Atendí a los clientes de mi marido

Lo que les contaré aunque parezca increíble, me sucedió cuando tuve que hacer una cena para unos clientes de mi marido en mi casa, y yo tuve que atenderlos ya que él se encontraba en ese momento de viaje.

Me casé hace apenas un año y mi marido casi no para en la casa, ya que siempre está de viaje y la mayor parte del tiempo me quedo sola. Él había salido hace dos días de viaje y aunque me llamaba todas las noches, no era lo mismo que tenerlo cerca. Él me había prometido que cuando hiciera dinero esta situación cambiaría y que luego sabría como recompensarme.

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La infidelidad de mi esposa

El invierno había sido muy duro para Mónica. Había pasado una grave enfermedad y luego una honda depresión. Hacia primavera ya se encontraba mucho mejor y decidí que en verano nos merecíamos un buen homenaje y tiré la casa por la ventana para llevarla a un hotel de máximo lujo en la costa. Paisajes de ensueño, playa particular, piscina, campos de golf, de tenis, sauna, un comedor impresionante, habitaciones con todas las comodidades posibles… Una gozada. Los tres primeros días fueron inolvidables. Hicimos el amor cuantas veces podíamos y eran muchas, teníamos hambre atrasada.

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Le fui infiel a mi novio en un aeropuerto

Me sentía sola. Hacía días que había discutido con mis padres y la cosa en casa no iba de bien en mejor. Muy al contrario, había decidido marcharme al piso de unas amigas a la isla de enfrente por unos días para ver si el ambiente mejoraba un poco con la distancia. Por otro lado, con mi novio me iba bien. No era para tirar cohetes, pero habíamos pasado situaciones peores. Al estar yo tan desanimada y tan ausente del mundo, nos sentíamos mutuamente un poco más lejos, nos comunicábamos mucho menos y hacía varios días que no sentíamos esa sensación urgente llena de necesidad del otro. Él estaría harto de mis historias y yo prefería estar sola.

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Tuve una y consolé a otra

Esto sucedió hace varios años cuando estamos en la Universidad, tenía yo 22 años, mi novia Nancy que es un cuero, esta retebuena, hecha un bombón, unos senos grandes y firmes, el culo un poquito chiquito pero firme y monte de venus plano que sugiere unos labios amplios.

Ella de 19 años cursaba el segundo semestre de comunicación, por el clima de aquí Chihuahua, en primavera y verano el calor es agobiante, por lo que las ropas son escasas, por lo que mi novia usaba siempre short cortos y camisas ligeras, lo que hacía que me diera unas empalmadas muy seguido.

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Las vecinas se abren para mí

Verán, me llamo Enrique (Quique para los amigos) y tengo 32 años. Quiero mucho a mi esposa (guapa, inteligente, mi media naranja) y funcionamos muy bien en la cama. Desde hace unos meses se instalaron abajo dos chicas: una rubia y otra morena escandalosamente buenas, son de esas mujeres que incluso vestidas hacen que tu picha se levante.

Ambas son altas y preciosas, no por algo trabajan como modelos. Patricia es la rubia (aunque teñida, se nota por sus cejas oscuras y por las raíces igualmente oscuras, pero da igual, le queda de cine), de melena larga y lisa. Su acento canario me vuelve loco. Tiene una carita angelical, con esos ojazos azules que a veces miran pícaros y a veces como corderitos y una cara perfecta, con el punto de su piercing debajo del labio. Y si la cara es una locura, su cuerpo no le va a la zaga: piernas largas, vientre liso, tipazo, pechos en su justísima medida. La pena es que viste demasiado recatada, aunque siempre con estilo.

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Sigo metiéndole los cuernos a mi marido

Les cuento que después de volver de Brasil y contarle a mi marido lo que hice allí, como si fuera una fantasía, tuvimos una serie de noches llenas de pasión. Por supuesto, tuve que simular algunas cosas, por ejemplo, mi colita que ahora se dilata más que antes de irme a Brasil, pero eso lo solucioné apretando el esfínter mientras él me apoya la puntita y hasta que me penetra finalmente, pero ahora ya no es necesario simularlo más.

Cuando ya se terminó la excitación por mi supuesta “fantasía” de mi viaje a Brasil, así que me vi en la obligación de meterle los cuernos nuevamente a mi marido para tener más temas para nuestras noches de cama. Como no quería caer en la fácil de encamarme con mi jefe, que además no me gusta para nada, no sabía qué hacer y por donde encarar.

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Con un amigo de mi novio

Tenía dos entradas para un concierto. Iba a ir con mi novio, pero al final tuvo que salir de viaje por trabajo justo el día anterior y no pudo venir. Para no perder la entrada llamó a un amigo suyo, Oscar, que aceptó encantado la invitación. Yo no lo conocía mucho, solo había coincidido con él un par de veces, pero parecía simpático.

Me vestí y maquillé un poco. Llevaba unas mallas con un jersey largo de punto muy suave que simplemente me cubría el culo y unas botas negras altas con un tacón de 10 cm y un abrigo para la lluvia por encima. Mi conjunto de ropa interior era un tanga negro de hilo y un sujetador de media copa a juego.

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