Sexo con una cougar

Hola me tarde un poco pero estoy de nuevo aquí para contarles una historia que sucedió con una mujer de 60.

Todo paso en mi pasó cómo repartidor nocturno, cogía con Carmen y mi lívido se fue al cielo, manejaba seis tiendas por noche, y con todos me trataba de llevar bien, en esas tiendas cambian de personal seguido ya que no cuidan la rotación de personal.

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Matrimonio en trio con joven complaciente y BDSM

Aquella noche, Elsa había organizado para Marcus una cena en casa a la que también estaba invitada una compañera del taller de pintura. En principio, el plato principal sería sushi, en principio esa era la idea.

Cuando sonó el timbre, Elsa aún no había terminado de arreglarse y fue Marcus quien accionó la apertura de la verja, apostándose en el umbral de la puerta principal para recibir a la chica.

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Mi regalo de cumpleaños

Después de una noche de copas con mis amigos, me decidí a hablarle. Teníamos un año sin vernos, accedio a verme en el motel de siempre.

Ya me esperaba, entre a la habitación y ahí estaba sentado en la cama, avente mi bolsa, me quite reloj, aretes y anillos y me senté encima de el a besarlo. “Hola” le dije entre jadeos “Hola, feliz cumpleaños” me contestó ¿Lista para tu regalo? “mmmm eso suena rico. En la misma posición le quite la playera, el metió su cara a mi escote, me quito la blusa y la camiseta dejándome con el bra y la falda, sacó un seno de la copa del bra y se lo metió a la boca, mordia y lamia el pezon hasta que se puso duro, con una mano me acariaba la espalda y la que tenia libre era para estimular el otro seno.

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Yo tengo 18 años y ella 50

Historia real, algunos detalles han sido modificados por privacidad.

La conocí en una sala de baile y así fue: encuentros y charlas informales.

Yo tengo 18 años y ella 48, quizá 50. Su apariencia es un poco regordeta pero sensual (un poco como las bailarinas del vientre, y muy atractiva).

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Sexo con la chica de la limpieza

Es conocido que el escritor Georges Simenon necesitaba echarse como mínimo ocho polvos al día con otras tantas mujeres distintas (sin contar los que tenía con su esposa del momento) para estar satisfecho y poder así escribir desahogado.

Marcus no le va a la zaga. Aquel día, tras la sorpresa que tuvo Marta al verlo en el local, la dejó follando en el despacho con Elsa y Aida y, como era su costumbre, se fue al gimnasio.

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Encuentro ardiente en el tren

A esas horas del mediodía el vagón del tren iba abarrotado y yo le estaba dando vueltas a cómo continuar mi relato.

Con un libro de Emily Dickinson abierto sobre las piernas, miraba distraído por la ventana cómo el mar iluminado parecía deslizarse junto al trazado de las vías.

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