Su novio casi nos pilla

Un día uno de mis amigos me presentó a una chica que él y algunos más habían conocido una noche de esas, se llamaba Pris, había llegado a España de su Brasil natal hacia poco, y se había instalado en el barrio con su hermana en un piso de alquiler. Era bajita, pelito corto con un mechón en el flequillo largo y rubio que le hacía muy sexy, blanquita de piel y carita de niña buena. Se había hecho novia de un tipo bastante mayor que ella y al que conocíamos ya del barrio de hacía mucho. Solían ir por allí a menudo.

En adelante me la encontraba en el garito muchas veces y solíamos hablar bastante, su novio parecía molestarse por la manera en que miraba, pero ya he dicho que nos conocíamos del barrio de vista y por eso no decía nada, digo yo. Yo notaba que ella era muy simpática conmigo especialmente, me hablaba mucho y hasta se permitía ser un poco “descarada” diciéndome que “como un chico guapo como yo no iba con ninguna chica” y cosas así. Yo no pensaba nada malo en principio y le reía las gracias, pero día tras día iba a mayores con sus indirectas y sus juegos de palabras de lo más provocadores.

Empecé a pensar que me tiraba los tejos, pero me daba mucho reparo ya que su novio era conocido y además siempre estábamos juntos todos en el pub, así que intentaba pasar y me hacia el despistado, pero claro, uno no es de piedra, la chica era una monada y además yo había salido hacía poco de una relación larga, estaba muy liberado y me daba un poco todo igual, la prudencia no era mi mayor valor en aquellos momentos.

Así que un día mientras hablaba con ella mi puse a mirar descaradamente su escote y ella que lo notó me preguntó: “¿Qué miras tan interesado?”

“Oh vaya, te has dado cuenta, no he podido evitarlo, pero no lo tengas en cuenta ¿eh?” dije yo haciéndome el tonto.

Y así siempre, hasta que un día descubrimos hablando que su casa y la mía estaban casi pegadas. Y me dijo “vente una tarde a casa a tomar café, mi hermana no llega de currar hasta las 8, estaremos tranquilos”.

Aquello me parecía una pasada, estaba claro lo que iba a pasar en su casa y me daba mucho reparo por el novio, pero ya digo que en aquellos momentos la prudencia no era amiga mía y le seguí el rollo pidiéndole su teléfono y aceptando su invitación. Me estaba metiendo en un lío, pero si a ella no le importaba poner los cuernos a su novio a mi menos, he de añadir que el tipo no me caía demasiado bien y sus colegas menos.

Así que una tarde de esas la llamé y quedamos en su casa a las 5. Ya estaba decidido y no había vuelta atrás, a ver qué clase de “café” tenía en su casa.

Me presenté a las 5, me abrió la puerta y me hizo pasar. Nos sentamos en el salón, en un cómodo sofá, ella a mi derecha. Puso música relajante y me ofreció un café.

“Sí claro, a eso he venido” dije haciéndome el tonto.

Trajo el café y lo tomamos mientras charlábamos, me hablaba de sus clases, sus compañeros y poco a poco comenzó a hablar de su país, de los jóvenes de allí, de las gentes, de la pobreza y la riqueza… Y del sexo.

“Allí la gente pese a que tenga muchos problemas sociales y económicos nunca pierden la alegría, siempre están bailando y cantando, y por supuesto siempre tienen ganas de sexo” decía.

“joder, ya se nos podría pegar algo aquí” respondí yo.

Pris me miró callada un instante. Un escozor recorrió mi estómago. Le dije que me dijera cosas en su idioma, ya que en nuestras charlas del pub lo hacía y me gustaba como pronunciaba, era muy sensual.

Empezó a decirme frases en portugués, todas evidentemente de significado sexual, y yo empecé a ponerme caliente, era un punto de no retorno. Poco a poco se había ido acercando a mí y dijo otra frase. Nuevamente le pregunté el significado.

“Me tienes muy malita hace tiempo” respondió.

“¿Y cómo puedo curarte?” respondí mirándola lascivamente a los ojos. Entonces rodeó mi cuello con su brazo izquierdo, me miró, soltó un hondo suspiro y se lanzó a mi boca. Era un beso salvaje al que respondí de igual manera, nos morreamos con esa suave y sensual música de fondo un buen rato, poniéndonos a cien. Besaba muy bien, su mechón de la frente cosquilleaba mi cara, y su mano derecha había empezado a apretar el bulto de mi entrepierna ya latente. Se me había puesto muy dura con ese masajeo y con mi mano derecha le sobaba el culo.

Se apartó un momento y me miró. Yo tenía que tener una cara de vicio total porque dijo:

“Vaya cara tienes macho, se nota que el sexo te pone enfermo ¿eh?” y empezó a desabrochar mi pantalón, abrió mis botones de la cremallera y sacó mi polla, pajeándola lentamente.

“Tú me has puesto enfermo tía, no tienes más que ver como la tengo” le dije excitadísimo.

