No me pude resistir con la vigilante del edificio

En el edificio donde trabajo hay guardias en el acceso para evitar que los trabajadores se roben material y no hace mucho cambiaron a los polis por dos chicas. Una como de unos 30 y otra más madurita, como de 45. Todos los días nos saludamos amablemente, pero no hace mucho empezamos a saludarnos de mano y sentí algo extraño, pensé que solo era mi imaginación, pero de repente sentía como si me acariciara la mano cada que la saludaba a la madurita.

Decidí poner a prueba mi teoría y un día le traje un café con pan para que desayunara y ella me dijo que cuanto me debía y obviamente le dije que nada.

Cabe hacer la aclaración que este edificio está prácticamente abandonado. Solo tiene gente en planta baja y el primer nivel es de solitarios y bodega, pero los otros 6 niveles están completamente vacíos y sin cámaras.

Después de ese café empezamos a platicar más seguido y a intercambiar miraditas y sonrisas hasta que antier en la mañana le dije que hacía mucho frio y ella dijo que también lo sentía. Entonces le dije que el día se antojaba para estar abrazaditos y ella dijo que si, que arriba se podía bien padre y no hacía tanto frio, ambos reímos y ahí quedó la cosa.

Pero hoy que entro de nuevo a su turno y el frío continuaba decidí ser más atrevido. Le dije que si el frio seguía así de fuerte en la tarde le invitaría un cafecito para ir a tomárnoslo en los pisos de arriba cuando ya todos se hayan ido a lo cual dijo que sería genial.

Le tuve que inventar a mi esposa que necesitaba quedarme más tiempo por una junta con mis jefes para quedarme un rato más.

Llego el momento de la salida y cuando todos se fueron me fui a la tienda, compre los cafés y unos panes y me regrese a la oficina. Le dije:

–Pues aquí está el cafecito,¿ no tienes problema en dejar cerrado aquí e irnos para arriba?

–No, para nada, ya nadie viene y mi supervisión llega hasta la media noche.

–Excelente, pues vamos.

Yo tomé los dos cafés y ella el pan. Le di el paso para que subiera primero por las escaleras y me recalentó demasiado ver sus nalgas bien redonditas en esos mallones que traía puestos. Supongo que ella sabía que la iba mirando porque movía aún más cadencioso ese trasero.

Ya estando dos pisos arriba, se veía algo obscuro ya que no hay luz en niveles superiores así que nos sentamos en unos botes y empezamos a platicar de cualquier cosa y de la nada ella me dijo que se antojaba andar bien empiernados con ese friecito y le dije que sí, pero que pues yo me tenía que ir a mi casa, pero si pudiera seguro me quedaba con ella.

Se me quedó mirando y me dijo que podríamos empiernarnos un ratito para matar el frío y después me iba a mi casa y se empezó a reír. Entonces le pregunté si era en serio y dijo que sí.

–Pues vamos a donde te quedas y vemos que hacemos.

Llegamos a su catre y me preguntó que si así nada más nos acostábamos o que quería hacer y no me pude contener y la abracé y la besé apasionadamente. Ella me contestó el beso y lo único que pude hacer es prenderme de sus nalgas, las deseaba tanto y se sentían tan ricas, suaves pero firmes.

Sin darme cuenta ella ya estaba desabrochando el pantalón y se puso de rodillas, me bajó el pantalón y se llevó mi verga ya muy dura hacia su boca, no podía creer lo hábil y experta que era, pero me estaba dando la mejor mamada de la vida.

Después de un rato la puse la pie, le di la vuelta, la recargué sobre la pared y empecé a besar su cuello y a sacar sus tetas de la playera, ya no me importaba nada. Le abrí las nalgas y se lo metí frenéticamente hasta terminar.

Nos acostamos un rato en su cama y de la nada se sentó en mi cara y obviamente hicimos un 69 tan rico hasta que ambos nos venimos dejándonos llenos de fluidos.

Me vestí, la bese y le dije que tenía que irme baje al baño y me lavé un poco.

Al llegar a mi casa mi mujer estaba caliente y tuve que cumplir ahí también. Fue tan excitante.

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