Cuando mi primo Nacho entró de nuevo en nuestras vidas hace una semana, fue todo un acontecimiento. Mi madre y la suya son hermanas, y llevan muchos años sin hablarse, pero Nacho opinaba que la relación como primos, por un lado, y sobrinos, por otro, no debía verse afectada. Mi madre entendió este razonamiento y ese día comió con nosotros en casa.
La última vez que vi a mi primo, cuando vivían aquí, en Denia, una pequeña ciudad de la provincia de Alicante, yo tenía nueve años, seis menos que él. Por esto, después de doce años, me resultaba un perfecto desconocido, y quise saberlo todo con un completo interrogatorio. Así he descubierto que compró un barco velero hace tres años y piensa pasar el verano aquí. También que se hizo biólogo marino y practica el submarinismo.