Tenía 18 años y llevaba dos saliendo. El hermano de mi novio era un bombón y nos hicimos amigos. Dos años viviendo juntos después, y sin vergüenza alguna, siempre pensaba en él. Quería probar con mi cuñado, eso era.
Una noche dormí en casa de mi novio y unos amigos llamaron en mitad de la noche. Se habían metido en un lío y necesitaban ayuda. Él fue a la comisaría y yo me quedé en su casa. En la habitación de al lado, mi atractivo cuñado dormía. Estábamos solos.
Mi táctica fue atrevida. Empecé a masturbarme tumbada, con la puerta abierta, gimiendo a gritos. Inocente o no, me preguntó: «¿Puedo ayudarte?». Y enseguida fui a su habitación. Nos enredamos allí mismo en la cama individual, y enseguida metió los dedos en mi vulva, palpitante y traviesa. Se la di a cuatro patas. Me comieron pasivamente, sin hacer ningún esfuerzo. Y estaba bien y verdaderamente follada, sabes… entonces lo tiré al suelo y monté esa polla duro, pidiéndole que me dijera las cosas más sucias que sabía. Me preguntó si me
gustaba dársela a su hermano, qué polla estaba más sabrosa (¡y ambas lo estaban!), y mi coño no quería soltar esa deliciosa carne. Me levanté bruscamente y puse mi coño en su cara e hicimos un 69 impresionantemente placentero. Chupé sus bolas, su polla, mordí, mordisqueé. Me puse toda sucia. Y decidí que le daría mi culo por primera vez. Y le pedí que tuviera cuidado porque era virgen en esas partes. Él, como una dama, desfloró mi culo en un sutil y cachondo movimiento de vaivén. Grité de placer y me comió el culo mientras me acariciaban el coño. Dos horas después volví a mi habitación y dormí.
Cuando llegó mi novio, mi coño se despertó de nuevo. Quería dárselo a ambos la misma noche. En el mismo sitio. Esperé a que se tumbara, le arranqué la ropa interior y le pregunté si podía chupársela un poco. Empecé por la cabeza con movimientos muy ligeros, para que susurrara de lujuria. Luego lo chupé entero, apretándolo contra mi boca eternamente carnosa. Cuando su miembro estuvo insoportablemente erecto, me senté muy despacio, dejando entrar solo la cabeza. Y ahí me moví. Gimió más fuerte. Y le pedí que gimiera con
sentimiento. Quería que su hermano oyera. Retiré mi coño de su polla y volví a chupársela. Me corrí deliciosamente en la cara. Luego me puse a cuatro patas y le pedí que me comiera todo el coño, hasta el fondo, porque me moría de lujuria. Comió fuerte, despacio, fuerte, despacio. Y dejó de chupármela mientras estaba allí, con mi pequeño agujero en su cara. Con la misma conversación, le dije que era virgen por el culo, pero que quería volverme loca con él. Y aún más sutilmente, metió su polla dura y deliciosa en el culo mientras me preguntaba si quería ser su putita para siempre. ¡Qué rico sexo anal tuvieron! No sé cuál fue mejor. Y gemí, grité de placer para que su hermano oyera que ahora se lo estaba dando al otro, queriendo provocarlo.
Nos dormimos exhaustos. Y él, no sé, pero yo dormí plena…