Eran las cinco de la tarde de una tarde de verano cuando decidí ir a visitar a mi prima Martina, todavía hacía calor, pero había una brisa suave. Luego de unos minutos ella me abrió la puerta.
-Hola Paula, que gusto me da verte- me abrazo y ambas nos dimos un beso en la mejilla.
La mire y me di cuenta de que llevaba puesto un vestido de color azul, le quedaba muy ajustado a su bello cuerpo, sus tetas amenazaban con salirse del vestido y cuando me saludo se le subió muy arriba dejando ver un poco de sus nalgas.