Después de mi doctor, conocí a grandes chicos y chicas, todos intentaron acercarse a mi de una manera romántica e inclusive sexual, pero lamentablemente ninguno y ninguna consiguió darme el placer que experimente con mi doctor hasta que llegó el, Jeshua, un chico muy amigable, con una manera de pensar muy atractiva y sobre todo muy dulce.
Lo conocí en una reunión que tuvimos con unos amigos en común, la conexión fue instantánea, compartíamos gustos, pasatiempos, etc. Jeshua después de un tiempo, sin estar muy seguro me confesó que era abiertamente bisexual, lo veía preocupado un tiempo antes de su confesión, misma que provocó cierta distancia entre nosotros, aunque trate de no darle importancia sentía que necesitaba estar con el, pues a pesar de no considerarme homosexual o bisexual, sentía que lo necesitaba, que quizás en muy poco tiempo ya había comenzado a amarlo.
Hasta que ese día llegó, la distancia ya reinaba entre nosotros, al encontrarnos solamente podíamos sonreírnos, o incluso darnos miradas que nos hacían cómplices de lo que pasaría horas después.
Estaba entre un grupo de amigos, reía, conversaba con los demás y yo solo lo veía, hasta que por alguna extraña razón se alejo de los demás y decidí seguirlo, cuando caí en cuenta que se dirigía a una de las habitaciones me preocupe al escucharlo sollozar, me acerque y al principio me rechazaba, intentando que me fuera, me dolía su actitud pero debía seguir al pie del cañón, me senté junto a él y Jeshua comenzó a hablar entre sollozos.
J: Porque me seguiste?, que no ves que trato de alejarme de ti, porque debes hacerlo más difícil.
Sus lágrimas comenzaban a rodar por sus lágrimas.
S:Jeshua, eres importante para mí, y es por eso que quiero saber que es lo que te pasa.
J:Es difícil de explicar, desde que te conocí no sales de mi cabeza, sabes que soy bisexual, pero intento aceptar que no, que no eres para mí. No quiero aceptar que…
S:Que? No puedes aceptar que!!
J:QUE TE AMOOOOOO!
Mis mejillas se ruborizaron, mi corazón comenzó a latir de la manera más rápida posible, y limpiando sus lágrimas le dije.
S:Jeshua, en el corazón no podemos mandar, sabes siento algo similar, pero sabes que solo podría regalarte esta noche, tu y yo, nadie más.
J: Quiero que me hagas el amor, quiero sentir tu pene dentro de mi, quiero que me hagas sentir tuyo una vez.
S: Acepto con la condición de que también me penetres tu a mi.
J: Haré que grites de placer papi.
Sin más comenzamos a besarnos, cada beso era pasional y caliente, salvaje y dulce a la vez, en segundos la ropa que traíamos puesta había desaparecido dejándonos solo los boxers, el tocaba mi cuerpo, mis manos tampoco soltaban el suyo, mis pezones erectos eran lamidos, mordidos y saboreados por mi sexy y dulce amante. Después del placer que le había dado a mis pezones decidí hacerle lo mismo, sentía como sus rosados pezones crecían en mi boca al igual que su verga, la cual crecía a mi continuo tacto.
Después de un rato de besarnos y saborear nuestros cuerpos pasamos a lo que los dos esperábamos, al querer saborear nuestras vergas, iniciamos en la posición de 69, los ricos falos solo goteaban al sentir la lengua del otro, hicimos gargantas profundas provocando una sensación de excitación inexplicable, al mismo tiempo estimulaba con los dedos el ya dilatado culito de mi amante el cual gritaba y gemía suavemente.
J: Papi, dame tus deditos, se sienten tan bien, ya no me hagas sufrir y méteme tu rica verga.
No lo pensé dos veces, intente tomar un preservativo, pero el me detuvo diciendo.
J: Cogeme a pelo, quiero sentir tu piel y tú gruesa verga, dámela no tengas miedo.
Me besó en la boca tan salvaje y caliente que no pude negarme.
Al sentir que mi pene ya había entrado en su totalidad solo espere el momento exacto para poder comenzar a bombear aquel culito, sin más tiempo que perder comencé a moverme lentamente hasta que pude escucharlo gemir y pidiendo le diera mas duro.
J: Papi me encanta sigue dándome duro quiero más, no pares, dame nalgadas con esas manos fuertes, quiero que me hagas tuyo amor, vamos papi dame mas duro.
Sus palabras me calentaron más y comencé a castigarle sus deliciosas nalgas hasta el punto de dejarlas rojas, sus gemidos llenaban la habitación, al igual que los míos. Estaba por venirme hasta que me pidio que me detuviera, preguntando la manera en que me gustaría que me cogiera.
Respondí que me gustaba mucho la posición de vaquero, la cual consiste en montar a mi activo, sin más se recostó boca arriba invitandome a sentarme en su verga súper dura.
Me metí lentamente ese durísimo falo, mi cara debía reflejar placer y hasta en cierto modo dolor, mismo que despareció cuando comencé a moverme encima de mi amante, atrás, adelante, en círculos, sentía una corriente eléctrica por todo mi cuerpo, cuando su verga tocaba, ese delicioso punto, y yo sin tabúes comence a gemir diciendo un sin fin de palabras sucias y que excitaran a mi amante.
S:Uuuuuuuuf aaaaaaaaaaaah dame duro amor, como me tienes papito, dame esa rica verga, siente como me muevo encima tuyo.
El al mismo tiempo masturbaba mi verga, me nalgueaba, mientras seguía con el rico Vaivén de mi trasero encima de su verga, el tiempo, la excitación y sobre todo la calentura pudieron más que nosotros y en una milésima de segundo sentí, algunos trallazos de su semen entrando por mi orificio anal, misma sensación que provocó que mi pene aún erecto expulsará toda la leche acumulada de la rica culeada que hace unos minutos le había dado a Jeshua.
Aún excitados volvimos a la posición de 69 en dónde limpiamos nuestras vergas, y compartimos en un beso blanco el semen que aún restaba de aquella noche loca de sexo pasional y salvaje.
Después de aquella noche Jeshua se siguió comportando cariñoso conmigo, volvimos a hacer el amor unas cuantas veces o solo nos chupabamos las vergas cuando las circunstancias no eran las correctas para desnudarnos y meternos las ricas vergas, finalmente después de unos años conocí a una chica bellísima que a pesar de que tenía cara de niña inocente, resultó ser todo lo contrario, la mujer que siempre soñé.