Eran ya casi las cuatro de la madrugada del sábado, yo puntualmente te esperaba en mi camioneta en la dirección que me indicaste y a la hora acordada. A tu marido le dijiste que tenías una convivencia con tus compañeras de trabajo, pero en realidad era una convivencia con un grupo de cuatro hombres que conociste en un chat de sexo para adultos. Eran cuatro amigos que habitualmente participaban en grupos de swinger, intercambios o sexo grupal.
Saliste de la portería del edificio caminando lentamente, tu vestido blanco tipo solera se veía un poco arrugado, tu pelo levemente desgreñado como peinada con la mano, tu pequeña cartera blanca colgaba de una mano y tu maquillaje corrido en ojos y labios… Al parecer había estado buena la fiesta.
Como buen caballero bajé y te abrí la puerta del auto para que te puedas sentar y acomodar. Una vez encendí el motor comenzamos a circular por la ciudad y en silencio comencé a acariciar tu pierna por tu muslo, suavemente, hacia arriba y haca abajo, lentamente, siempre en silencio, tu respiración comenzó a acelerarse comenzaste a respirar por la boca. En ese instante le pedí que me contara como había estado la fiesta… Con tu voz agitada comenzaste a describir la atmosfera del departamento y los cuatro amigos que habías conocido esta noche en persona, el dueño de casa había sido el mas gentil y educado, pero en general todos fueron muy respetuosos y caballeros, en ningún momento te sentiste forzada a nada, en ese momento subí mi mano a tu panocha y comencé a acariciarla por encima de tu ropa interior que estaba completamente empapada por fluidos. Reclinaste un poco el asiento, apoyaste tu cabeza hacia atrás y abriste tus piernas para liberar la entrada a tu panocha que ya estaba palpitante. Así comenzaste a relatarme todos los detalles, comenzaste a revivir en tu memoria todo lo sucedido, disfrutando sexualmente todos esos momentos. Yo conducía y a la vez introducía mis dedos en tu encharcada panocha, totalmente abierta y jugosa, masturbándote como a ti te gusta, como tú me lo pides.
El primero fue el dueño de casa, luego de unos tragos bailaron lentamente hasta que te susurro al oído que fuesen a su dormitorio, una vez cerrada la puerta te abalanzaste como una leona besándose ardientemente, sus lenguas entrechocaban mientras el te agarraba del culo y te clavaba todo el paquete sobre tu vestido, tu tomaste la iniciativa desabrochando su cinturón, rápidamente su verga salió disparada y bajaste a chuparla, era gruesa y cabezona como te gustan a ti las vergas, lleno tu boca y te hizo sentir muy puta, la mamaste desesperadamente hasta que te paraste y tomado del falo lo condujiste a su cama, lo empujaste y te montaste sobre él, corriendo hacia un lado tu tanga y clavándotela hasta adentro, lo cabalgaste como una verdadera diosa, moviéndote en círculos, hacia adelanta y hacia atrás, lo atenazabas hasta que eyaculo largos chorros de semen caliente en tu interior, lo estrujaste por completo. Luego de eso volvieron a la convivencia y ahí estaban los otros tres conversando. El siguiente te invito a la cocina a preparar unos tragos para servir una nueva ronda, una vez entraste a la cocina te tomo la mano y la puso en su paquete para que sintieras su erección. En un acto reflejo le apretaste el pico y lo recorriste desde los cocos hasta la punta, no era tan grueso como el anterior pero era más largo, acto seguido te dio vuelta apoyando tus manos en el refrigerador y ahí de pie al medio de la cocina te bajo el calzón y te penetro desde atrás, te agarro de las tetas y comenzó a montarte como un perro caliente, te estaba perforando la concha hasta los huevos, se sentía como un aplaudir en todo el departamento y las risas y gritos desde el living de los otros hasta que eyaculo toda tu energía en tu panocha, luego de eso con tus piernas temblando preparase trago para todos y saliste de la cocina para entregar a cada uno de ellos su licor. Comenzaron a bailar lentos nuevamente, todos con punteos y sobajeo de culo y tetas, esa noche eras una reina, esa era tu noche. Te excusaste y fuiste al baño, luego de un rato y de arreglar tu maquillaje saliste y a tu sorpresa en la puerta del baño te estaba esperando el tercer comensal que sin mediar palabra entro al baño, tu ya sabias lo que venia y optaste por tomar la iniciativa. Lo empujaste suavemente de los hombros hacia abajo, te levantaste el vestido y le pusiste toda tu panocha en su boca, comenzó a chupetear, lamer y chupar como un animal, tu clítoris estaba a punto de estallar, clavaste tus uñas en su cabeza, lo estabas ahogando y el te hacia llegar al cielo, mamando tu concha y bebiendo el semen de los otros dos hasta que un nuevo orgasmo te inundo por completo. Casi como una muñeca de trapo el tipo te apoyo sobre el lavamanos y te follo desde atrás, con la vista un poco nublada podías ver su cara de animal mientras te culeaba, mientras te follaba sin contemplación, como montando a una perra en la calle, pero lo estaba disfrutando, eso querías, querías así, quería sexo duro. En minutos eyaculo toda su leche y sentiste como escurría por tus piernas. Salió y quedaste sola en el baño, te arregle lo mejor que pudiste y saliste hacia el living, te sentaste un rato para reponer fuerzas y tomaste otra cuba libre.
