Si han seguido mis relatos, sabrán que he enviado otras historias de experiencias vividas con la menor de las hermanas de mi mujer, quien vive con nosotros desde que era niña. Creo que, a estas alturas, es justo ponerle a mi cuñadita un nombre, aunque sea ficticio, por lo que la llamare Jenny. Aquí les narro esta nueva experiencia y aclaro que, como siempre, me apego a los hechos tal como sucedieron, sin adornarlos con exageraciones. Disfrútenlo.
Recordando que la primera vez que dimos rienda suelta a nuestros deseos fue cuando ella tenía apenas 18 años y fui el afortunado en desvirgarla por petición de ella y deseos de ambos. El fin de semana siguiente, cuando nos quedamos nuevamente solos, volvimos a repetir la experiencia pues seguíamos deseándonos mutuamente. Después de esa ocasión, decidimos que debíamos cuidarnos con algún método, pues si continuábamos con esto, el riesgo de que ella resultara embarazada era bastante grande, lo que provocaría un desastre familiar.
El tiempo fue pasando y nosotros continuábamos teniendo increíbles sesiones de sexo, cada vez que se podía, al principio cada fin de semana. Pero después pensamos que sería mejor tratar de ser más discretos y menos arriesgados, por lo que decidimos espaciar un poco nuestros encuentros sexuales. Ya llevábamos casi un año con nuestra doble vida. Delante de todos, especialmente de mi mujer, la relación entre mi cuñada y yo era como de padre e hija y para todos seguíamos siendo la familia perfecta. Pero cuando estábamos solos, continuábamos siendo un par de amantes llenos de lujuria y deseos de cojer hasta quedar exhaustos.
Para ese entonces, algunas veces Jenny se quedaba el fin de semana en casa de sus papas para no quedarnos tanto tiempo solos en casa, pues sabíamos que no aguantaríamos las ganas. Queríamos que la siguiente vez que cojieramos fuera mucho más intensa por las ganas contenidas y no queríamos darle a mi mujer ningún motivo para que sospechara algo, pues, aunque todo era normal, las mujeres tienen ese característico sexto sentido. De ese modo pasaron los meses y Jenny ya había cumplido 19 años. Tal vez sería el tiempo, tal vez serían las hormonas liberadas con tanto sexo, el caso es que se había convertido en una mujercita mucho más hermosa y desarrollada de lo que era antes.
La describiré nuevamente para los que no saben cómo es: se trata de una nena deliciosa de 19 años de edad, morena clara, de aproximadamente 1.60m de estatura, de cabello negro, largo y lacio, carita de nena picara, hermosa. Con un cuerpecito esbelto, pero con las formas más exquisitas que se puedan imaginar: unas tetas que antes eran más pequeñas, pero que ahora lucían un poco más grandes y muy erectas, bien paradas y firmes, con pezones grandes, una cinturita estrecha y unas nalgas preciosas y paradas, además de unas caderas más anchas ahora que antes.
Jenny había iniciado ya una relación de noviazgo con un muchacho. Me entere por medio de mi mujer que Jenny ya había tenido relaciones con él, aunque mi mujer pensaba que con él había sido su primera vez.
A pesar de eso, seguíamos cojiendo, aunque ya un poco menos frecuente, pues ella pasaba más tiempo en la casa de mis suegros y además salía con su novio. Algunas veces pasaban varios fines de semana sin que tuviéramos nuestras sesiones. A mí me daba muchísimo más morbo cojérmela ahora, sabiendo que el novio ni siquiera se imaginaba lo que su noviecita y yo gozábamos. Ella me llego a platicar que con el no sentía lo mismo, pues le faltaba la experiencia con la que yo la manejaba.
Una de esas tardes de sábado, ella había salido con el mencionado novio y yo me encontraba solo en casa, eran como las 6 de la tarde. Mi mujer no había trabajado ese día, pero había salido a una fiesta de baby shower a casa de una de sus amigas. Así que yo estaba de lo más cómodo y tranquilo viendo una película, cuando escuche que se abría la puerta principal. Fui a ver quién había llegado y era Jenny, mi hermosa y deseable cuñadita, quien había regresado temprano a casa, en vez de irse a casa de mis suegros. Me dijo que pensando que su hermana se encontraría en casa, pues quería platicarle algo que acababa de sucederle. La invite a pasar sin decirle que su hermana no estaba, hasta que fue a buscarla y se percató de que estaba yo solo. Se sentó un momento en el sofá de la sala algo frustrada y me pregunto por su hermana, le dije a donde había ido y entonces dijo:
– Mejor me voy, pues se supone que hoy no estaríamos solos aquí tú y yo.
