Una rica puta en los festejos del mundial de Argentina

A mis 20 años me considero bisexual. Tuve experiencias con un par de chicas que me gustaron mucho, pero mi primera vez fue con un chico del barrio y a partir de ahí supe el placer que me podía dar una buena pija. Todas las fantasías se volvieron realidad. Luego de estar con ese chico, estuve con uno que conocí en un pub gay y luego un breve romance con un hombre de más de 40 que me enseñó a disfrutar del sexo entre chicos. Fue una relación oculta, nadie sabe de mis deseos sexuales. Nos encontrábamos en su casa o en hoteles. Él me regaló mi primera depilación completa y luego me pidió que usara tanguitas, medias, sostenes. Encontró en mi alguien que le podía cumplir sus fantasías y me encantó ese juego de feminizarme. Después de romper con él a principios de este año, continuó mi gusto por usar tanguitas y estar siempre depilado. Me encanta el roce de esas prendas entre mis nalgas, me calienta recordar cuando me hacía poner en cuatro, me corría la tela antes de penetrarme.

A lo largo de este año tuve algunas experiencias más de sexo casual, pero el uso de prendas femeninas había quedado sólo para mi intimidad. Sin embargo, todo cambió durante el transcurso de este mundial y lo terminé siendo la putita de los festejos. Antes de contarles esta historia me describo un poco, ahora en femenino. Soy alta, de 1,80 mts, delgada pero de buen físico, buenas piernas producto de mi actividad física, soy castaña de ojos claros y como dije voy siempre depilada. Lo que más le llama la atención a los chicos es mi cola parada y carnosa, con el agujerito rosita que a todos les gusta comerlo y chuparlo. A pesar de mis rasgos femeninos tengo una buena pija de 18cm y gruesa que también le ha gustado mucho a las chicas.

Siempre me gustó el fútbol y de hecho lo practico, pero como soy muy reservada con mi sexualidad, nunca tuve nada con mis compañeros de deporte. El mundial lo esperaba con ansias como todo argentino y me llevé una gran desilusión al perder el primer partido. Para el segundo, que iba a transcurrir un sábado, acepté la invitación del conocido del barrio con el que tuve mi primera vez. Desde ese día nunca había vuelto a pasar nada, él me había dicho que fue un error por estar borracho y yo también prefería que quedara todo ahí. Desde ese día nos saludamos, compartimos alguna fiesta como conocidos que dejaron un evento en el pasado. Además él me había visto salir con chicas y yo también a él.

Me resultó un poco extraña su invitación pero supuse que lo hacía como amigos, además iba a haber otras personas. Como de costumbre me puse una tanguita de color blanco, un shorts, remera y me dirigí a su casa. Además de Darío, que así se llamaba el chico, estaba un morocho de buen cuerpo llamado Julián al que no conocía y una chica extranjera que estaba de vacaciones. Venía de Bélgica y se llamaba Myla, de pelo oscuro, tez blanca y profundos ojos azules. Era un poco grandota, con grandes pechos, algo de barriga y unas potentes nalgas y muslos. La habían conocido en una fiesta en un Hostel y habían quedado en ver juntos el partido.

Cuando terminó el primer tiempo, con la ansiedad de ir empatando contra México y un poco de alcohol encima, decidí salir al patio a tomar un poco de aire. A los segundos salió Darío que también estaba un poco ebrio. En ese momento no estaba pensando en sexo, pero al verlo junto a mi me despertó el recuerdo de mi primera vez. Además es un chico muy guapo, de 25 años, rubio de 1,90 de altura, de espalda y brazos fuertes. Si me pedía en ese instante que nos fuéramos a su cuarto accedía sin dudarlo, pero lo que me dijo me dejó de piedra. Me contó que Julián había follado con ella hace unas noches atrás y que la chica le pidió tener una «fiesta» con más chicos, que era su fantasía y que quería aprovechar su viaje por el mundo. Cuando Julián le contó, pensó en mi ya que tenemos «confianza». No me lo podía creer! No venía preparada para esto y en ese momento ni recordaba que traía puesta una tanguita.