“¿Ah si? Pues espera que te voy a hacer una cosita…” dijo acercándose a mi miembro poco a poco. Sacó la lengua y empezó a hacer circulitos en la punta de mi polla, mojándola. Que calor y que gusto me vino de repente. Me relajé y recosté en el sofá para recibir las caricias de su boca. Las caricias de su lengua en la punta me la habían puesto durísima y enorme, así que decidió que era el momento de engullirla y metiéndosela en la boca comenzó una mamada en el estricto sentido de la palabra. La tragaba hasta la mitad, poco más, se detenía con ella en la boca y la frotaba en el interior con su lengua y luego apretaba fuerte con los labios para írsela sacando y vuelta a empezar.

“Oh Pris, que gustazo, lo haces genial” decía yo entre gemidos

Ella seguía comiéndomela y reía de lo que yo la decía. Estaba a 4 patas sobre el sofá, a mi derecha, con el culo en pompa y haciéndome una divina felación. La imagen era impresionante. Yo le tocaba el culo ya por dentro del pantaloncito de tela fina que llevaba, y ella chupaba ahora más fuerte y rápido mi pene, chupaba y chupaba más y más, que bien lo hacía, me daba chupetones sonoros en el glande y reía al hacerlo.

Empecé a bajarle los pantalones cuando un estrepitoso y desagradable timbrazo llenó la casa. El timbre del telefonillo del portal, sonando que tronaba. Dimos un salto los dos.

“¡Hostias, es mi novio!” gritó.

“Joder ¿y qué hacemos? ¿Dónde me meto?” dije yo nerviosísimo y ya pensando en la escena de las películas donde el amante se mete en el armario o bajo la cama. Pero iba en serio, no era un película.

“Espera, si eso me pongo y le digo que se vaya, hemos discutido esta mañana así que paso de verle” respondió levantándose hacia el telefonillo.

Lo cogió y se puso a discutir con él, ya que trataba de subir y ella poniendo mil excusas para que no lo hiciera.

“Mira no quiero verte hoy, vete, además la casa está hecha un asco” le gritaba.

Yo mientras inmóvil de los nervios en el sofá, mirando a todos lado, buscando un escondite, pensando. No podía salir a la calle, él al verme lo asociaría.

De repente ella me miró aterrada: “¡dice que sube, ha entrado al portal!” me dijo al colgar.

“Dios ¿qué hago?” Aquello se ponía feo, nos iba a pillar y a ver que excusa poníamos. De repente me vino una idea.

“Me salgo a la escalera, me meto al ascensor y me subo a un piso alto. Me quedo en el borde de la escalera mirando. Luego me indicas por el hueco de la escalera y bajo de nuevo ¿vale?” dije atropelladamente.

Y salí por patas a la escalera y así hice. Me subí al 6º piso o así. A todo esto, mi pene seguía duro pese al susto y se mantuvo así todo el rato, con lo que el dolor de testículos que tenía era considerable. Pasé un buen rato en la escalera, temiendo que saliese algún vecino y a ver que explicación daba. Tuve suerte, no salió nadie.

Al rato oigo un silbidillo por el hueco de la escalera, miro y veo a Pris con lo cual bajo y de nuevo me meto en su casa.

“¿Que ha pasado?” pregunté

“Nada, no ha notado nada. He estado fría con él y me he puesto borde, así que he conseguido echarle” dijo

“¿No volverá?” pregunté nervioso.

“No, le dije que en una hora iría a verlo así que se fue a casa” respondió riéndose.

“Uf menos mal, por poco ¿eh?”. Suspiré yo.

“Mmmm sí, por poco, pero tú lo habrás pasado peor, con esa cosita dura ahí reventándote en el pantalón”, dijo tiernamente mientras acariciaba de nuevo mi paquete. Esta tía era increíble, casi nos pilla su novio y solo pensaba en retomarlo, así que yo no iba a ser menos.

“Sí, la verdad es que sigue a punto, aunque duele no creas tanto rato de calentón no es bueno” dije maliciosamente.

“Eso hay que solucionarlo” dijo y me cogió de la mano llevándome a su cuarto. Me tumbó en su cama, me bajó pantalones y slips y comenzó de nuevo a mamármela más intensamente que antes. Solté un gemido de placer, me dolían los testículos de retener tanto rato mi semen así que no iba a tardar mucho.

“Dame fuerte Pris, dame que me corro” le grité entre gemidos. Ella masturbaba velozmente mi polla dentro de su boca, hasta que descendió el ritmo para poder metérsela más dentro, subía y bajaba su cabeza en un largo recorrido mientras su boca chupaba fuerte y retenía mi polla hasta la mitad. Lo hizo un par de veces más y…

“Aaaaah” gemí mientras soltaba mi blanco jugo seminal en su boca, que salía con una fuerza tremenda debido a la retención prolongada.

¡Aaah! ¡uuaaah! ¡oooh! Dolor y placer eran uno, mientras le estaba llenando la boca de semen caliente, no paraba de soltar y tuvo que sacársela y dejar que echara fuera lo que me quedaba. Apuntó hacia arriba mientras seguía pajeándome y un chorro alcanzó mi cara, no creí que pudiera eyacular así, que pasada.

Terminé de correrme y quedé exhausto en su cama. Tras lavarme me fui con las piernas temblando y apenas sosteniéndome. Salí del portal mirando a todas partes con miedo de cruzarme con el novio por la calle.

Tuvimos muchos más encuentros desde aquello. Ya hace años de esto y de que no sé nada de ella.

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