no había nada diferente, ni extraordinario. Mi esposo había salido con nuestro hijo de 10 años para ver la iluminación del centro comercial cercano. Mi suegra había ido a misa de noche buena y mi suegro había salido por las compras de último momento para la cena. De manera que yo estaba sola en la cocina preprando algunos platillos típicos para la cena de noche buena.

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El cumpleaños de mi mamá

Mi mamá se llama Beatriz, ella tiene 40 años, es una mujer de 1.70 un poco llenita, muy blanca, de cabello negro, tetas grandes, su medida de brasier es 36 D y tiene un culo redondito y grande.
Era cumpleañosmpleaños de mi mamá, ella había rentado un jardín para el evento, esa noche mi mamá llevaba puesta una blusa verde botella con un agujero sobre sus pechos, el cual dejaba ver esa línea deliciosa que se forma entre los pechos de cualquier mujer, se veía esquicito, yo estaba bailando con ella y no podía dejar ver sus pechos, cuando de pronto mi abuelo (su papá) ya un poco ebrio me pide bailar con mi mamá, mientras bailaban vi como mi abuelo veía los pechos de mi mamá descaradamente, ya ni siquiera finjiendo no verlo, sino viéndolos directamente.

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Mi mujer y su tio

Esto sucedió en una ocasión que me encontraba en una fiesta habíamos ido mi mujer y yo a una fiesta de unos amigos pues había bastante gente mi mujer llevaba un vestido negro de encaje, corto y muy pegado pues aun asi las tiene bien paraditas y una tanguita que le acababa de comprar de encaje que le dejaba ver la panocha, ella es blanca que con solo verla cualquiera se la quisiera coger, estábamos con unos amigos bebiendo cerveza cuando aparece a lo lejos su tío Pedro quien cada que ve a mi esposa Ana se la coje con la mirada, mi esposa ya se había tomado varias y le dijo a ella que ahí andaba su tío Pedro y luego luego me contesta ya vas a empezar con tus cosas para esto su tío ya había llegado hasta donde estábamos nosotros.

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Una madre muy caliente

Jaime era uno de esos muchachos que no se comunicaba mucho con la gente, aunque todos sabían que con sólo 17 años ya era un genio del dibujo. Era un chico alto, de pelo y ojos marrones, tristes por demás. Muchas chicas del colegio pensaban que era lindo, pero las cosas no pasaban de allí. Él vivía en un pequeño departamento con su madre Julieta, una de esas mujeres que hacen girar cabezas vaya a donde vaya. Hablemos un poco de ella, 36 años, estatura media, pelo negro opaco y ojos verdes. Algo que la caracterizaba realmente era su cola, parada y dura como pocas, aunque sus senos no le envidiaban nada. Ambos se hacían notar, sin importar el tipo de ropa que usase; una bendición o una desgracia, juzguen ustedes.

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Sexo anal con mi papá

Cuando vi que era mi hermano al que me había comido, me quedé paralizada por un momento. Pero de alguna manera me provocó mucho morbo, y quise más.

Me acerqué a él y estaba temblando. Y traté de calmarlo. Lo agarré del brazo y le dije: “Tranquilo, no pasa nada, nadie tiene que saber de esto. Trata de relajarte otra vez.” Mientras le decía esto, bajé mi mano hacia su verga y empecé a masturbarlo. Me pare de puntitas para alcanzarlo (porque es mucho más alto que yo), y le di un beso.

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