No respondí, sólo le dirigí una sonrisa tímida y volví a entrar a la casa. En el transcurso del segundo tiempo notaba como Julián le acariciaba la pierna a Myla y por momentos su mano se perdía por debajo de su faldita. No podía concentrarme en el partido hasta que vino el primer gol de Argentina y fue todo euforia, gritos y abrazos entre nosotros. Myla quedó un poco sorprendida y por momentos asustada. Seguimos bebiendo y festejando, los cuatro estábamos un poco ebrios y antes de que finalice el partido Myla y Julián empezaron a besarse con pasión. Ya no disimulaban, ella tenía las piernas abiertas dejando su tanga a vista de nosotros mientras el chico frotaba sus fuertes manos por encima de la prenda. La chica gemía levemente mientras nosotros los observábamos. En un momento Julian hace una seña para que nos acerquemos. Yo me quedé parada, estaba nerviosa. En cambio Darío accedió sin dudarlo. Se sentó al otro costado de la chica y cuando ésta se percató lo empezó a besar. Julian aprovechó y levantó su top, para comerle esas grandes tetas con pequeños pezones rosados. Estaban riquísimas. De a poco me empecé a animar pero no sabía como incorporarme, nunca había tenido sexo grupal. Pero eso lo resolvió Myla…

Mientras recibía besos y caricias de esos dos hermosos hombres, se corrió la tanguita y mirándome con una sonrisa de lujuria me invitó a comerla. Se veía brillante por sus fluidos y bien depilada. Me fui directo a arrodillarme entre sus potentes muslos y empecé a saborear su coño con paciencia y profundidad. Myla me agarró de la cabeza y me apretó contra su entrepierna. Sus gemidos empezaban a ser más potentes y sentí como los chicos se incorporaban sacándose la ropa. Sabía que le iban a dar de mamar pero algo que vieron los interrumpió. El alcohol y la calentura de la situación me habían hecho olvidar por completo que traía una tanguita y al arrodillarme mi shorts se bajaron hasta la mitad de mi cola dejando la ropa interior al descubierto.

Julián: uy…! pero que hermosa tanguita bebé (y luego soltó una carcajada).

En ese momento reaccioné y me quedé de piedra. Fue tal vez el instante más vergonzoso de mi vida. No sabía bien que hacer y me quedé duro en esa posición.

J: vos sabías de esto? Este viene a dar o a recibir verga?

Darío no hablaba. Él también debe haber estado nervioso. No se por qué, debe haber sido el alcohol, pero en ese instante reaccioné, como queriendo salvar a Darío. Giré mi cabeza y con mucha personalidad le respondí: «si querés también puedo recibir, total queda entre nosotros». Julian estaba sólo vestido con su boxer que se notaba un buen paquete. Mostraba en todo su esplendor sus pectorales fuertes, sus brazos y piernas anchas. Sonrió y con su cabeza miró hacia su pija como invitándome a chuparla. Me paré, le di la espalda a Myla que no entendía nada, me bajé mis shorts y me saqué la remera quedando sólo con mi tanguita metida entre mis hermosas nalgas y mis zapatillas. Me arrodillé frente a Julián quedando con mi cara frente a su verga. La chica no sabía que pasaba jaja. Creo que Darío se debe haber relajado al ver la actitud mía y de Julian y se dirigió hacia la chica. Salieron de mi campo visual y me dediqué a lo mío.

El hecho de mostrarme así ante esos chicos me hizo sentir liberada. No había vuelta atrás y quería gozar como también lo pretendía Myla. Toque la pija de Juli por encima de sus boxers y la notaba duray sobretodo muy grande. Lentamente bajé su ropa interior y saltó ante mi cara una hermosa verga más grande y ancha que la mía. Nunca había tenido una así para mí. La agarré suavemente con mi mano y la sentí caliente. Si aroma a macho me deleitaba. Se me hacía agua la boca y sin más empecé a chuparla. Julián gemía levemente mientras susurraba «así putita, así. Cómo te gusta la pija». Yo estaba ida, en ese momento sólo quería chupar verga y me estaba calentando mucho. Mi pija crecía dentro de mi tanguita que no la podía contener. La saqué por un costado mientras continuaba con mi labor.