Luego de un buen rato de amena conversación y risas el cuarto hombre te invito a bailar, bailaron suave, lento, pero de apoco comenzaron las caricias calientes, el punteo. Te dio vuelta y te tomo por las tetas y comenzó a puntear tu culo, mientras todos sus amigos miraban y disfrutaban, tu cerraste los ojos y cargaste mas el culo sobre esa tranca que te estaba partiendo en dos, comenzaste a mover el culo como una diosa, jadeabas, te tomabas el pelo, jalo tu vestido y tus tetas volaron al aire, te apoyo sobre el respaldo del sofá, te bajo la tanga y comenzó a refregar la cabeza en los labios de tu vagina, tu con la voz entrecortada le pediste que te le metiera y el obedientemente te apuñalo hasta adentro de tu concha ante los gritos y risas de los otros tres, este tipo comenzó a hacer un sonido como un animal, mugía mientras te follaba, sus huevos revotaban en tu panocha, te abandonaste completamente, relajaste tus brazos, te dejaste desvanecer sobre el sofá y dejaste que te taladrara a su antojo, hasta que eyaculo y bajo el ritmo lentamente. Como pudiste te enderezaste y te recostaste sobre el sofá, pediste otra cuba libre para relajarte…
Llegamos a tu casa y me estacione a 50 metros, se podía ver una suave luz como de lampara de velador encendida en el dormitorio matrimonial donde dormía tu marido, te pedí que pases al asiento de atrás para estar más cómodos y nos besamos de forma animal, de un solo tirón te baje la tanga, abriste las piernas para ayudar y baje lentamente a tu panocha, se lo que te vuelve loca, conozco tu más torcida parafilia y comencé a chupar tu concha llena de fluidos y esperma, te arqueas de placer y clavas tus uñas sobre mi cabeza, te sientes puta, te sientes una zorra que manda en el sexo y te dejo ser, te dejo disfrutar sexualmente, te retuerces y un profundo orgasmo te inunda, te abrazo fuertemente y te acaricio el pelo, hermosa, esta noche eres una reina.
Pero todo tiene su precio en la vida, te pongo en cuatro sobre el asiento trasero del auto, desenfundo mi tranca y me cargo con todo mi cuerpo clavándotela de una sola estocada hasta los testículos, disfruto este momento, eres totalmente mía, hago un culeo suave, un suave vaivén y la saco lentamente. Me escupo en la mano y ensalivo toda la verga, la cabeza queda llena de babas y flujos, te apunto a tu anillo anal, estas apretada, comienzo a clavártela lentamente, con suavidad, muerdes el respaldo del asiento, haces un sonido animal, gimes, gritas, te clavo hasta la mitad, milímetro a milímetro entra, te estoy abriendo el culo, eres mía y este es el precio que debes pagar, llego al fondo y descansamos unos minutos, luego comienzo a bombear, tu cara contra el vidrio del auto, te estoy follando cual puta callejera a metros de tu casa, a metros de tu marido, tu ojos están blancos, desorbitados, haces un sonido animal en cada estocada, te partiré el culo por zorra, te bombeo hasta acabar. Te lleno los intestinos, puedes sentir todos los chorros de semen disparados en tu interior, y te desvaneces sobre el asiento, nuevamente te abrazo y te acaricio, por mucho rato, en silencio, hasta que comienza a amanecer.
Nos despedimos con un tierno beso, sabes que yo siempre la complaceré y te bajas del auto, por la ventana te paso la tanga y me das las gracias por ir a buscarte, guardas tu empapado calzón en tu cartera blanca y comienzas a caminar lentamente hacia tu casa, caminas muy despacio, sacas las llaves de tu pequeño bolso y desapareces tras la puerta de tu casa.