Una vez has empezado, ya no hay marcha atrás. Eso me cuenta el cornudo sobre su experiencia. Quizás lo más difícil sea la primera vez, cuando te enfrentas a la entrega de tu mujer, con su anillo de casada, al primer corneador. Una vez pasado esto, lo demás no solo es que sea fácil: es una escalada de placer.
Eso es lo que cuenta el cornudo de mi marido:
La primera vez que entregué a Maite estuve sufriendo por todo: ¿me sentiría yo bien? ¿ella se sentiría bien? ¿Habría complicaciones? Lo preparé todo a conciencia: el ambiente, el salón, la alcoba, las bebidas, el vestuario… Quería que todo fuese perfecto. Pero por dentro me recomía el alma: ¿cómo lo voy a llevar yo?