Estaba concentrada en mi tarea hasta que Julian me pidió que vaya al sillón. Menos mal porque empezaba a dolerme las rodillas. Cuando me incorporé la vi a Myla ya toda desnuda, chupando la verga de Darío, que de las tres era la más chica aunque de buen tamaño. Julián se fue un instante a buscar un colchón para ponerlo en el suelo y fue cuando Myla reparó en mi pija que estaba bien dura saliendo por el costado de mi tanga. Sonrío y me pidió que me acerque. Me la quería chupar pero yo tenía otros planes. Me senté al lado de ella y entre las dos empezamos a mamar a Darío. Nunca me imaginé hacer esto, pero me calentaba mucho compartir esa pija y sentir el roce de nuestras lenguas, la calidez de su boca. Nos besábamos con una polla en el medio de nuestras bocas.

Cuando regresó Julián, la chica me agarró de la mano y me invitó a ir al colchón. Las dos nos pusimos en cuatro ofreciéndole nuestras colitas a los chicos mientras nos besábamos. Myla no entendía nada de español por lo que para ella pasó desapercibido cuando el morocho le dijo a Darío «la verdad amigo, tiene mejor cola tu amiguita». Los dos rieron y yo moví la cola. Julián se arrodilló, corrió el hilo de la tanga, apreció mi agujerito unos segundo y lo empezó a chupar con ganas. Me arrancó un gemido de placer. Lo hacía medio brisco pero con ganas. El calor de su lengua haciendo pequeños círculos me estremecía. Yo movía mi colita para mostrarle que me encantaba. Sus fuertes manos agarraban mis nalgas dándome la necesidad de que me posea. Así estuvo unos minutos hasta que se separó y entendí que lo hizo para penetrarme pero le pedí que me dilate un poco. En ese momento, Darío estaba penetrando con ganas a la belga que estaba al lado mío y gemía con ganas. Se escuchaba el vientre de mi amigo golpear contra las potentes nalgas de la europea. Al escuchar mi pedido, teniendo en cuenta el grosor y tamaño de la verga del morocho, mi amigo le dijo que me penetraba él primero por lo que cambiaron. Después de aquella primera vez, iba a volver a sentir la pija de Darío, que con paciencia me empezó a dilatar con sus dedos mientras que Julián se cogía a Myla. Cuando tres de sus dedos entraban en mi colita, se dispuso a cogerme. Mi amigo tiene una pija linda, cabezona y se le pone bien dura. La sentí mucho cuando empezó a penetrarme, casi no sentía dolor y de inmediato la empecé a disfrutar. Estaba desinhibida y muy caliente, por lo que gemía como una putita pidiendo que me coja con fuerza.

Fueron varios minutos recibiendo la pija de Darío y sus nalgadas, hasta que el morocho le pidió cambiar. Me puse un poco nerviosa pero ya estaba entregada y dilatada. Me incorporé, quede parada frente a frente con él que estaba completamente desnudo con su pollón bien duro y yo con mi tanguita, zapatillas y mi pija semi erecta por fuera de mi tanga. Nos miramos y sucedió algo que no me esperaba: con una mano agarró mi cintura y con la otra mi colita acercándome hacia él. Nuestros cuerpos quedaron pegados, nuestras dos pollas se rozaban y me dio un profundo beso. Me derretía en sus brazos. Escuchaba cómo Myla se reía mientras recibía una chupada de coño de Darío. El morocho me agarró de la mano y me dirigió al sillón. Se recostó y me subí encima para cabalgarlo. Agarré su pija y la dirigí a mi agujerito. Sentí su calor mientras ese pedazo de carne se hacía lugar en mi interior. Nunca me había sentido tan abierta, me dolía un poco pero quería ser poseída por ese chico. Me aguanté y seguí bajando. Él agarraba con fuerza mis nalgas y las abría. Fue entrando toda y de a poco empecé a cabalgarlo. Julián también se movía con ganas taladrandome la colita. Mis gemidos eran cada vez más fuertes y agudos, el roce de su pija en mi interior me generaba un placer cercano al orgasmo que pocas veces había sentido. Me olvidé de Darío y Myla, sólo quería gozar. Mi pija cada vez se ponía más dura.

