Iniciación de Michelle en el motel

Era una noche de viernes cargada de anticipación y electricidad en el aire. Después de mi encuentro inolvidable con Michelle en mi departamento, no podía sacármela de la cabeza. Su cuerpo curvilíneo de colombiana de 24 años, midiendo alrededor de 1.60 metros, con senos grandes y pesados talla D, y un trasero redondo y firme que parecía esculpido para el placer, me había dejado con ganas de más. Su piel morena suave, cabello negro ondulado hasta la mitad de la espalda, y ojos cafés llenos de picardía, combinados con su fetiche por ser llamada “putita”, recibir cachetadas y terminar con semen en la boca, la convertían en la candidata perfecta para unirse a nuestras aventuras.

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Disfrutando del sexo

Para los que no me conozcáis, me llamo Catiana y más o menos mido 1.66 peso unos 55 kg, soy morena clarita, ojos castaños, mi pecho es mediano, pero firme de pezones pequeños y rosados, no tengo mal tipo, aunque tampoco soy nada especial, mi culito es un pelín respingón y me depilo mi coño dejando solo vello en lo que sería la anchura del tanga.

En aquel momento salía con un chico Toni, 1.70 unos 70 kg, pelo corto, buen tipo, dotadito normal, muy simpático, me reía mucho con él y follaba muy bien.

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Degustando su primer brasilero

Azul después de la experiencia en Montevideo y haber estado por primera vez con un extranjero, le tomó el gusto y despertó su deseo de estar con un brasilero por primera vez, lo cual encendió mi cabeza y dije no te preocupes sino lo conseguis vos yo haré lo necesario para que puedas explorar esa fantasía.

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Mi primer trío para salvar mi matrimonio

Aquella tarde vi a Manolo, mi marido, que llegó más serio de lo que era habitual en él. Como cada día, lo esperaba en casa a que llegase, para juntos terminar la jornada.

Mi nombre es Clara, y no tengo una ocupación específica, aparte de ser la mujer de Manolo. Soy madre de un niño de 9 años y yo tengo 37, soy morena, pecho abundante, no demasiado alta, y me conservo muy bien, y sin resultar falsamente modesta, puedo presumir de ser muy atractiva.

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Diez sementales para mi mujer

Fernando siempre fue un amante del “descubrimiento”. Me decía que la vida se vivía mejor con una pizca de aventura. Así que cuando me propuso ir a una “fiesta temática” para celebrar los 40 de un amigo en común, no dudé en aceptar, aunque mi intuición me susurraba algo sobre lo que podría suceder. La casa estaba oscura, llena de gente casi desnuda y música que vibraba hasta en mis huesos. Fernando, como siempre confiado en sí mismo, se deslizó entre la multitud, dejándome sola con un vaso de vino tinto tembloroso en la mano.

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Swinger, un intercambio fallido

Ugo

Cuando uno se asoma por primera vez a este mundo —el de los encuentros de pareja, el intercambio, las miradas que insinúan más de lo que dicen— no hay mapa, no hay guía. Solo preguntas que te rebotan en la cabeza: ¿cómo se empieza?, ¿a quién se le habla?, ¿dónde se encuentra esa gente?.

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Mi segundo encuentro de intercambio de parejas

Resulta que mi esposo conoció a Juan de Santa Anita quien tenía su esposa y deseaban tener su primer intercambio de parejas para ellos en su casa, habían quedado para un día sábado por la noche y mi esposo me había comentado sobre el cual acepté gustosa a ir.

Llegamos como a las 8 de la noche y había una caja de cervezas y música y empezamos a tomar tanto ello como nosotros, la esposa era baja y blanca y su esposo del porte de mi esposo, empezamos a besarnos la parejas y pasamos a su cuarto que tenía una cama grande y espaciosa, hasta que cambiamos de lugar y nos desnudaron ambos, mamando nuestros senos como locos, la excitación era enorme hasta que se desnudaron ambos, las vergas de ambos eran parecidas por lo cual no importaba, mamamos sus vergas de ambos que estaba super rico para luego ellos mamar nuestras conchas, como si se hubieran puesto de acuerdo hacer lo mismo.

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