Tengo cincuenta años y lo temperamental y caliente se me ha incrementado considerablemente, quizá sea por la privación y lo limitado que se ha convertido mi vida sexual en mi matrimonio.
Mi esposo es muy buen hombre, esposo y padre de nuestro único hijo.
Pero siento que me asfixio con mis ganas cada vez mayores de tener sexo, de coger todos los días. Me he reprimido mis ganas de estar con mujeres, pero ahora también soñaba con vergas grandes y estar con hombres negros, mamarles sus enormes troncos hasta cansarme. Nunca había estado con un negro, pero la idea cada vez se fue haciendo más apremiante, hasta que la llevé a la práctica y la hice realidad.
Fue con un negro como la había imaginado; alto, algo musculoso, muuuy bien dotado.
Mi esposo no imagina que soy una hotwife ardiendo por salir a coger como lo hacía antes de casarme.
No sabe que todos los días en lo único que pienso es en tener sexo. He planeado como estar todo un fin de semana en una casa sin salir para coger hasta el agotamiento.
Convencí a mi esposo para ir a una vacación al Caribe y le pareció buena idea, así que planeamos ir a Jamaica. Mi mama una vez comento que había unos negros bien guapotes y que el lugar era muy bonito, así que fuimos los tres, mi esposo mi hijo y yo.
Y aunque ya tengo cincuenta años aun me conservo delgada y puedo lucir bien.
Me compre unos trajes de baño escotados de una pieza, de espalda muy baja y por delante de escote muy bajo, me hacían lucir más largas mis piernas.
Llegamos al hotel y nos recibió el bell boy para llevarnos a la administración y regístranos.
Le eche el ojo, pero me pareció medio tonto, a la hora de la cena uno de los meseros me miraba como diciéndome “aquí esta lo que buscas”, bastaron sus miradas para que me mojara de solo pensar en su cosota que tendría entre las piernas.
Me levante a la barra de ensaladas para poder decirle un discreto hola y el me sacudió con su respuesta; que ojos tan cautivadores y llenos de vida, me dijo. Me quede electrizada.
Dije gracias y me serví. Le insistí a mi hijo para que comiera un postre y poder ir a encontrarme con el de nuevo. Cuando vio que me aproximaría a las mesas de postres él se puso atrás de la mesa donde yo tomaría el pastel. Era alto delgado de pelo muy corto y de agradable sonrisa.
Yo estaba tan caliente que me tuve que detener para no cometer un error.
Le pregunte muy casual según yo que si él trabajaba el turno de la tarde o cena y me dijo que los rotaban pero que esa semana él estaba por la tarde y salía a las 22 h.
Al día siguiente me puse sexi para ir al comedor y verlo. Un vestido blanco de tirantitos sin bra y una tanguita que se alcanzaba a transparentar un poco, una sandalia de tacón medio me peine mi melenita para atrás y un maquillaje ligero, labios rojos carmín.
Al entrar al salón lo vi y el me busco con la mirada y me sonrió.
Me acerqué por la ensalada y le dije si podía decir que eran las luces que se veían desde la terraza de la habitación, me pregunto en qué dirección la veía y le dije hacia el sur. Me contesto que desde el jardín me podía decir que si salíamos me decía con gusto. Le dije que le diría a mi esposo que iría al baño y nos veíamos en el jardín.
Salí al jardín y él ya estaba ahí, yo iba con el corazón palpitando y mi amiguita mojada.
En realidad, no había nada que preguntar ni nada que ver, le dije que desde ahí no se veía, pero su cercanía y la humedad de mi cosita me animaron a decirle que me parecía muy agradable y que me gustaría platicar con él, me dijo que a el también le gustaría platicar con alguien con esos ojos pero que si mi esposo no se molestaría.
Le dije que le diría que iba a tomar unas clases para hacer rastas que me habían ofrecido en la mañana y que serían como tres horas, a él le pareció bien y quedamos de vernos al siguiente día por la mañana.
Le dije que le diría que iba a tomar unas clases para hacer rastas que me habían ofrecido en la mañana y que serían como tres horas, a él le pareció bien y quedamos de vernos al siguiente día por la mañana.
Yo estaba que ardía y por la noche no pude dormir en pensar en la cogida que me daría ese negro caribeño.
Le comenté a mi esposo que iría a las clases de rastas y me dijo que, si me quería llevar al niño, le dije que no porque seguramente se aburriría.
Me puse el mismo vestido sin bar y dejé los tirantes un poco más flojos para que se colgara más el vestido de los lados y dejar ver el nacimiento de mis tetitas.
Me puse una tanga que al frente tiene una mariposa de encaje que enmarca mi cosita, la mariposa queda arriba y solo dos tiritas a los lados de mi amiguita. El pelo rojo caoba y un triangulito de vello púbico también rojo caoba.
Unas sandalias de tacón medio color roja que combinaban con las uñas.
Nos vimos a tres cuadras del hotel, me saludo muy amable y me pregunto a donde quería ir, que si quería tomar un café o un trago. Le conteste que lo que fuera estaba bien que yo solo quería platicar con él, que a donde sugería ir.
Me dijo que podíamos ir a un bar justo ahí donde nos quedamos de ver o a su casa. Le dije que su casa estaba bien para mí, estaba que ardía pensando en su verga.