Cambiamos de posición, él seguía sentado en el sillón, yo encima pero ahora recostando mi espalda contra su pecho. Era hermoso, hacía me sentía más abierta. En eso vi cómo se acercaba Myla ya que Darío había acabado y por un momento estaba fuera de combate. Se acercó a besarme, me encantaba la tibieza de su lengua. Luego bajó para chuparme la pija mientras el morocho me seguía taladrando, Estaba tan caliente que un estímulo directo sobre mi verga me iba a hacer acabar y así fue. No duré mucho, al minuto estaba largando chorros de leche en la boca de la belga que recibía con placer. Me besó de nuevo compartiendo mi leche mientras yo me salía de la pija de Julián, y entre las dos bajamos para darle una buena mamada. Myla se reía con complicidad mientras nos devorábamos ese hermoso miembro hasta que nuestro macho empezó a tensionar sus músculos y gemir de manera grave. De su verga empezó a brotar una abundante cantidad de leche espesa que nos llenó la boca y la cara a ambas. Julián acabó de manera deliciosa y tan abundante que me volví a calentar mientras que con Myla nos limpiábamos con nuestras lenguas.

Yo estaba cansada, mi colita muy abierta por lo que decidí frenar un poco e irme a bañar. Myla quería seguir y Darío estaba recuperándose. Me quedé casi media hora en el baño relajada, con las imágenes frescas en mi cabeza. Lo que había vivido era muy intenso y placentero pero quería volver a mi casa y dejar a Myla disfrutar de su fiesta. Al salir, la europea estaba disfrutando de los chicos, en un par de días continuaba viaje y no quería perder el tiempo. Con cuidado tome mi ropa, me cambié y con un beso a la distancia me despedí. Estaba muy feliz y parecía que ellos también.

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La alegría por el mundial revivía después de ese triunfo ante México y quedaba un partido importante para pasar la primera fase. Al día siguiente cuando me desperté tenía un mensaje de Darío preguntándome cómo me sentía y diciendo que la situación se había ido de las manos por el alcohol pero que no se arrepentía y que para el próximo partido me invitaba a su casa para continuar con la «cábala». Sonreí y le seguí el juego. No le pregunté por Julián pero tenía la esperanza de que él también esté presente en el partido contra Polonia pero no fue así. Fue una tarde para nosotros dos pero que también disfrutamos mucho. En el entre tiempo aproveché que íbamos ganando y estábamos relajados para darle una buena mamada hasta que acabó en mi boca. Él se sorprendía de la experiencia que había adquirido. Yo me sonrojaba. Cuando el partido estaba terminando ya estaba sólo con mi tanguita de encaje corrida, con mis piernas abiertas sentada en el sillón y él embistiéndome con ganas. Esa tarde la pasamos en la pileta cojiendo. Me encantó cuando me hizo arrodillar en el borde y desde adentro del agua me daba un rico beso en mi colita que me hizo estremecer.

Lo que más me sorprendió fue cuando nos empezamos a besar desnudos, con los cuerpos húmedos en la galería. Yo estaba entre sus brazos, sus manos acariciaban mi colita y su polla se empezaba a recuperar del tercer orgasmo. Nunca me habían cogido tanto y me estaba preparando para otro round aunque yo no había acabado todavía. Pero Darío tenía otro plan en mente y bajando por mi cuerpo se arrodilló hasta darme una hermosa mamada. Lo hacía de manera un poco torpe, se notaba que no tenía experiencia pero le metía pasión. Ver desde arriba a ese chico masculino tragarse por primera vez mis 18 centímetros fue lo que necesitaba mi cuerpo para llegar al éxtasis. Le avisé que no daba más y él salió. Se ve que no se atrevía a tanto. Me siguió masturbando unos segundo hasta que potentes chorros de leche salieron de mi pija salpicando el piso de la galería. Fue mucho lo que acabé y muy intenso el orgasmo. Caí rendida sobre el suelo. Se hizo de noche y seguimos follando de manera dulce, con los cuerpos cansados y un poco doloridos.

