Manuel se miraba al espejo mientras se afeitaba cuidadosamente.
Detrás de la cortina floreada su esposa Marcela, una hermosa mujer de unos 39 años se bañaba.
Siempre tuvo un cuerpo deslumbrante, buenas caderas con un culo redondo y paradito. Y sus tetas no se quedaban atrás, bastante grandes, apenas caídas.
Su cabello castaño caía hasta la cintura y lo cuidaba tan bien como el resto de su cuerpo.