El deseo de mi suegra

Fausto A., o el comisario lobo como lo llamaban en el barrio por una serie televisiva de los 80s, era un hombre rudo, grande y si todo lo que contaba era cierto de coraje extraordinario. Varias veces condecorado por valor al servicio policial y decían por ahí “mejor que te agarre el diablo antes que él”. Claro que de ello ya había pasado mucho tiempo y lo que quedaba de ese justiciero no era más que una pila de arrugas sostenido por un bastón de aluminio y su única hija, Valeria A., mi señora.

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La versión más puta de la mujer de mi padre

Cuando mi viejo nos dio la noticia de que se casaba y que Mariana venía a convivir con nosotros mucho no nos importó. Vivimos en una casa enorme y papá tenía derecho a rehacer su vida como se le diera la gana. Sin embargo, esa impresión cambió desde el primer momento que apareció con sus valijas.

Mariana medía 1.65, tenía caderas anchas y una cintura angosta que le marcaba perfectamente su culo trabajado en el gimnasio. Era delgada, pero con una espalda de hombros ampulosos que le daban una elegancia suprema a su cuello delicado, sobre todo cuando se hacía peinados recogiendo su pelo rubio y lacio.

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La psicóloga de mi mujer

Ana, mi mujer, me ha dejado encima de la mesa una libreta de teléfonos abierta por la letra S. En letras grandes y en rojo, destacándose del resto de nombres y números puede leerse Silvia. Silvia es su psicóloga, lo es desde que poco después de nacer Toni, nuestro primer hijo, ella cogiera una pequeña depresión. Al principio yo no creía demasiado en eso. Pensaba que la psicóloga no iba a solucionar nada y que tan sólo íbamos a estar pagando dinero a cambio de nada. Pero he de reconocer que mi mujer mejoró mucho en poco tiempo y que tras un par de meses volvía a ser la jovial y divertida Ana que me enamoró hace ya 12 años

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La prima de mi novia y compañía

Viernes y Belén pidiendo pija.

Me atosigaba a mensajes de WhatsApp.

Belén “prima”: ¿A qué hora venís?

Belén “prima”: ¿Tenes los huevos bien depilados?

Belén “prima”: ¿Tenes mucha leche toda para mi?

Belén “prima”: ¿Mirá que mi culito está pidiendo pija a gritos!

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Mi vecino y yo en un encuentro ardiente

Llevo años viviendo en el mismo barrio, hace más o menos un año se mudaron vecinos nuevos, entre ellos Oscar, un profesor muy guapo y educado.

Por varios meses hemos sido amigos y nuestro trato ha sido cordial y ameno.

Pero desde hace algún tiempo nuestras miradas dicen algo más, hace unos días lo he invitado a cenar con mi familia, ese día llegó temprano y nadie más de mi familia estaba en casa aun, llegó diciendo que quería ayudarme a preparar la cena y traía vino para acompañar.

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La tía chaparra culona ¡cómo le gusta el sexo!

Soy de un pueblo de Oaxaca, soy de estatura baja (1.60), siempre me ha gustado ejercitarme y aunado a ello a pesar de ser bajito mi verga siempre ha sido algo de lo que siempre me he sentido orgulloso, aunque eso también en ocasiones me ha, digamos, frustrado porque al coger mujeres muy cerradas termino por lastimarlas, y es que mi miembro gracias a herencia de mi padre me mide en plena erección 23 cm y es grueso como un pepino.

El caso es que a mis treinta años tuve una de las mejores experiencias sexuales de mi vida, ya que me cogí a una tía que nunca pensé en hacerlo.

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Mi suegra, mi novia y el cumpleaños de mi cuñada

Pasaban las semanas y cada vez que iba a lo de mi novia, María o la madre me decían “ya falta poco para los 18 de Josefina”.

Josefina, mi cuñada era un bombón.

Pelo castaño claro, 1.68 de altura, preciosa de cara, labios carnosos, ojos verdes, las tetas de la madre y el culo de la hermana. Yo creía que era muy tímida porque casi no me hablaba, pero aparentemente era por ser el novio de la hermana y porque María le había contado algunas “cositas” que la ponían nerviosa.

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