Después de ese día no sólo me sentía plena por las tardes de sexo y mundial, sino que me sentía más femenina. Volví a sentir el placer de mostrarme con prendas de mujer como lo sentía con mi anterior amante maduro, incluso más. Ahora tenía la necesidad de mostrarme así con Darío y si se podía también con Julián. En el partido contra Australia por octavos de final repetimos los dos solitos en casa del rubio, pero además de llevar puesta una tanguita me llevé un bolsito con algunas cosas más. En el entretiempo, con el partido 1 a 0 y más relajados, me fui al baño y me arriesgué a cambiarme de ropa para ver la reacción de Darío. Me puse unas medias hasta la mitad de mis hermosos muslos, una faldita suelta que apenas tapaba mis nalgas, un sostén con relleno y un top.Nunca me había maquillado y no sabía cómo hacerlo, por lo que me quedé así y salí para darle la sorpresa. Podría decir que la primer media hora del segundo tiempo no la vimos. El rubio no paró de follarme, me envolvió entre su cuerpazo, me levantó quedando colgada de su cintura mientras recibía su pija. Me culeó en la mesa con mis piernas abiertas y entregada a su placer. Debo decir que extrañaba el pollón de su amigo Julián, pero Darío me follaba muy bien y esta vez también me la chupó aunque tampoco se animó a tragarse mi lechita.

Argentina avanzaba en el mundial y la alegría popular crecía partido tras partido. La mía también, no quería que terminen estos partidos tan placenteros. El siguiente rival era Países Bajos y quedaban 6 días hasta disputarlo, pero el lunes siguiente al encuentro contra Australia recibí un mensaje de Darío preguntándome si quería que lo viésemos en el departamento de Julián.

Apenas vi la propuesta salté de alegría. Desde esa tarde con los chicos y Myla sólo quería tenerlos para mi sóla. Ser su putita para festejar y disfrutar de esos dos machos. Pensaba que para Julián había sido sólo una tarde de alcohol y juerga pero esta noticia me daba la pauta que no. Algo le había gustado y me ponía feliz. La sóla idea me calentó aunque esperé unos minutos para confirmarle. Si los días previos mi lado femenino se estaba potenciando, esa propuesta terminó de concluirlo. Quería sentirme una nena entre ellos, verme realmente como una chica pero no sabía cómo hacerlo.

Tenía una sola opción pero no me animaba. Esa tarde primaba mi calentura y me masturbé con mis juguetes deseando estar entre Julián y Darío vestida como una chica, sentirme como una putita entre sus brazos, gozar de sus vergas. Sólo eso concentró mi atención pero al otro día volvía con fuerza el deseo de concretar mi fantasía hasta que me decidí. Le escribí a la chica que me depilaba con quien nunca le había confesado mi sexualidad. Le pedí discreción y le conté sobre mi deseo de verme como una chica. Su reacción me relajó y tranquilizó. Me dijo que ya lo había hecho en dos oportunidades y que le encantaría ayudarme. Pero había un problema, no iba a poder maquillarme y producirme en casa de Julián. Quería llegar a su departamento ya vestida y maquillada, por lo que la transformación tenía que ser antes del partido y conseguir un auto que me trasladara. No me iba a arriesgar a estar así por la calle, eso era demasiado.

La chica lo dudó, ese día era feriado, pero lo único que me podía ofrecer era su casa y lo haría como una excepción. También me advirtió que ese día iba a estar con su compañera de departamento y otras amigas para ver el partido. Si no me molestaba ella estaba dispuesta a hacer el trabajo. Sabía que no tenía opción pero le pedí que fuera discreta. Esa semana en lo único que pensaba era verme como mujer y llegar a la casa de Julián para sorprenderlos. Estaba muy ansiosa.

El día esperado llegó, el país estaba expectante por el partido contra Países Bajos. Yo también era parte de ese sentimiento pero mis nervios también corrían por otro lado. A la hora pactada estaba en la casa de la chica y me recibió con una gran sonrisa. Para mi decepción todas sus amigas se encontraban en la casa, pero me hizo pasar a su cuarto donde estaba la cama para depilarme por completa. Fueron casi dos horas. Si bien hacía poco había hecho mi última depilación, ella quería dejarme perfecta, atenta a cada detalle para que mi cuerpo quedara sin un mínimo pelito. Luego me pasó crema por todo mi cuerpo y a pesar mío, mi polla reaccionó a sus manos deslizándose por cada rincón. A lo lejos se escuchaban las risas y gritos de sus amigas que habían empezado a beber.

