Nunca había tenido la necesidad de explotar las ganas de tocar mi cuerpo, de acariciarlo, de disfrutar de mis manos sobre él. Hoy al despertar de un sueño que se volvería un recuerdo, me insitó a ser yo mi propio primo. Sí, mi sueño intimo había pasado limites. Mi sueño se veía tan real que desearía que fuera así. Sentir las manos de Jorge vagando por todo mi cuerpo y disfrutando de ese momento tan perverso que mi mente estaba formando. Eran las 8 de la mañana. Afortunadamente era un sabado, pero no como cualquier otro. Mi sueño me decía que aún faltaba algo más. La excitación que invadía mi cuerpo no se había esfuemado del todo. Me dirigí al baño. Bajé mi pijama y mi calzoncito blanco de flores, y planté mi trasero blanco en la tasa. Me sentía aún excitada, no dejaba de pensar como las manos de Jorge acariciaban mis piernas, subiendo lentamente hacia mi zona intima, metiendo sus manos en mi short con el que según dormía. Solo con pensarlo deseaba más. Tocaban el timbre y alcancé a escuchar un «hola». No lo podía creer era Jorge. Había