Afloje intencionalmente los tirantes del vestido aún más para que se vieran más mis tetas por los lados y por el frente.
Entramos a su casa y al cerrar el la puerta detrás nuestro ya no me resistí y me pegué a él lascivamente restregándome todos contra el al tiempo que le plantaba un beso mojadisimo que me respondió con la misma intensidad.
Me paso sus enormes labios por mi cuello bajándome uno de los tirantes dejando casi al descubierto mi teta derecha.
Empecé a sentir su verga en mi abdomen, esa verga que ya se estaba poniendo dura y que yo tanto deseaba.
Sentí sus carnosos labios sobre los míos y los dirigió a mis tetas, bajo los tirantes y mis tetas quedaron dispuestas para que las mamara, lo cual hizo de inmediato.
¡Muérdelas!, le grité, si, de lo dije en un grito.
Con sus enormes manos me acariciaba la espalda mientras me chupaba y mordía mis tetas.
Yo ya podía sentir su enorme verga queriendo salirse de su pantalón blanco.
Y tenía mi vestido hasta la cintura cuando me tomo de la mano y me llevo a su cama.
Me tumbo sobre su cama y yo acostada boca abajo como estaba me baje el vestido, el me lo saco por los pies y yo quede solo con mi tanguita a su disposición.
Vi cómo se quitó la camisa y pude ver su pecho y abdomen marcados, magros.
Me paso sus manos por mis piernas y nalgas y yo ya estaba ardiendo deseando con desesperación sentir su cosota sobre mí.
Me bajo la tanga dejándomela a medio muslo, yo me deslice y caí de rodillas, me voltee y quede justo frente a su bragueta. Le desabroche el pantalón y se lo baje dejándolo en un bikincito color blanco donde se marcaba eso que yo fui a buscar, esa enorme verga negra que quería tenerla dentro de mi cosita ardiente. Le estire el resorte de su bikincito y salió una verga enorme, gruesa y pesada a media erección.
La vi frente a mis ojos como hipnotizada, la acaricié embelesada de tener en mi mano frente a mi boca una verga tan grande, 8 pulgadas si tenía.
Yo ya solo tenía las sandalias, me la metí en mi boca y me supo deliciosa, su olor era increíblemente sexual, pensé que quiera me cogiera todos los días que estuviéramos ahí y aun no me cogía.
Sentí como crecía dentro de mi boca, la sacaba para verla y me maravillaba lo grande gruesa y venosa que se veía, y el olor, ese olor que yo nunca había olido tan sexual.
Se quitó el pantalón y quedo tan desnudo como yo. Me levanto y me subió a su cintura para meterme la verga más grande que yo hubiera soñado, se abrió paso entre mis labios y me la metió de un golpe hasta adentro lo cual me hizo soltar un grito de placer y un poco de dolor, pero fue maravilloso.
Yo me abrace a su cuello sintiendo como me hacía suya, como esclavizada por esa cosota dentro mío.
Me puso en la cama boca abajo y yo levante mis nalgas para recibir semejante regalo por detrás, quería me la metiera por mi culito. Era enorme y bellísima, estaba muy bien depilado y era tan brillosa, los testículos tan lustrosos.
¡Por el culo!, le grite, ¡por el culo por favor, dámela por mi culo!
Me tomo de mis caderas levantándome más y me metió lentamente mientras yo le apremiaba a que me la metiera toda, toda. Me dolía un poco, pero la sensación y el morbo de que me estuvieran metiendo una verga de ese tamaño de calentaba muchísimo.
Me la metió toda y la sentí hasta mi garganta, me cabalgo mientras me jalaba del pelo lo cual me calentó más. ¡Mas, mas!, me gritaba.
Tuve dos orgasmos y luego sentí toda su leche como me bañaba por dentro, me volteé para alcanzar a ver y recibir en mi boca algo de lo que me había llenado toda.
Nos vestimos y quedamos de volver a repetir, yo no sabía cómo, quizá otra clase de rastas.
Antes de salir de su casa, lo detuve, le bajé el pantalón y le di otra mamada, olía mas rico, lo hice terminar y sus quejidos me llevaron al cielo.
¡Quiero esa verga dentro mío otra vez! Le dije.
Llegué al hotel a la hora de comer pensando en ese negro del que no supe su nombre, pero al que ya quería volver a ver, pensé en el pretexto para la próxima cita.
Tenía su sabor en mi boca y su olor en todo mi cuerpo, al cerrar mis ojos no podía dejar de ver su enorme verga negra, brillosa y resbalosa. Como entraba y salía de mi puchita mas mojada que nunca respondiendo a ese animalote que me poseía.
Por la noche al entrar al comedor a cenar, lo busqué con la mirada y ahí lo vi, volteo y se sonrió.
Nos sentamos a la mesa y de inmediato me dirigí a la mesa de ensaladas. Él estaba ahí esperándome: “buenas noches”, me dijo en voz baja.
“quiero verte mañana”, le conteste.
Voy a tu casa a la misma hora, agregue.
Ahí te espero, contesto.
¿Cómo quieres que vaya vestida?, le pregunte.
Parecido a ayer, pero sin ropa interior, sin nada.
Ahí nos vemos, agregué y me fui a sentar a la mes