– No, si quieres puedes quedarte, tal vez tu hermana tarde un par de horas en regresar. Solo habrá que avisarles a tus papas que te quedaras aquí.
– Mmm… no se. Últimamente pareciera que nos hemos distanciado mucho tú y yo, y eso no me gusta.
– Entonces que te gustaría?
– Pues no se… que todo siga como antes, nada más basta con que nadie se entere de «aquello». Además, acabo de pelear con mi novio, era lo que quería contarle a mi hermana.
La observe por un momento, se veía exquisita como siempre, con ese cuerpecito enfundado en un top negro cortito y entallado que hacía resaltar esas hermosas tetas, dejando ver la suave piel de su vientre plano y sensual; un pantalón jean ajustado que remarcaba sus caderas, más anchas ahora, y sus preciosas y paradas nalgas, además de que marcaba a la perfección el triángulo de su entrepierna. A mi pesar, mi verga se fue poniendo dura y se fue levantando poco a poco, cosa que ella noto de inmediato debajo de mi pant deportivo.
– Wow, se ve que te gusta la idea, ¿verdad? ¿Qué te estas imaginando?
– Ay mamacita. ¿Pues tu qué crees?
– Pues nada más porque hoy no deberíamos hacerlo, porque si no…
– Pues no, no deberíamos hacerlo, y tampoco creo que tú quieras. Además, tu hermana solo fue a una fiesta.
– ¿Y qué pasaría si te digo que me muero de ganas de hacerlo ahorita mismo?
Diciendo esto, se levantó del sofá y se acercó a donde yo estaba sentado, mientras que yo trataba de mantener la calma, pero mi erección me delataba. Se puso junto a mí arrodillándose en el sofá donde yo estaba, me empezó a tocar la cara y el pecho.
-No me digas que no te gustaría…
– Claro que me gustaría, ya llevamos semanas sin hacerlo. Además, parece que cada día que pasa te pones más buena.
– Me muero de ganas de estar contigo. Además, esta es todavía mi casa, no sería raro que me quedara aquí.
En eso se me acerco más y me beso, metiendo su deliciosa lengua en mi boca, buscando mi lengua para iniciar una candente sesión de besos que me hicieron perder totalmente el control, mandando todo a volar a cambio de un momento de placer con esa preciosa mujercita.
Los besos se hacían cada vez más intensos y profundos, arrancándonos gemidos de placer, conscientes de que el tiempo era corto, así que de inmediato empezamos a arrancarnos la ropa mutuamente. Poco a poco fui descubriendo aquel juvenil y esbelto cuerpo que me enloquecía, pero que cada vez estaba más desarrollado y hermoso, despojándola de sus prendas, una a una. Le quite primero el top y el bra, excitándome al máximo al contemplar la desnudez de sus tetas firmes y deliciosas, acariciando la suavidad de esa piel caliente. Fui recorriendo con mi boca su cuello hasta bajar a sus pechos que ya estaban totalmente erectos, duros, macizos, como dos montes de carne deseosos de ser besados y succionados, mientras ella exhalaba largos gemidos que me excitaban aún más.
Al pasar mi lengua por sus pezones, ella gemía cada vez más fuerte y me acariciaba la espalda y la cabeza, apretándome más contra su pecho, mientras se retorcía de placer. Mis manos recorrían su cuerpo, hasta llegar a su estrecha cintura y a su jean, el cual desabroche lentamente. Lo fui deslizando por esas piernas preciosas, con mi mano sentí por encima de su panty que su concha ya estaba inundada de humedad producto de la excitación. No deseando perder un minuto más, deslice su prenda intima por sus piernas dejando al descubierto totalmente ese cuerpecito delicioso, con su concha totalmente depilada. Me despoje rápidamente de la ropa que me quedaba y nos fundimos en un abrazo, juntando nuestros cuerpos calientes sobre ese sofá.
Jenny separo sus piernas para que yo me acomodara entre ellas, sintiendo en mi abdomen la suave piel de su vientre, y en mi pecho la firmeza de sus tetas increíbles, mientras meneábamos nuestros cuerpos y nuestros sexos se frotaban, buscando fundirse en uno solo.
