El ferri que me llevaba de Montevideo a Buenos Aires estaba por llegar, el comandante de la nave anunció que en quince minutos arribábamos a la costa. Esa señal me puso muy nerviosa, el corazón me latía a mil, estaba por tener una experiencia muy fuerte, sobretodo con mis 19 años, y mi poca experiencia.
Al llegar al puerto me estaban esperando Eduardo, de 35 años y Andrés de 29. Nos habíamos conocido por internet y me habían propuesto hacer un trío. Yo estaba exitada de estar con dos hombres maduros, pero también asustada.
Era la hora del almuerzo, por lo tanto fuimos a comer a uno de esos elegantes restaurantes que hay en Puerto Madero. Durante el almuerzo, Eduardo contaba anécdotas y trataba de hacer ameno el encuentro, pero Andrés estaba serio, eso me ponía tensa.