En el edificio donde trabajo hay guardias en el acceso para evitar que los trabajadores se roben material y no hace mucho cambiaron a los polis por dos chicas. Una como de unos 30 y otra más madurita, como de 45. Todos los días nos saludamos amablemente, pero no hace mucho empezamos a saludarnos de mano y sentí algo extraño, pensé que solo era mi imaginación, pero de repente sentía como si me acariciara la mano cada que la saludaba a la madurita.
Decidí poner a prueba mi teoría y un día le traje un café con pan para que desayunara y ella me dijo que cuanto me debía y obviamente le dije que nada.