Tras mucha insistencia por mi parte, un día mi mujer aceptó que practicásemos sexo anal pero con condiciones.
Esa noche, yo estaba deseando que llegase el momento, mientras hacíamos el amor, ella sentada sobre mi polla con toda ella dentro de su vagina me dijo: “Amor, vas a cumplir tu sueño pero prométeme que después podré pedirte a cambio lo que yo quiera.”, Ante esa propuesta y excitadísimo como estaba no dudé en decir que sí.
Con cierto tono de misterio y una mirada maliciosa en sus ojos, me dijo “Observa bien el momento…” se levantó sobre sus rodillas, tomó mi polla con la mano y lentamente fue bajando su cuerpo hasta colocar mi glande en el mismísimo ano. Estaba que explotaba de placer, parecía que no llegaba el momento de