Luego de la depilación estaba más tranquila y con confianza. Antes de que me maquille decidí ponerme una tanguita negra de encaje sin miedo a exponerme. El problema fue que una de sus amigas irrumpió en su cuarto medio borracha y se quedó quieta unos segundos. Me dio mucho pudor, sentí que estaban violando mi intimidad, la chica que me estaba preparando le pegó un grito para que se fuera, pero su amiga largó una carcajada y gritó «pero que linda putita!», algo que se debe haber escuchado en todo el departamento. La depiladora quiso cerrar la puerta pero el grito de su amiga había atraído al resto y de repente otras tres chicas me estaban observando. «Vayanse por favor que estoy trabajando» dijo la chica pero la situación festiva lo evitaban, Ella me pedía disculpas y yo estaba muy avergonzada, hasta que su compañera de departamento, una morocha voluptuosa con cara de guarra, hizo que se fueran pero quedó dentro del cuarto. Me miró con ojos brillantes y le propuso a la chica que me depilaba ayudarme.

Asentí resignada y ambas se pusieron contentas. Entre las dos me maquillaron, pintaron mis labios, delinearon mis ojos y arreglaron mis pestañas. Luego les pedí intimidad para vestirme pero antes de salir del cuarto la chica me dejó un regalo, una peluca de color rojizo, larga y hondulada. Era preciosa. Me puse un shorts de jean bien cortitos que no llegaba a taparme mis nalgas, quería estar bien putita. Luego corpiños con relleno haciendo juego con la tanguita, un top blanco y zapatillas. Estaba vestida como una adolescente bien apetecible. Por último la peluca y ahí decidí mirarme al espejo. No me reconocía, me levantó mucho el autoestima y sabía que podía ser deseada por muchos chicos. Cuando estuve lista le avisé a la chica pero a su pesar todas sus amigas vinieron a ver. Todas gritaban silvaban, aplaudían, cantaban por Argentina. Su compañera de departamento, la morocha voluptuosa, se acercó en silencio, me miró a los ojos, me dio un pico y al oído me dijo «estás muy cogible putita».

Ahora faltaba conseguir un auto para que me lleve a la casa de Julián, pero por la cercanía del partido se hizo imposible, no podíamos conseguir taxi. Me empezaba poner nerviosa y Darío me preguntaba si estaba yendo. No sabía que hacer hasta que Luciana, la morocha amiga de la depiladora, se ofreció a llevarme en su auto. Sin dudarlo nos embarcamos en el viaje, por suerte la casa del morocho estaba cerca. En el camino Luciana me preguntaba cosas que respondía con monosílabos, sólo me relajé cuando estábamos llegando. Cuando estuvimos en destino me di cuenta que ahora tenía que afrontar entrar al edificio vestida de chica, estar en público así por primera vez en mi vida. Tomé valor y abrí la puerta, ya estaba ahí y era lo que deseaba. Antes de bajarme la morocha me agarró del brazo, la miré y me dio un beso caliente. «No le digas nada a mi amiga, pero siempre tuve la fantasía de estar con alguien como vos, dame tu teléfono». No entendía nada, era mucha información toda junta, aunque debo admitir que su beso me calentó y me dio seguridad. Le di mi teléfono y ella de lo más tranquila agendó su número, me lo devolvió y me volvió a besar. «Llamame cuando quiera, hoy pasala bien».

Faltaban sólo 10 minutos para el comienzo del partido, por suerte no había nadie en la calle. Toqué el portero y me abrieron la puerta. Subiendo en el ascensor me volvieron los nervios, pero estaba feliz de estar protegida y dispuesta a gozar de una hermosa tarde con mis machos. Al llegar a la puerta me abrieron y entré al departamento con toda personalidad. «Hola chicos! perdón la tardanza!».

El que me había abierto era Julián que estaba pálido. Lo miré y me puse seria. Giré la cabeza y en el sofá estaba Darío con la mirada desencajada y al lado otro chico que con intriga preguntó: «y este puto quien es?». No me habían dicho que iba a haber más gente. El corazón me latía a mil por hora, no sabía qué decir. Que me había confundido? Hacer de cuenta que era una putita pero que ellos no sabían nada?

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