– Por favor cuñado, no pierdas más tiempo, ¡¡¡ya no aguantoooo… hazmeloooo!!!
– Jenny… estas deliciosaaaa… me encantasssss, me vuelves locoooo!
Debido a que no disponíamos de mucho tiempo y aunque me moría de ganas de que me diera una rica mamada, solo me limite a acariciar su cuerpo, besando su boca y sus senos, mientras la punta de mi verga hurgaba entre sus pétalos, mojándose de la humedad que fluía de aquella concha deliciosa. Jenny gemía fuera de control y se retorcía debajo de mi cuerpo, más aún cuando tome mi verga con mi mano y empecé a frotársela en su hendidura, recorriéndola de arriba a abajo para volverla loca de placer, hasta que casi a gritos me pedía que ya se la metiera. Esta no era una sesión de sexo lento y suave, sino una cojida salvaje, llena de pasión contenida por varias semanas y que ahora explotaba.
Así, recostados sobre el sofá, levante sus torneadas piernas sobre mis hombros y coloque mi verga bien dura en su ardiente entrada. Empecé a empujársela poco a poco, pero con firmeza, sintiendo como se mantenía apretada, amoldándose totalmente al duro tronco que iba invadiéndola, por lo apretada que estaba. Que delicia sentir esa cueva tan caliente, mojada y estrecha apretar mi verga una vez más, pero más excitante era ver la cara de enorme placer de mi preciosa cuñadita y escucharla gemir a gritos, mientras sentía en mis manos su cuerpo retorcerse de placer. Se un morbo tremendo al pensar que es un fruto prohibido por el parentesco político que nos une y además saber que ella tiene novio y que en ese momento él ni se imagina lo que su deliciosa noviecita está haciendo con otro hombre. Todo eso hace que la excitación del momento sea enorme, traduciéndose en un enorme deseo de penetrarla hasta el fondo y cojerla hasta vaciar todo mi semen dentro de ella.
Poco a poco fui invadiéndola con mi tronco, arrancándole largos y profundos gemidos de placer a cada centímetro que avanzaba dentro de su cuerpo. Cuando sentí que mi verga toco el fondo de su cuerpo, se la empuje todavía más profundo hasta que mi vientre pego en el suyo y mis testículos pegaron en su concha, estirando su cuevita al máximo para que mi verga entrara por completo dentro de ella. Que sensación más increíble. Por unos momentos me quede disfrutando de lo apretado de su cuerpo y sus pulsaciones sobre mi verga. Después la tome de las nalgas, apretándola contra mí y empezamos a retorcernos en forma rápida, sin control, perdiendo el compás de nuestros movimientos en ocasiones por lo fuerte y rápido que ambos nos movíamos, cojiendo como animales en forma salvaje. Nuestros cuerpos chocaban fuerte uno contra el otro, mis huevos pegaban en sus nalgas en cada embestida que le daba hasta el fondo haciéndola gritar como loca.
– Aaaaahhhhh!! Cuñadooooo… me matas de placeeeeer… me vuelves locaaaaa… que ricoooooo!!!
– Ricuraaaaa… estas deliciosaaaa mamacitaaa… tu cuerpo me vuelve locooooo… te meneas ricoooo!!!
Presas de la enorme calentura que nos invadía, le levanté las dos piernas lo más que pude y continué embistiéndola hasta el fondo, viendo como mi verga entraba y salía de aquella estrecha concha que la apretaba como no queriendo dejarla ir nunca, produciéndome sensaciones increíbles, mientras yo acariciaba aquel cuerpo precioso que era totalmente mío en ese momento. Después de unos minutos se la saqué de golpe y me senté en el sofá, Jenny se incorporó y, abriendo sus riquísimas piernas, se me monto encima, de frente a mí, ensartándose mi verga hasta el fondo de un solo sentón, para luego empezar a menearse en una forma por demás exquisita mientras yo acariciaba todo su cuerpo y besaba y succionaba sus tetas y sus erectos pezones, haciéndola gemir.
