El aire en la terraza estaba denso con el aroma del jazmín nocturno y el eco de las risas. La luna llena se asomaba por encima de las palmeras, bañando la escena en una luz plateada que parecía invitar a la audacia. Marcos observaba a su esposa, Sofía, su belleza clásica destacando incluso entre el grupo de amigos. A su
Orgías
Orgía en una sauna naturista
Había tenido un día de trabajo estresante, con algunos asuntos que habían exigido mi atención de forma especial. Era media tarde y me encontraba cansado y tenso, pensé que lo mejor era salir del despacho y descansar del día agotador en una sauna.
Conocía un local naturista, con excelentes instalaciones, donde podría buscar ese descanso necesario y además alegrar la vista con algunos cuerpos desnudos esculturales que seguro podría admirar, así que me dirigí allí. Ya había estado en alguna ocasión y siempre disfruté de buenos momentos, incluso cabía la posibilidad de practicar sexo si tenía la suerte de encontrar a la persona o personas adecuadas.
Orgía sexual en la oficina de Jeniffer
Había recibido una llamada de Jennifer, mi amiga que me convenció de ir a clases de inglés. Me dijo que tenía algo que mostrarme e hicimos cita para el día siguiente.
A la mañana siguiente llegó temprano a mi casa, y desayunamos con algo de calma. Lo que llamó mi atención fue que había venido en pijama y yo también lo estaba.
—¿Has oído hablar de los juegos de rol? —dijo de pronto.
—Sí, yo los he hecho alguna vez, ¿por qué lo preguntas?
Mi hermana, mi cuñado y yo
En alguna ocasión, tuve un encuentro sexual con mi cuñado, él es novio de mi hermana.
Mi hermana tiene unas tetas muy ricas, no grandes, no pequeñas, pero muy bien formadas, unos pezones rosaditos deliciosos, tiene un par de nalgas paraditas, amplias, redondas, y muy muy duras.
Siempre hemos dormido juntas mi hermana y yo, en el mismo cuarto, somos muy discretas acerca de nuestra vida sexual, ella sabe que no soy virgen, yo sé que ella tampoco, pero nunca habíamos preguntado algo más acerca de nuestra vida sexual.
Mi primera doble penetración con dos hombres
Soy una mujer que disfruta su sexualidad con quien yo elijo como lo comenté en mis primeras anécdotas, casada y que fue fiel hasta cierto día.
Mi siguiente anécdota comienza el día que mi esposo se fue con mis hijos a San Juan de los Lagos, era un fin de semana común y corriente para mí.
En esa ocasión un amigo con el cual tenía contacto desde la prepa, me habló y me dijo que fuera a su finca en el estado de Hidalgo ya que él es de allá, me lo dijo según él para que no estuviera sola todo el fin de semana y obviamente quería cogerme, después de hacerme del rogar accedí, nos llevábamos muy bien la verdad, lo conocí cuando yo tenía 15 años en ese entonces por messenger, vino a conocerme cuando yo tenía 16 y me propuso tener relaciones sexuales, yo era muy joven y la verdad no me llamaba la atención aunque eso sí, jamás dejó de ser un amor conmigo.
La fiesta de cumpleaños
Fue el gracioso de mi marido el que insistió en que la fiesta de mi cumpleaños fuera algo especial, debido a que en ese año cumplía ya los treinta. También fue él quien decidió que la fiesta fuera de disfraces y que los nuestros, en recuerdo de una graciosa anécdota del viaje de novios por Grecia, que no viene al caso, fueran de Minerva y el minotauro.
Él se encargó de organizarlo todo con la ayuda de nuestros amigos incluyendo, incluso, la elección de nuestros trajes. La verdad es que el suyo le quedaba casi perfecto, pues parecía totalmente un toro puesto de pie, al que solo se le veía la boca, ya que hasta los ojos quedaban ocultos detrás de la graciosa mascara. Pero yo me sentía algo incomoda con el mío, dado que este era bastante más descocado de lo que yo me suelo poner.
Me follan en el jardín tres pollas
Más allá de la cabaña en donde nos hospedábamos no había más que bosque y soledad. El lugar estaba rodeado de árboles y espesos pinos que impedían ver qué estábamos haciendo, pero si eh de ser sincera, sentía los nervios palpitarme en el pecho como fuegos artificiales. Sabía que mi esposo y sus dos amigos me estaban esperando afuera, así que decidí dejar el miedo atrás y salí al jardín.
Salí descalza y con una tanguita rosa y un sostén de encaje del mismo color. La tanguita se me metió por completo entre las nalgas y me rozaba cada vez que caminaba, pero como era una sensación bastante rica, la dejé pasar.