Su pedido llega hoy» decía mi teléfono en un mensaje enviado por la aplicación de compras. Decidí que quería estar limpia para cuando mi pedido finalmente llegara a casa, así que apenas terminé mi encomienda de trabajo, me encerré en la ducha. Eran las seis y media cuando alguien llamó a mi puerta. Después de asomarme a la mirilla por cuestiones de seguridad, me di cuenta que se trataba del repartidor de paquetes. Por fin había llegado el «juguete» que encargué desde hace unos días.