No quise dejar pasar la oportunidad de gozarla en una de las posiciones que más me enloquece cojerla, así que, en un momento dado le dije al oído que se levantara para ponerla en cuatro. Jenny todavía continúo cabalgándome por algunos minutos, pues el placer que estábamos sintiendo era delicioso. Luego la coloque de a perrito, con sus rodillas en la alfombra y su torso sobre el sofá. Me coloque de rodillas detrás de ella, separando un poco sus piernas y sujetándola de sus riquísimas nalgas, separándoselas para clavarla hasta lo más hondo. Rápidamente la ensarte de nuevo, hasta el fondo de un solo empujón, haciéndola gritar. Iniciamos nuevamente las embestidas de cuerpo contra cuerpo, agarrándola fuerte de las nalgas y la cintura para metérsela por completo en cada embestida, mientras ella se empujaba hacia atrás contra mí, meneando las nalgas en círculos, mientras extendia su brazo por debajo de su vientre para acariciar mis testículos con su mano.
– Aaaaahhhhhhh… aaaahhhhh… maaaassss… dame masssss fuerteeeee… que ricoooooo… sientooooo!!!
– Asiii mamacitaaa… meneate maasssss… así… eso esssssss… así… aaaahhhhhh!!!
Me volvía loco tenerla así, viendo como mi verga completa entraba y salía de aquella panocha tan rica, totalmente bañada de sus jugos, ver como sus nalgas rebotaban contra mi pelvis al ensartarla por completo y ver como aquel precioso y redondo trasero hacia resaltar la estrechez de su cintura que se meneaba en forma increíble y rápida. Mis manos recorrían su cuerpo, en ocasiones sujetándola de sus hombros para darle mas fuerte, en otras, tomándola de su cinturita y en otras sujetándola de las nalgas.
Cuando la tomaba por las nalgas, a veces se las apretaba cerrándolas sobre mi verga para sentir sus carmes acariciándomela a cada embestida, para después separárselas con ambas manos y poder sentir como mis testículos pegaban en los labios de su concha al metérsela hasta el fondo, mientras veía como mi tranca salía y entraba de su ardiente cueva, que parecía apretármela para no dejarla ir.
Tal vez fue que no teníamos demasiado tiempo disponible, o tal vez por tanto tiempo de deseo contenido y por la rapidez con la que ambos nos movíamos. El caso es que la excitación era ya tan insoportable, que ambos empezamos a sentir la llegada inminente del orgasmo. Primero ella empezó a gemir más y más hasta empezar a gritar, mientras se movía más fuerte, chocando sus nalgas contra mi cuerpo. Sentí con claridad como su panocha empezaba a apretar fuerte mi verga y derramaba abundante y caliente jugo pasional, haciendo a mi cuñadita convulsionarse y soltar un prolongado e intenso grito de placer. A su vez, yo la bombeaba con más fuerza y mi verga se expandía dentro de ella haciéndome gemir junto con ella, para luego estallar en fuertes disparos de caliente semen que inundaron por completo aquella apretada cueva, hasta derramarse por sus piernas mientras yo la sujetaba de su cintura mientras me vaciaba por completo dentro de ella en una profunda penetración.
– Aaaaahhhh… cuñadoooooo!!! Me vengooooo… me vengoooooooooo… AAAIIGGHHHHHHGGHH!!!
– Yo tambiéeeen mamacitaaaaa… ya no aguantooooo… AAAAAAAAAAAAAAAHHHHHGGGHHHHH!!!
Jenny quedo completamente desmadejada, con su torso sobre el sofá, y yo encima de su espalda, con mi verga aun pulsando dentro de su cuerpo, soltando las últimas gotas de semen en su interior. Era riquísimo sentir sus duras nalgas en mi vientre, los dos así en esa posición. Reposamos solo unos minutos y luego rápidamente nos separamos. Me levanté y me empecé a vestir, mientras ella corrió apresurada con su ropa al baño a lavarse, pues la cantidad de líquidos de ambos era abundante y le escurría por las piernas.
Después volvió ya vestida y entre los dos limpiamos rápido la alfombra y el sofá, para no dejar rastro de nuestro encuentro. Luego me dijo que iba a subir a su habitación a descansar en lo que llegaba su hermana. Antes de subir, se despidió de mi con un caliente y profundo beso y me dijo: «Cualquier cosa que necesites, me hablas», dejándome ver en esa frase la promesa de otra cojida más pronto de lo esperado.
Mi mujer todavía tardo una hora más en regresar y Jenny bajo a recibirla como si nada. Se pusieron a platicar y posteriormente cenamos todos juntos. Pero yo no podía evitar sentirme excitado de tan solo acordarme de lo que acababa de pasar en la sala apenas poco tiempo antes.
Espero les haya gustado esta continuación. Hasta pronto.